Trichet calla, pero hace
Algo raro sucedía en los mercados mientras el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, emitía su tradicional discurso tras[…]
Algo raro sucedía en los mercados mientras el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, emitía su tradicional discurso tras la reunión ordinaria de política monetaria. Las Bolsas europeas se adentraban en los números rojos, muy especialmente la española, y el euro, también comenzaba a perder posiciones con respecto al dólar. En cambio, los diferenciales de los bonos periféricos se mantenían inmóviles. Las primas de riesgo ni se movían. Sorprendentemente, no se ampliaban. Y eso que Trichet parecía estar decepcionando al mercado: éste esperaba una política similar a la anunciada por su homólogo estadounidense, Ben Bernanke, hace justo un mes, un "quantitative easing" multimillonario, pero el presidente del BCE aparecía tan circunspecto como siempre. La decepción era muy grande porque el día anterior habían comenzado a circular en el mercado rumores sobre el volumen que podría adquirir ese programa europeo. Pero Trichet se limitó a decir que continuará las compras de bonos tal cual las está realizando hasta ahora. Por el momento, este programa ha sido muy reducido y muy poco efectivo, como hemos visto en los últimos días. Aún así, las rentabilidades de los bonos periféricos no subían, no se desataba una oleada de ventas de deuda soberana periférica. ¿Por qué? Quizá, la razón estribe en que los "halcones" (representados por el alemán Axel Weber) y las "palomas", han llegado a un acuerdo para hacer, pero discretamente. Quienes operan en los mercados han percibido que los subordinados de Trichet se han hinchado a comprar bonos irlandeses y portugueses, sobre todo.
Quienes invierten en Bolsa se dieron cuenta un poco tarde de la jugada, pero, en cuanto percibieron cuál es la nueva política del Banco Central Europeo, volvieron a comprar Bolsa, sobre todo española, especialmente bancos españoles. Y el euro recuperaba posiciones con respecto al dólar.
Los operadores saben que hacerle la competencia a una autoridad monetaria es muy arriesgado, por lo que si los grandes inversores perciben que lo del BCE va en serio, que remita la crisis de deuda pública será una realidad. El único mandado de la autoridad monetaria europea es la estabilidad de precios y Trichet debe saber que la deflación de deuda es una de las principales amenazas para su ansiado deseo de que el IPC esté en el entorno del 2%. El economista Irving Fisher lo explicó muy bien en los años treinta. Trichet ha aprendido la lección. Un poco tarde, pero la ha aprendido. Lo que pasa es que tampoco quiere mostrar que un organismo independiente como el que preside se haya plegado a las presiones de varios gobernantes. Ahí está otra de las razones por las que ha debido actuar "de tapadillo".
La única gran novedad que anunció a las claras, sin tapujos, es que mantendrá las subastas extraordinarias de liquidez a una semana, a un mes y a tres meses hasta abril, lo que asegura la barra libre de dinero para las entidades financieras europeas hasta principios del mes de julio. Y ésa también es una gran ayuda, sobre todo para los bancos de la periferia.