La deuda crece 16 millones cada hora. ¿Quién va a invertir así en la economía española?

La deuda pública se mete ya en el 100% del PIB, un punto de no retorno. España debe cada hora 16 millones de euros más. A partir de aquí, se complica la sostenibilidad y la llegada de capitales extranjeros

La pandemia del coronavirus y la fuerte contracción económica de la que ha venido acompañada, han dejado a la economía española con una deuda que ya es prácticamente el 100% del PIB.

Este nuevo récord histórico, supone que el valor de todo lo que produce la economía nacional a lo largo de un año es deuda pura y dura, una hipoteca de 1,23 billones de euros que tendrá serias consecuencias en la reactivación económica.  

La senda es preocupante porque el crecimiento de la deuda está siendo más que proporcional a las necesidades de financiación, incluso a las que está proyectando el Tesoro, que calcula para este año una emisión neta (nueva deuda) de 130.000 millones de euros y bruta (nueva deuda más vencimientos) de 297.000 millones.

Pero en estos primeros meses del año, el Tesoro está superando los objetivos que se habían propuesto. Hay que atender el mayor gasto sanitario, y sobre todo, afrontar los gastos provocados por los ERTEs o las prestaciones por desempleo.

Un dato preocupante pero esperado

El dato es el esperado, no solo ya por el Covid, sino porque el volumen de deuda pública española no ha bajado en muchos años. Supone que España ha aumentado la deuda en 46.000 millones de euros en apenas cuatro meses. A un ritmo de 16 millones por hora.

“Es una cifra preocupante porque marca una tendencia muy peligrosa, ya que de entrada supera el límite psicológico del 100% y es un punto de no retorno”, dice Juan Carlos Higueras, profesor de Finanzas de EAE Bussines School.

De hecho, las previsiones de Bruselas hablan para finales de año de una ratio del 115% del PIB, que se puede quedar corta, pues estos cálculos se hacen sin tener en cuenta el 10% que como poco se desplomará el producto interior bruto.

El incremento que vamos a vivir este año de la deuda pública “es algo sin precedentes en la historia, tanto por las cuantías como por el ritmo de acumulación, ya que nunca se había acumulado tanta deuda nueva en tan poco tiempo”, dice Javier Santacruz, profesor de economía del IEB y cofundador de Long Tail Partners.

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Los efectos que podría generar esta gigantesca bola de nieve que se cierne sobre la economía española son potencialmente muy graves: no solo está en cuestión la sostenibilidad de las finanzas públicas, sino que además, el fuerte endeudamiento podría frenar a los inversores internacionales.

Inversiones en peligro

Los economistas se suelen referir al llamado “efecto expulsión”, en el que la financiación de la deuda reduce la inversión en otras actividades productivas. Esto es así porque los inversores exigen tipos más altos y buscan alternativas más rentables.

En el caso de la economía española, este efecto “es un riesgo real, ante la falta de alternativas de inversión”, recuerda Santacruz.  En realidad, supone una respuesta a la asimetría en los movimientos de capital, que son un paradigma peligroso en la zona euro.

Y es un efecto cruzado, que coloca a los Estados miembros unos contra otros, a las empresas unas contra otras y a las propias compañías contra sus Estados. “Habrá Estados que controlen mejor sus finanzas y atraigan más inversiones”, recalca Santacruz.

De hecho, ya se está viendo lo que sucede. No es lo mismo la transmisión de la liquidez en un mercado como el alemán, donde el Gobierno está inyectando dinero a Lufthana luego de bordear el rescate, que la transmisión de la liquidez en España, por ejemplo para Iberia.

Mensajes políticos equivocados

Esta distorsión que genera el elevado endeudamiento, y cuya causa es puramente económica, se puede ver agravada por los mensajes políticos.

Se trata de las nacionalizaciones, las subidas de impuestos, las regulaciones por todos los sitios, la tasa Tobin, la tasa Google, la reforma laboral, lo que esperan los inversores de un gobierno de este color político.

“Es lo más preocupante”, dice Higueras, pues estos mensajes que se están lanzando están una fuerte huida de capitales en España, cantidad que Higueras cifra en 50.000 millones de euros.

A este respecto, Miguel Ángel Bernal, profesor de la Fundación Estudios Financieros, considera que el problema no es tanto por la deuda, sino por los temas regulatorios, el coste de la energía o el mercado laboral. Es decir, aspectos relativos a la inseguridad inversora.

La peligrosa sostenibilidad

El otro gran problema que genera la enorme montaña de deuda que se cierne sobre la economía española tiene que ver con la sostenibilidad. O dicho de otro modo, con el hecho de que España pueda pagar lo que debe, algo que depende de la prima de riesgo.

El propio Tesoro intentaba cargar las tintas en una mayor emisión de deuda en estos primeros meses, para evitar tensiones de la prima de riesgo en el futuro, pero “las vamos a seguir teniendo igualmente, a pesar la intervención del BCE y de haber ampliado su programa de compras”, dice Santacruz.

Dura competencia

El problema es otra vez de competencia. Es tal la necesidad de emitir deuda del resto de países europeos, y de nuestros competidores directos, que son Francia e Italia, que aunque el BCE haya doblado su programa de compras, sigue siendo insuficiente.

Y es que estos tres tesoros, el francés, el italiano y el español, están compitiendo sin piedad en el mercado de deuda para intentar captar la mayor cantidad de recursos, mientras miran qué tipo de respuesta dan las instituciones europeas.

Pero en cualquier caso, lo presentado por la Comisión Europea y lo que se debata en los próximos meses, “seguirá siendo muy insuficiente porque las cantiaddes de deuda son astronómicas”, dice Santacruz.

El problema es que las necesidades de financiación son tan grandes y la competencia por captar fondos es tan elevada, que la situación es muy distinta a la que tuvimos en la anterior crisis, donde España solo competía con otros países rescatados.

En cierto modo, España jugaba en otra liga. Pero ahora, sus competidores son la segunda y la tercera mayor economía de Europa, las más perjudicadas por la crisis. Además, Francia está desplegando un programa de ayudas gigantescas a sus sectores productivos.

El BCE puede que no sea tan milagroso

Muchos observadores destacan el papel que tendrá el BCE en esta crisis para domesticar la prima de riesgo y mantener la deuda bajo control. Cuando menos, es una postura discutible.

Si con medidas sin precedentes como las del BCE, “solo hemos sido capaces de bajar la prima en 50 puntos, eso me da que pensar de que las tensiones en la prima van a crecer mucho más en los próximos meses”, dice Santacruz.

Esto es todavía más grave si se tiene en cuenta que la situación de las finanzas públicas españolas es peor que la del resto de socios europeos, incluidos Francia e Italia.

La esperanza más tangible de frenar la bolsa de nieve pasa no solo porque el BCE aguante el tipo, sino porque Bruselas también de la talla.

Los fondos para la reconstrucción “podrían ayudar, estimulando las energías alternativas, la inversión verde o las infraestructuras, es decir, todo lo que se llama economía circular”, dice Bernal.

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