Los sueños verdes de Blackrock se complican
El giro del gigante de la gestión de activos hacia una inversión responsable se frena al formar parte del programa de compra de bonos de la Fed
Larry Fink comenzó 2020 lanzando una gran bomba verde. En su carta anual a los ejecutivos corporativos, el CEO de Blackrock escribió que la gestora de activos más grande del mundo empujaría el cambio climático al centro de su proceso de inversión.
También emitió una advertencia, diciéndole a las empresas que se preparen para una "reforma fundamental de las finanzas".
Blackrock, que gestiona alrededor de 6,5 billones de dólares, ha sido durante mucho tiempo un claro objetivo para las personas que luchan contra el cambio climático debido a sus vastas participaciones en las compañías más responsables del calentamiento global.
Por eso, el llamamiento verde de Fink fue visto como un cambio importante para Wall Street, una señal inequívoca de que la estrategia del mayor grupo de la industria financiera estaría dirigido directamente a la crisis climática.
Pero existen obstáculos, entre los cuales se encuentra la forma en que Blackrock invierte la mayor parte de sus activos, es decir, en fondos indexados. El plan de Fink se ha enfrentado a los CEO e inversores que luchan por sobrevivir a las consecuencias económicas de la pandemia.
El nuevo papel de Blackrock
En los meses posteriores al anuncio de Fink, el panorama de las inversiones ha cambiado más de lo que nadie podría haber anticipado, y Blackrock desempeñará un papel de liderazgo en lo que viene a continuación.
El 24 de marzo, la Reserva Federal (Fed) seleccionó al gigante de Wall Street para ejecutar tres programas de compra de bonos, incluida la participación en un plan de 750.000 millones de dólares para apuntalar a compañías estadounidenses en dificultades mediante la compra de deuda corporativa en nombre del banco central.
La Fed seleccionó al gigante de Wall Street para ejecutar tres programas de compra de bonos
No es la primera vez que se le pide ayuda a Blackrock en caso de emergencia. A raíz de la crisis financiera de 2008, la compañía desempeñó varios papeles en un controvertido plan gubernamental para gestionar activos tóxicos.
Esta vez, Blackrock se ha visto envuelto en un debate partidista sobre si ese dinero debe utilizarse para invertir en industrias sostenibles.
No mucho después de que se anunció el papel del gestor de activos con la Fed, los senadores republicanos escribieron al presidente de la Fed, Jerome Powell, y al secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steve Mnuchin, en busca de garantías de que Blackrock cumpliría su función fiduciaria y no dejaría de lado a las compañías de energía y transporte (léase carbón).
Reacción demócrata
Los demócratas, por su parte, instaron a Powell y Mnuchin a asegurarse de que las compras de deuda no se usaran para rescatar a las compañías de combustibles fósiles que estaban en problemas antes de que atacara el nuevo coronavirus.
Fink ha comentado a los accionistas que la pandemia debe usarse como una "oportunidad para acelerar hacia un mundo más sostenible". Pero cuando se trata del trabajo de la compañía para la Fed, sus manos están atadas.
Aunque Blackrock compra los bonos corporativos y los ETF en nombre del Gobierno, debe seguir las pautas de la Fed en lugar de las propias.
Eso significa comprar deuda de alto grado de inversión y de alto rendimiento de compañías en apuros, independientemente de la huella ambiental.
Para Fink, que ha advertido en privado de una ola de quiebras estadounidenses, la gravedad del papel pandémico de Blackrock parece clara. Puede significar que la urgencia de salvar la economía está por encima de su visión más amplia de salvar el planeta.