El BCE pone en marcha la primera fase del euro digital
La divisa digital europea empieza en octubre su primera fase de estudio y podría implantarse a partir de 2026
El euro digital se acerca. El BCE iniciará en octubre la fase de estudio para analizar la implantación de un euro digital y las repercusiones que tendría en la economía de la UE y en la vida de los europeos.
La primera fase del proyecto durará 24 meses y su objetivo es abordar aspectos como el diseño y la distribución de la moneda digital para que pueda atender las necesidades de los ciudadanos, impedir actividades ilícitas y evitar cualquier impacto no deseado en la estabilidad financiera y la política monetaria.
En definitiva, pretende diseñar «una forma de dinero de banco central digital sin riesgo, accesible y eficiente», afirman desde el BCE. Sería un complemento del dinero en efectivo, no su sustituto.
Garantizar la privacidad y evitar riesgos
En esta etapa también se evaluará el posible impacto de esta divisa en el mercado, y se identificarán las opciones de diseño que permitan garantizar la privacidad y evitar riesgos a los ciudadanos, a los intermediarios y al conjunto de la economía de la zona del euro.
Los expertos también definirán un modelo de negocio para los intermediarios supervisados en el ecosistema del euro digital.
Tras esta fase, se empezará un periodo de implementación que se prevé alargar hasta 2026, y sería a partir de entonces cuando el BCE optaría por dar el sí o el no al euro digital.
Acabar con la amenaza al monopolio estatal del dinero
Una de las consecuencias de su implantación "sería acabar con la amenaza de las criptomonedas privadas al monopolio estatal del dinero" , asegura Thomas Mayer, estratega de mercados de Flossbach von Storch.
El bitcoin y las demás criptodivisas privadas suponen una competencia indeseada para los bancos centrales de la UE que pone en jaque el monopolio estatal del dinero que administran. Si las criptomonedas privadas sustituyeran poco a poco al dinero actual, los bancos centrales ya no podrían utilizar la emisión monetaria para controlar la economía y financiar los Estados.
El riesgo de Libra y sus pares
El euro digital podría también acabar con el riesgo que suponen las nuevas criptodivisas, como el proyecto Libra de Facebook, tras la disminución drástica que se ha producido durante la pandemia de las reservas de efectivo para transacciones.
“Esto asusta a los bancos centrales porque las nuevas criptodivisas podrían desbancar al dinero en efectivo que los bancos emiten, que es el único medio de pago de curso legal”, asegura Thomas Mayer.
Euro digital y bitcoin, distinta forma de funcionar
El bitcoin nació con la finalidad de que no hubiera que entregar los billetes físicamente, sino que se pudieran transferir virtualmente, como si se transmitiera su número en vez del billete en sí. Y esto de persona a persona, no a través de un banco que registra la transferencia de manera centralizada.
Su inventor pretendía mantener a los bancos al margen de las transacciones, tanto a los bancos comerciales como a los bancos centrales. De esta manera, pueden reducirse los costes de transacción.
Pero ese no era el único objetivo en el caso del bitcoin. Esta criptomoneda pretende mediante su algoritmo evitar las burbujas y las crisis de crédito desencadenadas por la generación de dinero crediticio.
En cambio, lo que se pretende con el euro digital es añadir una nueva variante a ese tipo de dinero. "Si el euro digital fuera un coche, podríamos decir que tendría el aspecto de un coche eléctrico moderno, pero bajo el capó seguiría habiendo un motor de combustión, que es precisamente la creación de dinero mediante préstamos bancarios. En cambio, las criptomonedas como el bitcoin son coches cien por cien eléctricos", señala Thomas Mayer.
Una solución al problema de la deuda
El euro digital también podría ofrecer a los Estados "la oportunidad de salir un poco del atolladero de la deuda", asegura Thomas Mayer.
Argumenta que, en el actual sistema de dinero crediticio, el dinero escritural está cubierto por una cartera rotativa de préstamos bancarios. Ese dinero se crea cuando se concede un préstamo y desaparece cuando el préstamo se devuelve.
En cambio, el euro digital podría diseñarse para que sea dinero del banco central respaldado por una reserva fija de bonos soberanos en el balance del BCE.
El BCE podría crear ese fondo de garantía comprando bonos del Estado hasta el volumen deseado de euros digitales.
“Con sus programas de compra de deuda pública, el BCE ya ha recorrido parte de este camino. Una vez alcanzada la cuantía deseada, podría seguir comprando bonos para que creciera la masa monetaria de euros digitales”, afirma el estratega de mercados de Flossbach von Storch.
Bonos para satisfacer la demanda de dinero de la economía
En ese caso, el banco central no compraría bonos del Estado en función de las necesidades de los países, sino que solo adquiriría la cantidad de bonos necesaria para satisfacer la demanda de dinero de la economía.
Así, los nuevos euros digitales creados de esta manera no podrían pagarse a los países del euro, sino que se asignarían directamente a los ciudadanos como dividendo monetario. Como el BCE necesita los bonos como fondo fijo de garantía, los valores saldrían del mercado y podrían quedar libres de intereses y amortizaciones. En consecuencia, disminuiría la deuda pública en circulación en el mercado.
Mayer pone un ejemplo: suponiendo que el euro digital reemplazara unos 6 billones de euros en depósitos bancarios a la vista, la deuda pública circulante en el mercado se reduciría de unos 11 a 5 billones, lo que supondría un enorme recorte, aunque tendría que ser puntual para mantener la confianza en el euro.