Aprender a invertir será clave en 2021 para los más ahorradores
Pasar de ahorrador a inversor y asumir más riesgo es imprescindible para aquellos que deseen obtener rentabilidad de su capital
La crisis económica generada por el coronavirus ha hecho que el ahorro en España se dispare en el último año hasta un 31%, el ratio más alto de toda la serie histórica.
Tras esta subida, la media del ahorro financiero de las familias españolas se sitúa en los 56.300 euros y la mayor parte de este dinero, unos 900.000 millones de euros, está colocada en depósitos bancarios, cuya rentabilidad es ínfima debido a los bajos tipos de interés.
Por ello, los ahorradores que deseen obtener intereses por su capital tendrán que aprender a invertir. “Hay que pasar de ahorrador a inversor para rentabilizar nuestro dinero”, apuntan desde Abante.
Y este paso requiere abandonar, al menos en parte, el ahorro en depósitos. En opinión de Francisco Lomba, analista de inversiones de Afi Inversores globales SGIIC, este interés por los depósitos "se debe a que ahora tanto familias como empresas prefieren dirigirse a activos defensivos, limitando el riesgo de sus carteras y optando por la cautela”.
Si no da este paso el ahorrador puede correr el riesgo de no cubrir la inflación. Y más este año cuando todo indica que el IPC va a subir.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, ya ha iniciado la cuesta arriba. El IPC subió en enero hasta el 0,5% después de nueve meses de caídas. Ello hará que si el ahorrador no mueve su dinero o lo deja en depósitos perderá poder adquisitivo a medida que los precios se incrementen.
El objetivo mínimo de rentabilidad, según los expertos, siempre debería ser igualar a la inflación.
¿Aprender a invertir?
Antes de invertir el ahorrador debe seguir una serie de pasos para evitar equivocarse. El primero es diseñar una estrategia bien planificada para rentabilizar el ahorro acumulado y lograr los objetivos financieros que desea obtener en un horizonte temporal determinado.
Una buena planificación también permite conocer cómo se pueden comportar las carteras de inversión en distintos momentos del mercado, sean positivos o no, y afrontarlos. Esta planificación es vital en momentos como el actual en que la pandemia ha inundado de incertidumbre y volatilidad los mercados.
A continuación, el inversor debe analizar su situación personal y financiera y saber que cuanto más tiempo tenga para invertir, más oportunidades habrá de hacerlo en productos de mayor riesgo que busquen rentabilidades mayores.
Analizada su etapa vital, debe definir sus objetivos financieros y concretar con qué objetivos realizará esa inversión, ya que dependiendo de ellos su estrategia variará.
“Responder a la pregunta: ¿para qué voy a invertir?, es esencial”, asegura Paula Satrústegui, directora de planificación financiera de Abante, ya que “nuestro objetivo u objetivos de inversión son los que determinarán nuestra estrategia”.
Cuánto ahorro y en cuánto tiempo
Los objetivos deben ser realistas, estar cuantificados, es decir, cuánto costará conseguirlos, y periodificados, ya que el horizonte temporal de la inversión dependerá de ello.
“Cuantificar el dinero que necesitaremos para cumplir nuestros objetivos y el plazo que tenemos para conseguirlos es fundamental para establecer nuestro plan de inversión”, señala Satrústegui.
Para ello hay que calcular cuánto se puede ahorrar al año para alcanzar el objetivo y qué riesgo se puede asumir con la inversión en ese plazo, teniendo en cuenta las necesidades financieras de ese periodo.
En opinión de la directora de planificación financiera de Abante, “pintando en números los diferentes escenarios de ahorro y rentabilidad para un plazo y un objetivo determinados podremos tomar la decisión que mejor nos encaje”.
Perfil
Para no errar, otro aspecto fundamental antes de llevar a cabo una inversión es conocer la capacidad del ahorrador para asumir pérdidas mediante el análisis de su perfil de riesgo.
Son las características personales y financieras que definen la forma en que se va a invertir el dinero, y “conocer bien dichas características es determinante a la hora de contratar los productos más adecuados para cada persona”, afirman fuentes de BBVA.
La CNMV clasifica a los inversores según su nivel de aversión al riesgo en tres categorías: conservador, medio y agresivo y dependiendo de cada una podrán optar a mayor o menor rentabilidad, ya que ambos conceptos están relacionados: cuánto más riesgo se esté dispuesto a asumir, mayores rentabilidades y más pérdidas se pueden obtener. La rentabilidad debe estar ajustada al riesgo que se desea asumir.
Así, el inversor debe conjugar el riesgo que puede asumir con los objetivos monetarios y el horizonte temporal de la inversión. Cuando los tres elementos están en armonía, la estrategia de inversión es coherente.
¿En qué invertir?
El último paso a dar es elegir en qué invertir. Este paso es complicado debido a que existen muchos activos, mercados y productos financieros.
Antes de optar por uno o varios activos hay que tener en cuenta sus características financieras y fiscales y ver cuál es el más conveniente utilizando criterios cuantitativos y cualitativos.
Para Paula Satrústegui, “la mejor forma de entrar en los mercados financieros es a través de los fondos de inversión, que nos permiten acceder a una gestión profesional, tener una cartera diversificada para cualquier inversión, son eficientes en los cambios de cartera para adaptarse a las circunstancias de los mercados y poseen ventajas fiscales”.
También Elisa Ricón, directora general de Inverco, considera que son una opción muy eficaz, ya que permiten ajustar el perfil de riesgo a las características del partícipe y canalizar el ahorro a productos con un riesgo tan controlado como lo dese el ahorrador.
“Lógicamente, el binomio rentabilidad-riesgo siempre debe funcionar por lo que a mayor rentabilidad esperada, mayor riesgo deberá estar dispuesto a asumir el participe”, añade Ricón.
Pero no son las únicas opciones. Darío García, analista de XTB, apuesta por las acciones. Entre ellas las tecnológicas en su conjunto, ya que “seguirán aprovechándose de los confinamientos, de las restricciones y de las limitaciones de circulación”, y por las energéticas.