El programa de compras del BCE despierta dudas
La compra de bonos por parte del banco central perderá efectividad si la inflación sigue sin remontar
El Banco Central Europeo (BCE) siguió el guion y aprobó nuevas compras por 500.000 millones de euros y extendió su programa de compras pandémico (PEPP) hasta marzo de 2023.
Pero el organismo también comunicó las nuevas previsiones macro para los próximos años y estableció que la inflación se situaría en el 1,4% en 2023, la cifra más baja de hasta ahora todas las estimaciones realizadas por el BCE.
Esto, ¿qué quiere decir? Para Paul Diggle, economista senior de Aberdeen Standard Investment “los pronósticos económicos a la baja del BCE - adoptando una visión relativamente cautelosa sobre la velocidad con la que las vacunas permiten el retorno a la normalidad - significan que probablemente no sea la última incursión en el estímulo monetario de este ciclo”.
Es más, Konstantin Veit, senior portfolio manager en Pimco, con estas estimaciones se confirma que “el BCE no cumplirá su propia definición de estabilidad de precios en el marco de la configuración de la política monetaria recalibrada durante otros tres años”.
Por lo tanto, es probable que la compra de activos siga siendo el componente dominante de la combinación de políticas monetarias en un horizonte secular y, al igual que el Banco del Japón, es probable que las consideraciones de sostenibilidad adquieran mayor importancia con el tiempo.
Las compras de bonos pierden efectividad
Los próximos meses serán claves. Pero, de momento, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, se arriesga a confiar cada vez más en política fiscal para lograr su estabilidad de precios, una vez que las compras están perdiendo efectividad.
A tenor de las previsiones de inflación para los próximos años, los casi 2 billones de euros que va a imprimir el BCE van a ser incapaces de provocar una subida sostenida de los precios, lo que revela que la economía seguirá sin una recuperación clara.
“Cualquier banco central con metas de inflación deberá estar cerca a su objetivo al final del horizonte de pronóstico o de lo contrario está haciendo algo mal”, explicó Anatoli Annenkov, economista senior en Societe Generale. “Es sorprendente ver un pronóstico tan bajo por parte del BCE".
El BCE nunca cumplió de forma sostenible su objetivo en la última década, y más tras la crisis financiera donde se produjo un periodo largo de baja inflación.
El acuerdo del Fondo Next Generation, tras levantar el veto Polonia y Hungría, podría ser el revulsivo necesario, lo que permitiría poner el foco en las políticas fiscales de los estados y, por ende, generar presiones inflacionistas.
Por otro lado, a pesar de que los bancos pueden obtener financiación más que barata, esta no se traslada a la pequeña economía. De hecho, el BCE ya constató un endurecimiento de las condiciones de financiación a familias y empresas en verano.
Ante esta situación, Lagarde señaló que todavía tiene herramientas a su disposición, pero una bajada de la facilidad de depósito, que actualmente está en el -0,5% sólo perjudicaría a la banca.
Japonificación
El BCE podría seguir los pasos del Banco de Japón de controlar las curvas de rendimiento, aunque de momento, los miembros del Consejo de Gobierno del BCE lo nieguen.
Pero Veit considera que, a diferencia del Banco de Japón, la configuración institucional de la zona del euro presumiblemente desalienta al BCE a realizar un control manifiesto de la curva de rendimiento, y es probable que el BCE se abstenga de anunciar oficialmente objetivos numéricos simples para la curva de rendimiento soberano de la zona del euro ponderada por el PIB como resultado de ello.