La velocidad con la que se gaste el ahorro "forzoso" será clave en la recuperación

Las familias, durante las crisis, aumentan sus ahorros, pero si se recupera la confianza y aumenta el consumo la recuperación será más rápida

En tiempos de crisis, las familias tienden a reducir el consumo y las deudas y aumentar el ahorro en depósitos y cuentas a la vista, lo que califica AXA IM como ahorro forzoso.

En opinión de la gestora, dependiendo de la rapidez en que se gaste ese ahorro forzoso una vez que la confianza vuelva a las familias y empresas determinará la rapidez con la que se salga de la crisis.

Lo cierto es que las familias llevan varios trimestres preparándose para una nueva crisis. La crisis financiera hizo que las familias redujeran deuda y aumentarán su ahorro disponible. Esto ya se percibía en los últimos datos.

La deuda de los hogares, se redujo en el primer trimestre del año hasta el 56,9%, continuando la senda bajista que se inició en 2013, según los datos del Banco de España.

Este porcentaje es inferior al 57,4% cifra con la que cerró el último trimestre del año de 2019, y del 59,7% del tercer trimestre de 2019.

En cuanto al volumen de los depósitos cerró en marzo en los 1,12 billones de euros (incluye el dato de familias y instituciones financieras), lo que supone un incremento del 2% para afrontar la crisis.

Velocidad de gasto del ahorro forzoso y su relación con la recuperación

En relación a esto, AXA IM considera que “la velocidad de la recuperación posterior al confinamiento dependerá en parte de cómo se gastará este ahorro”, que lo llama forzoso porque tiene como objetivo ofrecer cierta protección financiera.

A ello se une que los ingresos, gracias a las políticas fiscales que aprobaron los Gobiernos, cayeron menos que el consumo. “Esto está generando un saldo de ahorro muy significativo. Esto se refleja en la zona del euro por el aumento récord de los depósitos bancarios de los hogares en marzo (75.000 millones de euros)”, señalan desde AXA IM. 

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Un ejemplo de lo que podría pasar lo encontramos en China. El país fue el primero en salir del confinamiento, pero el consumo sigue siendo bastante moderado.

Esta situación hizo que el país no se fijara un objetivo de crecimiento para este año. El Gobierno  reconoció que la principal finalidad para este año será estimular el crecimiento, puesto que como destacan desde la gestora, a más consumo, más rápida será la recuperación.

Tres factores determinantes

Pero para evitar que este ahorro se convierta en un colchón que siga aumentando y de carácter precavido se deben dar tres factores.

Por un lado, las familias deben estar seguras que los estímulos fiscales se mantendrán una vez que pase la pandemia. Por ejemplo, la posibilidad de que haya una subida de impuestos, del IRPF y del ahorro como parece que apunta el Gobierno de Pedro Sánchez, podría dificultar esa vuelta al consumo.

En segundo lugar, los mercados financieros deben seguir siendo solidarios. Un claro ejemplo en relación a esto es el acuerdo francoalemán, que quiere poner en marcha un fondo de 500.000 millones de euros.

La labor del Banco Central Europeo (BCE) también seguirá siendo importante, puesto que las subastas de liquidez con condiciones más flexibles permitirá abaratar el crédito a empresas y familias.

Pero sin duda la clave más importante será cómo se comporte el mercado laboral. En los Estados Unidos, una vez que se abra la economía totalmente, se puede esperar una oleada de recontrataciones.

No obstante, algunas empresas seguirán sufriendo mucho después del pico de la pandemia. Es posible que algunos sectores se vean afectados por cambios duraderos, por ejemplo, transporte, turismo u hostelería en general, que conduzcan a un desajuste de habilidades en el mercado laboral. 

Por lo tanto, existe un claro riesgo de que lo que por ahora sea simplemente "desempleo cíclico" se convierta en "desempleo estructural", con un efecto adverso duradero en la confianza del consumidor.

Datos de la confianza del consumidor

La confianza del consumidor se situó en abril en el nivel más bajo desde 2013, cuando cayó 13,4 puntos hasta situarse los 49,9 puntos.

Y es consecuencia del fuerte retroceso de las expectativas sobre la situación actual, al desplomarse por encima del 25%. Aguanta mejor las expectativas sobre la situación futura, con una caída de 1,1 puntos.

Este nivel hace que se acerque a la medida obtenida en los años 2012 y 2008, cuando España atravesó la crisis financiera y el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Los datos recogidos por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondieron a todo el mes de abril, cuando estaba vigente el estado de alarma.

Este retroceso es el tercero en lo que va de año.

 

 

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