¿Dónde está el suelo de Telefónica?
No existe ni un solo dato que refleje no ya la recuperación del tradicional poderío de Telefónica, sino, ni siquiera[…]
No existe ni un solo dato que refleje no ya la recuperación del tradicional poderío de Telefónica, sino, ni siquiera la paralización de la sangría de clientes que sufre todos los meses. Tras perder la cuota psicológica del 50% en el caso de las líneas de banda ancha; y del 40% en telefonía móvil, la operadora se deja dos soportes claves en los que había fijado toda su atención.
Desde octubre de 2010, la compañía venía perdiendo muchos más clientes de los que podía retener de otras operadoras móviles. La tendencia se ha venido acentuado mes tras mes: en enero, 217.000 clientes se marcharon, y a pesar de que captó a 140.000, el saldo es negativo. En el caso de la banda ancha, en apenas dos años, ha pasado de ostentar seis de cada diez líneas fijas, a quedarse con menos de cinco por cada diez.
Lo más llamativo de estas cifras es que, detrás de ellas, se esconden dos modelos comerciales completamente diferentes, que se han sucedido en apenas medio año: en 2011, rebajó precios, lanzó campañas agresivas de captación con terminales de última generación gratuitos y aplicó descuentos en todas las facturas. Todo para no perder más clientes. Pero la estrategia no le ha servido. Ahora, regresa a la senda tradicional: dejará de subvencionar terminales móviles a coste 0, un primer paso que puede llevar a nuevas medidas de ajuste. Porque una compañía como Telefónica no puede actuar como una operadora de bajo coste. En el sector aéreo, algunas empresas hicieron lo mismo hace varios años; y el resultado fue, no sólo el crecimiento de las "low-cost", sino la desaparición de muchas compañías tradicionales. Y de las que sobreviven, la mayoría lo hacen con muchos problemas, al no haber encontrado un modelo de negocio rentable, que no barato; eficiente, que no sin calidad; y con futuro, que no cortoplacista.
El actual modelo de negocio no está dando los frutos deseados. Durante el año pasado, la división de Telefónica España redujo su resultado operativo más de un 54%, hasta caer a los 2.984 millones de euros, frente a los 6.511 de 2010, los 7.617 de 2009 o los 8.046 millones de hace cuatro años. España ya sólo aporta un 29% de los resultados del grupo, frente al 39% del año anterior. Porque Telefónica se mantiene, sobre todo, gracias al negocio en Latinoamérica. Los resultados de 2011, presentados hace apenas dos semanas, ponen de relieve la sangría en todos los frentes de la filial española: los ingresos en telefonía móvil y fija han caído, de media, un 10%, sobre todo por las partidas relacionadas con los clientes (cuotas de conexión, tráfico facturado, etc.).
El anuncio de los nuevos planes de precios de telefonía móvil ya puso en alerta a los analistas, en el mes de noviembre. "Habrá un mayor impacto en los márgenes de la compañía, más bien a largo plazo", indicaba Lluis Peralta, director de fondos de GVC Gaesco Gestión. "Esta guerra repercutirá en los ingresos a corto plazo", estimaba Ignacio Cantos, director de inversiones de Atlas Capital.
Movistar se enfrenta, en España, a una doble coyuntura: u opta por esperar a que escampe el temporal de la crisis económica, si considera que es ésa la única razón por la que pierde clientes; u ofrecer servicios adicionales y de calidad, que generen mayor atractivo para los grandes clientes, como una red superior, de 4G, como ya ocurre en Estados Unidos, aunque para eso haya que invertir, precisamente ahora, más dinero. Encontrarse en un gran conglomerado empresarial y apoyarse en la tranquilidad financiera por la que pasan otras sociedades del grupo puede ser una buena opción para que la división española aproveche para invertir -que no gastar- en futuro. No todas las empresas, grandes o pequeñas, gozan de esta posibilidad tan ventajosa en estos momentos.