La solución para Argentina y el posible contagio a otros emergentes
La solución en Argentina es una caja de herramientas fiscales y monetarias, junto al apoyo (o condena) del Fondo Monetario. Hay advertencias de que el caso argentino puede no ser el único, dada la vulnerabilidad de otros países.
La autoridad monetaria argentina subió los tipos de interés 1.300 puntos básicos hasta situarlos en el 40% para devolver la estabilidad a un peso cuyo desplome no veía (ni ve, de momento) el final. Pese a que con ello el país ahora ofrece los intereses nominales y reales más elevados del mundo, no ha sido suficiente para contener la salida de capitales y el Gobierno que preside el liberal Mauricio Macri pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional.
Gregorio Saichin, de Allianz Global Investors, comenta que este paso fue el lógico para aumentar la capacidad de acción de las autoridades locales. Pero apunta que "la solución debe provenir de una combinación de herramientas a corto plazo y políticas estructurales que se ocupen de la reducción del déficit y del estímulo del crecimiento". ¿Qué otros instrumentos ha de utilizar el Gobierno, a juicio de Saichin? Por ejemplo, la introducción de un mercado de futuros que permita que el banco central defienda un tipo de cambio predefinido con el dólar, además de líneas de repos con otros bancos centrales para aumentar sus recursos. En cuanto a la política económica, según Saichin, el Gobierno de Macri debería actuar tanto del lado de los ingresos, ampliando la red tributaria, como de los gastos, reduciéndolos.
Aunque por el lado de los gastos, Macri ya ha realizado numerosos recortes: por ejemplo, el coste de los subsidios cuando llegó al poder era equivalente al 4% del PIB, mientras que ahora está apenas en el 1%.
"Si la Administración puede realizar ahorros o hacer crecer la economía el próximo año para estabilizar el déficit en niveles entre el 3% y el 4%, entonces tendría una mayor probabilidad de estabilizar el barco", concluye Saichin.
Las negociaciones entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional están en marcha. Claudia Calich, gestora de M&G Emerging Markets Bond, señala una de las ventajas del proceso que se ha abierto: "A diferencia de otros países que se opondrían ideológicamente a un programa del FMI (Venezuela seguramente, potencialmente Turquía, de forma siempre incierta Ecuador), las autoridades argentinas pueden terminar bajo un programa si pierden el acceso a los mercados o si el país experimenta una crisis en la balanza de pagos provocada por la fuga de capitales. Argentina y el FMI han tenido una relación tumultuosa en el pasado, pero bajo administraciones diferentes (Menem, Néstor y Cristina Kirchner). El objetivo en este caso, para ambas partes, sería garantizar la estabilidad para que Argentina no regrese a sus políticas populistas fallidas bajo una nueva administración. El Gobierno actual está lleno de tecnócratas que entienden esto y, si llega el momento, convencerían a Macri de que ésta es su opción menos mala. Tal evento proporcionaría suficientes fuentes de financiación hasta al menos el final del próximo año".
La línea de crédito inicialmente anunciada se puede convertir en un rescate con condicionalidad en toda regla.
Pero la gran cuestión es posible que ahora sea si la crisis argentina puede llegar a contagiar al resto del mundo emergente.
Los analistas de Bank of America Merrill Lynch señalan que si bien la mayor parte de las monedas de los países emergentes se han depreciado, en ningún otro caso el movimiento ha tenido la dimensión del registrado por el peso argentino. Tampoco en ningún otro caso ha suscitado tanta preocupación, debido a los enormes déficits gemelos que sufre el país y a la importantísima exposición que tenían los inversores internacionales a esta economía (el propio Macri aludió en su mensaje televisado al problema de dependencia de los mercados internacionales que tiene el país). Argentina era el país más sobreponderado por los inversores en prácticamente todos los activos, tanto divisas, como deuda local y acciones, debido a la confianza que en un primer momento suscitó la llegada del liberal ortodoxo Macri después del Kirchnerismo y que se extendió hasta hace muy pocas semanas.
De acuerdo con los expertos del banco estadounidense, el contagio no debería extenderse a otros países emergentes, "excepto quizás algún impacto en Brasil y Uruguay". Uno de los argumentos que utilizan estos analistas es que el perfil de inversores en este tipo de mercados ha cambiado: los minoristas que estaban presentes en el año 2013 han desaparecido permanentemente. El inversor más miedoso, pues, el más propenso a vender ante cualquier riesgo, ya no está presente. Otra de las razones para no pensar en un contagio reside en que los 'hedge funds' ya no tienen tanta presencia en el mundo emergente. Y, por último, alegan que los inversores son ahora fundamentalmente institucionales, es decir, fondos de pensiones, seguros, fondos soberanos..., que no suelen tomar decisiones precipitadas basadas en sentimientos de mercado de corto plazo, sino en fundamentales y con vistas al largo plazo, que, a juicio de Bank of America Merrill Lynch, continúan siendo favorables en estos países.
Pero Paul Greer, de Fidelity, tiene una visión algo menos complaciente. El título de su informe sobre la cuestión "un canario argentino en la mina de carbón" es muy gráfico: viene a decir que, como sucede con los pájaros que sirven de alerta de gas grisú en las minas, la crisis argentina puede ser una llamada de atención a los inversores posicionados en mercados emergentes con fundamentos débiles porque, como apunta, "este tipo de activos no se lleva bien con un dólar cada vez más fuerte".
Así, si bien Greer considera que los fundamentos macro de los mercados emergentes en su conjunto se encuentran hoy mejor que hace cinco años, estos países no son inmunes a los 'shocks' exógenos, "particularmente en un contexto de costes de financiación crecientes en Estados Unidos, disputas comerciales globales y valoraciones costosas". Y añade: "El fuerte deterioro fiscal en los principales países, como China y Brasil, combinado con las incertidumbres electorales durante los próximos meses, ensombrece aún más la situación".
"La experiencia de Argentina en las últimas dos semanas actúa como una advertencia para los inversores posicionados en mercados muy sobreponderados y con fundamentos vulnerables. Dadas nuestras expectativas de una mayor apreciación del dólar estadounidense a corto plazo, no creemos que sea la última", concluye Greer.
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