6 estrategias para planificar una jubilación que aguante el ritmo de vida actual

Elegir el producto finalista adecuado, no rescatar el capital antes de tiempo y empezar a ahorrar pronto son las claves para mantener el poder adquisitivo durante la jubilación

La planificación financiera para la jubilación es fundamental si los actuales trabajadores no quieren perder calidad de vida durante su retiro, y más cuando la esperanza de vida aumenta y los expertos advierten que las pensiones futuras serán menores de las que se reciben ahora.

A pesar de ello, solo uno de cada diez españoles ahorra para la jubilación y la mayoría de los que lo hacen cree que no ahorran lo suficiente y que perderán poder adquisitivo cuando se retiren.

Para evitarlo, diseñar un plan financiero para la jubilación es la solución, recomiendan los expertos, para quienes el plan debe seguir seis pasos.

Empezar a ahorrar con la primera nómina

El ahorro es la principal herramienta para asegurar un buen retiro y hacerlo cuanto antes y de forma regular es prioritario debido a que el tipo de interés compuesto juega a favor.

Este permite sumar intereses al capital inicial ahorrado. El dinero, en este caso, tiene un efecto multiplicador porque los intereses producen nuevos intereses.

Por ello, los expertos recomiendan que se empiece a ahorrar desde la primera nómina, ya que los productos de ahorro destinado a la jubilación se pueden contratar a partir de aportaciones mínimas.

Este es el caso de Carlos Balado, profesor de OBS Business School, para quien se debe “empezar a ahorrar para la jubilación desde muy jóvenes y dedicar a ese ahorro entre un 7 y un 10 por ciento de los ingresos mensuales".

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Calcular los gastos y la cuantía pensión

Otro paso fundamental es analizar qué tipo de vida se desea llevar en los años de retiro y cuánto dinero se necesita para conseguirlo.

Los analistas en pensiones calculan que para mantener durante el retiro el nivel de vida previo a la jubilación es necesario tener entre el 70 y el 80 por ciento de los ingresos que se obtenían trabajando.

Al calcular el montante, hay que tener en cuenta que uno de los fallos más comunes en este paso es infraestimar los gastos que se van a producir debido a que no se valora que, al tener más tiempo de ocio, el jubilado puede gastar más, a lo que se añaden nuevos desembolsos relacionados con la salud.

Al mismo tiempo hay que calcular la pensión pública que se va a recibir y, a partir de ahí, calcular el ahorro necesario para complementarla.

Para realizar el cálculo, la Seguridad Social dispone de un simulador que permite hacer una estimación razonable del importe de la pensión.

Elegir el producto adecuado a los objetivos

Además de los planes de pensiones, en el mercado existen numerosos productos dirigidos al ahorro finalista que aportan rentabilidad y generan incentivos fiscales de los que pueden aprovecharse los ahorradores.

Entre ellos están los planes de previsión asegurados (PPA) que son seguros de ahorro a largo plazo con las mismas características, contingencias cubiertas y liquidez que los planes de pensiones. También su régimen jurídico y fiscal se asimila al de estos.

La principal diferencia es que los planes de pensiones se instrumentalizan en fondos de pensiones mientras que los de previsión asegurados lo hacen en contratos de seguro y tienen una rentabilidad garantizada mediante técnicas actuariales, mientras que los planes de pensiones pueden tenerla, es el caso de los planes garantizados, o no.

El ahorrador también se puede decantar por los planes de ahorro individual sistemático (PIAS). Son productos de ahorro a largo plazo que permiten hacer aportaciones periódicas y extraordinarias hasta 8.000 euros anuales y un máximo durante toda la vida del seguro de 240.000 euros por ahorrador.

La aportación no goza de beneficios fiscales, pero si el rescate se produce transcurridos al menos 5 años desde la primera aportación y con él se constituye una renta vitalicia, los rendimientos quedan exentos de tributar.

A ellos se suman los seguros de vida de ahorro que, aunque no gozan de ventajas fiscales, permiten el rescate en cualquier momento.

