Huelga de camioneros supone un nuevo golpe para convalida economía de Brasil
La huelga de camioneros en Brasil para presionar por la reducción de los precios del diesel, que llegó hoy a[…]
La huelga de camioneros en Brasil para presionar por la reducción de los precios del diesel, que llegó hoy a su sexto día y tiene paralizado al país, impactará la economía del gigante sudamericano cuando comenzaba a recuperarse lentamente tras la profunda recesión que el país sufrió entre 2015 y 2016.
Los expertos coinciden en que la crisis de desabastecimiento tendrá un impacto económico en Brasil y que, además de reflejarse en el aumento de los índices de la inflación, afectará el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, que el Gobierno esperaba que fuese del 2,5 % en 2018.
El primer efecto se verá en la inflación del mes de mayo ya que el desabastecimiento de combustible, insumos y alimentos elevó los precios de estos productos.
No obstante, según los expertos, la inflación de mayo, aunque un poco más alta que lo esperado, no debería alterar las proyecciones del año ya que, por la debilidad actual de la economía brasileña, la tasa está más baja de lo esperado, lo que permite un margen de maniobra a futuro.
Pero la huelga suma ya seis días seguidos y a pesar de que el Gobierno autorizó al Ejército y la Policía a liberar las carreteras del país, y comenzó a imponer altas multas a quienes bloqueen las vías, el levantamiento del paro camionero parece no dar tregua.
Los bloqueos de los camioneros continúan a pesar de la tregua a la que llegaron en la noche del jueves con el Gobierno de suspender la protesta durante 15 días, a cambio de un posible "impuesto cero" para el diesel y otras concesiones.
A causa del paro camionero, algunas fábricas, como ha sido el caso de las de vehículos y las de productos lácteos y las de cárnicos, ya han frenado actividades en el país por no contar con la materia prima necesaria para adelantar sus labores.
De persistir la huelga de los camioneros, el número de fábricas y empresas que tengan que parar labores aumentará y el impacto en la economía nacional será alto, según lo reconoce el propio Gobierno.
"Sabemos que la persistencia de esta situación puede llevar a la paralización de actividades industriales y empresariales", señaló el ministro de Hacienda de Brasil, Eduardo Guardia.
Un ejemplo de ello es el sector automotriz que frenó la producción de todas sus fábricas desde el viernes al no poder operar con normalidad.
Esa decisión traerá un efecto negativo para la economía ya que afectará los resultados del sector para las ventas, la fabricación y las exportaciones.
La industria automotriz, que responde por cerca del 4 % del PIB, fue una de las más golpeadas por la crisis económica, que solo empezó a superar el año pasado en línea con el resto de sectores del país.
La situación es preocupante y por ello diversas agremiaciones se han pronunciado por los perjuicios que ha traído el paro camionero.
Para el sector de lácteos, el paro ha representado pérdidas hasta por 180 millones de reales diarios (unos 50 millones de dólares) y para el de cárnicos (proteína animal) se proyecta una pérdida acumulada de 1.000 millones de reales (277.7 millones de dólares), según la Asociación Brasileña de Industrias de la Alimentación.
La amenaza surge después de la fuerte recesión que sufrió Brasil, la mayor en las últimas décadas, por causa de la crisis económica de los años 2015 y 2016, cuando el PIB se retrajo un 3,5 % cada año.
La economía brasileña comenzó a recuperarse en 2017, cuando tuvo un ligero crecimiento, con tan solo un 1,0 %, impulsada por el aumento del consumo interno y de la producción agropecuaria, pero aún no llega a una expansión sostenida.
La huelga de los camioneros que tiene prácticamente paralizado al país impedirá que Brasil, aún afectado por los coletazos de la recesión y que apenas comenzaba a vislumbrar una salida, despegue en la recuperación de su economía.
De persistir la huelga, la previsión que tenía el Gobierno de que la economía del gigante sudamericano creciera 2,5 % este año puede quedarse bastante desfasada.
De hecho, la fragilidad que todavía sufre la economía brasileña fue evidente en el primer bimestre del año, lo que ya había obligado al Gobierno a revisar a la baja sus expectativas iniciales de que el país tuviera un crecimiento de 3 %.