Cataluña: ¿Y ahora qué?
Cambiar todo para que nada cambie. Las elecciones catalanas arrojaron un resultado digno del Gatopardo de Lampedusa. Todo se ha[…]
Cambiar todo para que nada cambie. Las elecciones catalanas arrojaron un resultado digno del Gatopardo de Lampedusa. Todo se ha puesto patas arriba -la fractura social, la fuga de empresas, el 155, la cárcel de unos, la huida a Bélgica de otros, la estrambótica campaña- para que todo siga igual.
Las encuestas agitaban el fantasma de la repetición electoral y anunciaban un tablero endiablado sin mayorías absolutas para ninguna de los dos bloques y con Catalunya en Comú-Podem con la llave maestra para deshacer el bloqueo. Pero, finalmente, el 'pactómetro' arroja mayoría absoluta, de nuevo, para los secesionistas que han cargado a sus espaldas el peso del 'procés'. Rota la entente de Junts pel Sí, Puigdemont se ha impuesto a Junqueras en la lucha fratricida por el liderazgo 'indepe' contra todo pronóstico. El huido expresident tiene en sus manos intentar revalidar el acuerdo con ERC y la CUP que ha llevado a Cataluña al borde del abismo y que ha entregado los mandos a una formación antisistema, reducida ahora a menos de la mitad de su peso pero de nuevo clave para reeditar el bloque de la DUI. Los secesionistas suman 70 escaños, dos por encima de la mayoría absoluta y dos por debajo de sus escaños en el anterior Parlament, suficientes en todo caso para hacer president a un partidario de la inexistente república catalana.
Eso sí, el pacto es mucho más complejo de lo que aparenta, por más que la incontestable ganadora de las elecciones, Inés Arrimadas, lo tenga casi imposible para ahormar en torno a su figura una mayoría que contrarreste la pujanza 'indepe' y la lleve al Palau. En su particular 'pactómetro', la líder naranja, incluso aunque recibiera sin titubeos el respaldo del resto del constitucionalismo -PSC y PP, recelosos de los efectos en Madrid del meteórico ascenso de C's- se quedaría en unos insuficientes 57 escaños. La candidata liberal anunció en campaña que pediría la abstención de los comunes pero ni así: la mayoría nacionalista la doblegaría también en segunda votación.
Inestabilidad y ruptura
Arrimadas lo tiene difícil o casi imposible pero no lo tiene mucho más fácil Puigdemont, que si vuelve a España para una hipotética investidura sería inmediatamente detenido. Su 'número dos', Jordi Sánchez (ANC), está en la cárcel. Por no hablar de los recelos y desconfianzas entre su lista personalista y una Esquerra que soñaba con la victoria y se lame ahora las heridas con su flamante candidato en prisión.
El pacto 'indepe' les obligaría a aclarar, además, si se vuelven a lanzar por el precipicio de la inestabilidad y fuerzan otro 155 o rectifican el rumbo. Y la CUP ya ha avisado que no respaldará nada que no signifique ruptura. Si se ponen de acuerdo entre JxC y ERC podrían intentar convencer a Ada Colau y los morados, pero su candidato ha prometido que no se aliará con «la derecha», un saco en el que incluye a Puigdemont. Complicado también, por lo tanto, traducir en gobernabilidad el resultado en el campo secesionista.
Las otras combinaciones con las que se especulaba se han quedado en agua de borrajas. El tripartito de izquierdas -lo más parecido a la 'vía vasca' que recetaba Urkullu- se queda también en 57 y el magro resultado del PSC echa por tierra sin remilgos la fórmula 'Borgen' para hacer presidente a Miquel Iceta.