España, tras los pasos de Italia
España se enfrenta a un gran reto, a un hito que puede alimentar los ataques especulativos contra nuestra deuda. La[…]
España se enfrenta a un gran reto, a un hito que puede alimentar los ataques especulativos contra nuestra deuda. La cámara de contrapartida de Londres, LCH.Clearnet, podría elevar hoy, mañana o en cualquier momento, las garantías que exige a los bancos que utilizan deuda española en sus operaciones de financiación. Según una regla no escrita, LCH.Clearnet toma esta medida en cuanto la prima de riesgo supera los 450 puntos básicos. La semana pasada le sucedió a Italia y ello provocó otra fuerte subida de los intereses de la deuda del país y aceleró la expulsión del primer ministro Silvio Berlusconi, y el nombramiento de un Gobierno que puede estar al frente, sin haberse sometido al escrutinio ciudadano, hasta el año 2013.
El único que de verdad puede parar esta sangría, el Banco Central Europeo, se niega a actuar con contundencia: la semana pasada, una de las de más tensión que se recuerdan, compró apenas 4.000 millones de euros en bonos. La autoridad monetaria europea parece cómplice de un plan que quiere convertir a Europa en un feudo germánico, austero, duro, ortodoxo.
¿Puede seguir España la misma secuencia política que Italia? No es descartable. Aunque el que se vislumbra como próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, puede estar diseñando la venda para la herida nombrando nada más desembarcar en La Moncloa a José Manuel González Páramo, un tecnócrata y comisario político de Fráncfort, como ministro de Economía.
El hecho de que España puede seguir la misma deriva que Italia se apoya en varios hechos. El primero es que ambas economías son demasiado grandes para dejarlas caer. Pero también para ayudarlas, sobre todo teniendo en cuenta que el fondo de estabilidad financiera de Europa aún no tiene recursos suficientes ni idea tampoco de cómo conseguirlos.
¿Cómo recuperar, entonces, la confianza de los inversores? Con la dureza de un Gobierno tutelado por la ortodoxia germánica y que, además, no tenga que rendir cuentas al electorado. En España, de cumplirse el esquema con que se especula, al menos, el Gobierno tendría legitimidad democrática. Pero los mercados pueden pedir más. De hecho, siempre piden más, sobre todo si encuentran flancos débiles en la política. Y los vencimientos de deuda a los que se tiene que enfrentar el Tesoro español el próximo año infunden, como mínimo, mucho respeto. Entre "Rajoy, el breve" y un Gobierno de tecnócratas que puede diseñar el propio Partido Popular, todo es posible. Pero de lo que no hay duda es de que los mercados ya le están poniendo las cartas sobre la mesa al próximo presidente del Gobierno.
De hecho, en las últimas sesiones estamos observando una evolución preocupante en un diferencial en el que no nos solemos fijar demasiado: el que hay entre la deuda española y la italiana.
Un poco de historia: desde el estallido de la crisis de la deuda europea hasta julio de este año, los inversores han estado exigiendo más rentabilidad para comprar bonos españoles que para comprar bonos italianos. Es decir, la comunidad inversores veía más riesgo en España que en Italia. En el peor momento para nuestro país en comparación con el trasalpino, la prima de riesgo de España era de 89 puntos básicos.
La decidida acción del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que se había marcado como misión la de evitar el rescate de España aún a costa de su propia cabeza, y la desidia de Silvio Berlusconi, más preocupado en sus litigios personales y con cada vez menos apoyo de los suyos, provocaron que la situación se diera la vuelta. Los inversores comenzaron a ver mucho más riesgo en Italia que en España, hasta que, en lo peor de la crisis, el sobreprecio exigido por los inversores para invertir en bonos a diez años del Tesoro italiano en lugar de en deuda española se disparó hasta llegar a los 142 puntos básicos el 9 de noviembre. Pero en apenas una semana, España se ha vuelto a acercar a Italia. El diferencial ya es de sólo 67 puntos básicos.
Y mientras los socios del norte de Europa nos ponen firmes a los del sur, los inversores obtienen muy interesantes rentabilidades con prácticamente nada de riesgo. Como los que han acudido a la subasta del Tesoro español esta mañana.
Tras España, puede llegar Francia. Y la propia Alemania. No sé si el euro sobrevivirá a ésta o no. Lo que parece claro es que el modelo social europeo e, incluso, la democracia liberal tal cual la conocíamos puede estar pasando a la historia. En los primeros años del siglo XX también se apelaba a la actuación de tecnócratas, de cirujanos de hierro, para solucionar los problemas de Europa y se terminó mal, muy, muy, mal. Por eso, la pregunta que de verdad da miedo responder es: ¿Cuándo se verán satisfechos los que imponen las reglas?