Un G-20 a cuchilladas

La W acecha, amigos. Y la reunión del G-20 de este fin de semana se promete bastante tensa y decisiva.[…]

La W acecha, amigos. Y la reunión del G-20 de este fin de semana se promete bastante tensa y decisiva. De choque de trenes. De enfrentamiento de dos visiones económicas absolutamente contrarias. ¿Seguir gastando para sostener la recuperación o cortar el grifo público? Hasta el momento, varios interlocutores han ido calentando el ambiente con una batalla de cartas y artículos en las que se leían frases como cuchillos. En Toronto tendrá lugar la guerra cuerpo a cuerpo. De quien resulte ganador dependerá la condena a muerte de la recuperación o el indulto.

¿W? ¿Double-dip? ¿Recaída en recesión, en definitiva? ¿No es exagerado? Me temo que no. Esta semana hemos tenido algún dato más que preocupante. El sector inmobiliario americano nos ha dado dos sustos: uno el martes y otro el miércoles. Sin el apoyo público, las ventas de viviendas no se sostienen. Las de inmuebles nuevos han marcado un mínimo histórico. La Reserva Federal norteamericana, en su comunicado publicado después de su reunión ordinaria de política monetaria, se ha mostrado más pesimista de lo que venía siendo habitual en estos últimos meses. Y es que, a su juicio, las condiciones financieras se han convertido en un enemigo del crecimiento económico. Añadía un rosario de referencias preocupantes en cuanto al empleo, al crecimiento y al crédito bancario.

A este lado del Atlántico, mientras la crisis de la deuda sigue dando algún coletazo que otro, sobre todo en forma de cerrazón del mercado interbancario, las nuevas previsiones del panel de Funcas auguran para España una recaída en recesión en el segundo semestre del año.

Y al tiempo que la economía flaquea, los Estados europeos se afanan en el diseño de draconianos planes de recorte presupuestario. El que más polémica ha suscitado ha sido el alemán y las imposiciones de Angela Merkel a los socios comunitarios. Tal es así que ha provocado un intenso debate entre George Soros y nada menos que el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble. El famoso inversor, ayer en Alemania, en entrevistas, en una conferencia y, posteriormente, en un artículo publicado en el "Financial Times", afirmaba: "Las políticas que se están imponiendo en la zona euro contradicen directamente las lecciones aprendidas de la Gran Depresión de los años treinta y conllevan el riesgo de condenar a Europa a un periodo de prolongado estancamiento, o algo peor".

Soros coincidía, de esta manera, con la carta abierta enviada por el presidente Barack Obama a sus socios del G-20. Bien es verdad que Obama se manifestaba mucho más diplomático y no ponía nombres y apellidos a quienes, veladamente, eran objeto de sus críticas. El presidente de Estados Unidos hacía hincapié en los grandes esfuerzos realizados por los Gobiernos para salir de la Gran Recesión y en que sería inadmisible dilapidar todo ese capital. "Nuestra prioridad en Toronto debe ser la salvaguarda de la fortaleza de la recuperación. Trabajamos de manera excepcional para restaurar el crecimiento; no podemos dejar que decaiga. Esto significa que debemos reafirmar nuestra unidad para continuar con las políticas que den soporte suficiente al crecimiento económico", escribía Obama en su carta.

Y otra cosa muy importante, en clara referencia tanto a China como a Alemania: "Una recuperación fuerte y sostenida se tiene que construir sobre una demanda global equilibrada. En Pittsburgh (una reunión anterior del G-20), acordamos que los países con las balanzas por cuenta corriente más superavitarias deberían hacer lo posible por fortalecer la demanda doméstica". "Es crítico que el ritmo de la consolidación fiscal en cada economía sea la apropiada para las necesidades de la economía global", añade el presidente. No lo dice, pero a mí me parece que le está echando la bronca a Angela Merkel y a Hu Jintao. El último le ha hecho caso con la flexibilización del yuan. Pero la primera sigue en sus trece. 

No es que Obama sea un inconsciente y no esté preocupado por la abultada deuda de su país. Claro que lo está. Pero la suya no es una obsesión a la alemana. "Mi Administración habrá recortado el déficit presupuestario a la mitad en 2013, que en 2015 se habrá reducido hasta el 3%", afirma el presidente. ¡Atención! ¡En 2015! En Europa, se ha decidido que ese objetivo se cumpla en 2013. ¿Por qué ese masoquismo europeo?, que diría Paul Krugman, también del club del pro-gasto, del que se acaba de salir el Reino Unido, que ha vuelto a hacerse amante del "sangre, sudor y lágrimas". Alemania tiene un mandato constitucional anti-déficit. ¿Por qué ahora no se lo salta como a principios de esta misma década? Krugman ve un peligro adicional en el horizonte: que, finalmente, el alemán Axel Weber se convierta en el próximo presidente del Banco Central Europeo y sea más ortodoxo que el actual, Jean-Claude Trichet. Sabemos que el mandato de la autoridad monetaria es vigilar la inflación. Y no quieren moverse de ahí. Bueno, pues si ellos piden flexibilización del mercado de trabajo, lo que yo pido es flexibilización del papel del Banco Central Europeo y del Pacto de Estabilización y Crecimiento. Porque con sus rigideces nos condenan al abismo.

Pero, vamos, que Schäuble no decae en su defensa de la austeridad fiscal. Y, a diferencia de la delicadeza con la que Obama se expresa, el ministro alemán dispara con toda la munición: "Mientras los políticos estadounidenses prefieren fijarse en el corto plazo, nosotros ampliamos el foco y, por ello, estamos más preocupados por las implicaciones de los déficits excesivos y los peligros de una elevada inflación". "Nuestra aversión al déficit y el miedo a la inflación, que tienen sus raíces en la historia de Alemania, pueden parecer raros a nuestros amigos americanos, cuya cultura económica está, en parte, trufada por episodios deflacionistas". Toma puya.

Publicidad

La reunión del G-20 promete debate. También en relación con el sistema financiero. Obama reclama transparencia al sistema financiero europeo para reducir las tensiones en el mercado de crédito. A ver si Merkel concede y desnuda sus bancos.

Es un partido de pin-pon. Yo prefiero que gane el equipo de Obama, Soros y Krugman. Por una vez, me opongo a las medidas que está adoptando la Vieja Europa porque creo que los números le quitan la razón y, además, con ellas, renuncia a su esencia. No sólo el crecimiento está en peligro. La bandera de la Vieja Europa, el Estado del Bienestar, también está en cuestión.

En portada

Noticias de