La inflación empuja a las familias a pagar el súper con ahorro o tarjetas al 18% de interés
La subida de la inflación no solo está poniendo en apuros la capacidad de ahorro de los hogares, si no que éstos empiezan a usar tarjetas revolving para afrontar gastos
Los hogares comienzan a notar los efectos de la inflación en sus finanzas. El incremento de los precios ha llevado a que la tasa de ahorro registrara su primera caída desde el primer trimestre de 2019. Esto hace que muchas familias tiren de las tarjetas revolving para financiar sus compras, con intereses medios del 18 por ciento.
Precisamente, el saldo de estos productos se ha visto incrementado en más de 1.000 millones en los cinco primeros meses del año.
Álvaro Bas, COO y director de negocio de Rastreator, explica que “actualmente nos encontramos en una situación de incertidumbre en la que los gastos se han incrementado, especialmente la factura de la luz y el gas y los gastos en alimentación y, en consecuencia, los sueldos también se han visto afectados” al no haber subido en la misma proporción.
La subida de los precios de las hipotecas también mermará la renta disponible de los hogares.
Como consecuencia de esta situación, los hogares españoles situaron en el primer trimestre su tasa de ahorro en el -0,8 por ciento de su renta disponible, registrando así su primera tasa negativa desde el primer trimestre de 2019, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Y es que tal y como ha constatado Rastreator cada vez tienen más dificultades para ahorrar.
El 60 por ciento de los españoles no consiguen ahorrar más de 200 euros mensuales y de éstos, el 48 por ciento no llega a los 100 euros. Achacan al incremento del coste de vida como principal motivo.
En el trimestre previo, la tasa de ahorro de los hogares fue del 8,3 por ciento.
Uso de las tarjetas revolving
Si el coste de vida sigue aumentando, muchos no podrán hacer frente a los gastos y al mismo tiempo ahorrar, según las fuentes consultadas para este reportaje.
¿Qué están haciendo las familias? Están volviendo a usar las tarjetas de crédito revolving, que, a diferencia de las tarjetas de crédito tradicionales, no cobra a final de mes la deuda, si no que se aplaza aplicando altos intereses.
Antonio Gallardo, experto de Banqmi, admite que esta situación está empujando a los españoles “más que en dejar de consumir, a usar unos instrumentos de crédito que tienen disponibles y que pueden aplazar o fraccionar sin dar explicaciones. A esto se une que hay más tarjetas y que muchas entidades según se va operando amplían el crédito disponible”.
Así, las tarjetas de crédito revolving registraron máximos entre 2017 y 2019 cuando las nuevas operaciones superaron los 13.000 millones de euros anuales.
Con la llegada de la pandemia de coronavirus y las restricciones a la movilidad, estos productos registraron una importante caída cerrando 2020 y 2021 en poco más de 10.000 millones.
A finales de 2021 repuntaron, pero ha sido en 2022 cuando estos productos han vuelto a niveles precovid. En los primeros cinco meses del año el saldo se ha incrementado un 10 por ciento, al mismo ritmo de la inflación.
“Con una inflación en los niveles actuales, muchos hogares necesitan un pequeño empujón para poder afrontar ciertos gastos y, aunque las tarjetas revolving ofrecen un crédito caro, son una de las formas más rápidas, sencillas y flexibles de poder acceder a un producto de financiación”, explica Estefanía González, portavoz de finanzas personales de Kelisto. .
Gallardo vaticina que su uso irá a más: “Al menos durante el verano y la que promete ser una muy dura cuesta de septiembre”.
Tarjetas de crédito revolving: un interés por encima de los préstamos al consumo
El problema al que se enfrentan estos hogares, que usan las tarjetas revolving, es que al final no hacen más que seguir incrementando su deuda y dificultando llegar a final de mes o, incluso, ahorrar.
Según los datos del Banco de España, el interés medio en mayo se situó en el 18,3 por ciento, por encima de los préstamos a consumo a un año, que es del 3,56 por ciento y de los créditos para plazos de entre 1 y 5 años cuando se sitúa en el 7,18 por ciento.
Ante esto, Gallardo aconseja “esencialmente un control del gasto y de la capacidad de devolución”.
Esto es porque es muy tentador fraccionar en pequeñas cuotas, pero lo que hacen los usuarios es alargar la deuda y el pago de intereses en un producto ya de por si caro.
Por este motivo, González recomienda no establecer una cuota baja que apenas permita amortizar la deuda.
“Si las utilizamos es importante fraccionar en pocos meses o pagar lo máximo posible mes tras mes para hacer menor el impacto financiero”, explica Gallardo.
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