El ahorrador también puede valorar los fondos de inversión como una buena alternativa debido a la liquidez que ofrecen y su acceso a un mayor abanico de productos que los planes de pensiones tradicionales.

Independientemente del producto que se elija, “la inversión tiene que ser diversificada”, advierten los expertos. Recomiendan distribuir el ahorro para la jubilación en diferentes activos financieros, lo que “permite reducir el riesgo y mejorar la rentabilidad de las inversiones a largo plazo”.

Antes de optar por uno, Isabel Casares, secretaria general de la Organización de Consultores de Pensiones (Ocopen), recomienda elegir el que mejor se adapte a las necesidades del ahorrador y a sus objetivos marcados a largo plazo.

"No es lo mismo que necesitemos liquidez antes de la jubilación y tengamos que rescatar parte o todo el fondo, que cobremos un capital a la edad de jubilación o que decidamos cobrar una renta temporal o vitalicia que complemente la pensión pública”, indica.

Analizar con lupa la entidad financiera y el producto

Es importante analizar la solidez de la entidad financiera y del producto de ahorro finalista que ofrece antes de contratarlo.

"Hay que ver qué lugar ocupan en el ranking de rentabilidad a largo plazo y de solvencia", aconsejan desde EFPA. Aun así recuerdan que rentabilidades pasadas nunca aseguran rentabilidades futuras.

Otro aspecto importante a revisar que incidirá en la rentabilidad del producto son sus comisiones. Aunque es aconsejable huir de las comisiones más altas, los expertos recuerdan que no siempre un producto con la comisión más baja es el más adecuado, ya que “hay planes de pensiones de renta variable con comisiones elevadas que se ven compensadas con altas rentabilidades que ofrecen”.

La información clara, puntual y de calidad que aporten las entidades financieras a sus clientes también debe ser un factor importante antes de optar por un producto y así evitar sorpresas desagradables.

No rescatar el ahorro antes de tiempo

Un error común entre muchos ahorradores es rescatar antes de la jubilación el ahorro destinado al retiro para cubrir gastos imprevistos.

En el caso de los planes de pensiones el rescate está prohibido salvo en algunas circunstancias como incapacidad laboral, enfermedad grave, desempleo o estar inmerso en un ere.

Pero a partir de 2025 se podrán rescatar siempre que hayan transcurrido diez años desde que se realizó la primera contribución al plan.

Otro factor a tener en cuenta es la posibilidad de mantener el ahorro finalista después de llegar a la jubilación.

Tras la jubilación, el partícipe puede seguir haciendo aportaciones a su plan de pensiones y beneficiarse de sus incentivos fiscales. Puede desgravarse en el IRPF las aportaciones anuales de hasta un máximo de 1.500 euros.

Si finalmente se opta por el rescate, hay que analizar la mejor forma de hacerlo para tratar de mitigar el hachazo fiscal que el partícipe va a recibir. La modalidad más eficiente es a través de rentas periódicas.

"Esta forma permite distribuir el coste fiscal en distintos años, lo que genera un impacto menor en el tipo marginal de la declaración de la renta y, al poder elegir entre la modalidad de rentas a percibir, podemos adaptarlo mejor a las necesidades de la unidad familiar complementando la pensión de la Seguridad Social”, señala Isabel Casares.

Mientras que cobrarlo en forma de capital en un solo pago “incrementa los ingresos a declarar, aumentando la base imponible y, dependiendo de los importes que se perciban, incrementando el tipo marginal que corresponda, lo que se traduce en un mayor pago de impuestos”, advierte la experta.

Revisar el producto de ahorro y el plan financiero todos los años

Al tratarse de inversiones a largo plazo, el ahorrador debe revisar cada año la evolución de su producto de ahorro finalista para comprobar que le está ofreciendo la rentabilidad esperada.

También debe analizar todos los años su plan de ahorro financiero diseñado para la jubilación y después de cualquier hecho relevante que suceda en la vida del ahorrador y que pueda tener impacto en él.

Esta es la única forma de saber si se están cumpliendo o no los objetivos y, si no es así, introducir en el plan los cambios necesarios para lograrlos.

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