La vacuna del Covid se convierte en una oportunidad de redención para Boris Johnson
En la cumbre global de las vacunas que Boris Johnson organizó en junio, el primer ministro británico presumió de que fue un médico británico, Edward Jenner, el inventor de las vacunas. Ahora, el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford lidera una de las iniciativas más prometedoras para dar con un antídoto contra el coronavirus.
La pandemia ha tenido efectos negativos sobre los líderes de todos los países del mundo, pero Boris Johnson tiene la desgracia de contarse entre los más afectados. Reino Unido registró las peores cifras de víctimas mortales de Europa y el mayor colapso económico del Viejo Continente muy pocos meses después de salir de la Unión Europea. De hecho, hasta el propio Johnson ha admitido que se organice una investigación sobre su gestión de la pandemia.
Por eso, ser el primer país que da con una barrera de contención contra el coronavirus supondría para Reino Unido una auténtica redención de todas estas humillaciones.
Después de todo, lo que Reino Unido quiere demostrar es que, incluso con crisis y pandemia, el país está mejor solo que dentro de la Unión Europea.
Así las cosas: Johnson es el eterno optimista, la vacuna contra el Covid-19 es el Santo Grial moderno y Reino Unido se ve a sí mismo como el caballero que lidera la búsqueda de un remedio aceptado a nivel mundial.
Dejar atrás los errores en la gestión de la pandemia
Una estrategia que bebe de su larga historia en investigación médica y que serviría para dejar atrás los errores en la adquisición de equipos de protección personal para sanitarios y los test de coronavirus.
Asimismo, esto explica por qué los ministros británicos maniobraron rápidamente para tomar el control del proyecto de la Universidad de Oxford, según desvelan las conversaciones de Bloomberg con científicos, funcionarios y asesores gubernamentales.
“Reino Unido está buscando su sitio en el mundo como una entidad independiente y tiene la oportunidad de mostrar verdadero liderazgo en el tema de la vacuna”, ha dicho John Bell, profesor de medicina en la Universidad de Oxford, que trabaja con el Gobierno británico en el programa para dar con el remedio.
Sin embargo, viendo la actuación del Gobierno durante la pandemia, los riesgos de fracaso son altos. De hecho, ha habido pocos aplausos para el Gobierno desde que el equipo de Oxford anunció en julio el resultado de los primeros estudios en humanos: que la vacuna era segura y generaba una respuesta inmune.
Asimismo, hay que tener en cuenta que muchos esfuerzos por dar con vacunas terminan en saco roto, a nivel mundial. De hecho, hay enfermedades sobre las que hay un gran conocimiento, como el VIH o la malaria, para las que no hay vacuna conocida aún.
Las opciones de Reino Unido
Pero, ¿cómo ha logrado situarse Reino Unido a la cabeza de la carrera por la vacuna?
Para empezar, el Instituto Jenner contaba con un buen punto de partida para comenzar a trabajar en el Covid-19 tras años de investigaciones sobre un virus similar, el MERS (siglas de Síndrome respiratorio de Oriente Medio, en inglés).
De este modo, cuando el Gobierno de Johnson descubrió que la universidad estaba negociando con compañías farmacéuticas estadounidenses la potencial fabricación del remedio, intervino para lograr que la vacuna se quedara en territorio británico.
GlaxoSmithKline y Astrazeneca eran los candidatos obvios para lograr una fabricación local. Algunos obstáculos dificultaban un trato con Glaxo pero, a finales de abril, se logró un acuerdo con Astra para la fabricación a gran escala. El Gobierno revisó todo el papeleo antes de firmarlo.
Pero esa no es la única bala con la que cuenta Reino Unido en la lucha por la vacuna.
En términos generales, el Gobierno ha apostado por cuatro enfoques principales para producir una vacuna contra el Covid-19.
La estrategia del Reino Unido es asegurarse de que el país tenga suficientes dosis de cada una de ellas con la esperanza de que alguna tenga éxito, pero no acumular suministros.
Por el contrario, parte de la marca “Global Britain” es compartir su éxito con el mundo.
Hasta ahora, el grupo de trabajo de Bingham ha comprado una mezcla de 340 millones de dosis de los cuatro grupos tras alcanzar dos acuerdos más el viernes pasado.
Reino Unido reafirma su voluntad de independencia
Eso sí, de manera totalmente independiente. El deseo de Gran Bretaña de responder a la pandemia por su cuenta ha sido claro desde el principio.
Así, el país optó por no participar en los programas conjuntos de compra de material sanitario de la UE, lo que provocó protestas de los trabajadores del Servicio Nacional de Salud.
Asimismo, Reino Unido rechazó un intento de Alemania, Francia e Italia de procurarse el acceso a distintas vacunas, en junio pasado.
Algunas semanas después, también se desvinculó del programa por la vacuna de la Unión Europea de 2.000 millones de euros, porque eso le hubiera impedido negociar de manera directa sus propios acuerdos.
"Nos estamos poniendo en peligro" con ese tipo de decisiones, ha advertido Martin McKee, profesor de salud pública europea en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. "Tal vez ellos se queden con todos los ases", ha añadido.
Si la vacuna Oxford-Astra se aprueba antes que otras alternativas, eso reforzará la reputación de Londres. Pero, al no haber garantías de éxito, lo mejor que puede hacer Reino Unido es estar preparado en caso de que las cosas salgan mal, ha aseverado Bingham.
Pero Johnson no entiende de medias tintas, como demuestra su promesa de Año Nuevo, un mes antes de que se formalizara el Brexit. El Reino Unido será el "mejor lugar de la Tierra" para una "educación de calidad y una ciencia de vanguardia", dijo. Pues bien, ahora resulta que el porvenir de su país depende en gran parte de esa segunda promesa.