Rato, Blesa y los ricos bonus
Sería una insensatez no sacar lecciones de esta gran crisis y mantener las formas de actuar como si nada hubiera[…]
Sería una insensatez no sacar lecciones de esta gran crisis y mantener las formas de actuar como si nada hubiera ocurrido. Y ello es extensible a todos: empresas, consumidores, organismos reguladores y, naturalmente, también a las entidades financieras, que están y han estado en el origen y desarrollo de esta crisis.
Sin embargo, muchos de los grandes ejecutivos de las entidades financieras están optando por negar la evidencia y mantener sus hábitos y estrategias como si nada hubiera ocurrido.
Hace trece años, los ejecutivos de Caja Madrid diseñaron un plan de incentivos que debería premiarles con 25 millones de euros en base al incremento de beneficios durante ese periodo. Llegó la crisis hace tres años, que colocó a la entidad en no buena situación por el aumento de la morosidad y la reducción de sus beneficios. Pero, daba igual. Aquellos ejecutivos han considerado que su incentivo era merecido y lo habrían cobrado fácilmente si no hubiera mediado en su más reciente curriculum un grave conflicto con la Comunidad de Madrid. Bien es sabido que Esperanza Aguirre intentó por todos los medios la salida precipitada de Miguel Blesa y que éste resistió con todas sus fuerzas todos los envites. Ahora la presidenta y sus hombres de confianza han sido los primeros en airear la pretensión de cobrar tales bonus. Y a Rodrigo Rato, sustituto de Miguel Blesa, le han puesto en bandeja aparecer como un presidente responsable que se debe a su entidad antes que a cualquier otro interés político o personal.
Miguel Blesa, notario de profesión, tuvo como bandera la integridad de su gestión ante cualquier presión exterior que recibiera ajena a los intereses de la entidad. Ello le hizo enfrentarse con algún medio de comunicación y con alguna, no precisamente afamada, asociación de defensa de usuarios bancarios. Y mantuvo el tipo. Sin embargo, ahora se está equivocando de estrategia.
Ojalá el asunto de los bonus de Caja Madrid sirva para que entidades financieras, organismos reguladores y el propio gobierno establezcan algún tipo de acuerdo que acote este tipo de prácticas que sólo hacen bien a quien recibe los incentivos. Son malas para una sociedad que no entiende la concesión de ayudas públicas mientras se distribuyen bonus y, sobre todo, son malas para los accionistas que, como siempre suele ocurrir, son los "paganini" de las decisiones de los grandes ejecutivos.