Bonos verdes y finanzas sostenibles
Los bonos verdes han consolidado su papel, con un volumen emitido que en 2018 alcanzó nada menos que 168.000 millones de dólares. El objetivo es llegar al billón de dólares en 2020.
Los bonos verdes han dejado de ser una tendencia de moda y ya están plenamente consolidados. El volumen emitido en 2018 alcanzó los 168.000 millones de dólares, una cifra que se ha incrementado exponencialmente año a año, sobre todo en los dos últimos ejercicios. Sin embargo, no todo está conseguido. Los analistas se marcan el objetivo de alcanzar el billón de dólares en 2020 para que este tipo de instrumentos de financiación suponga una mejora real en el medio ambiente y en la descarbonización de la economía. Es responsabilidad de todos los participantes en los mercados financieros involucrarse para conseguirlo.
La creación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por la ONU en 2012 supone el pistoletazo de salida de los denominados bonos verdes. Los ODS, que se despliegan en 17 objetivos, apelan a los países y a las compañías para que adopten medidas concretas para poner fin a la pobreza y la desigualdad mediante la protección medioambiental y la búsqueda de un desarrollo económico en condiciones de prosperidad y justicia social.
Las emisiones de bonos verdes se centran en la consecución de los objetivos número 6 (agua limpia y saneamiento); 7 (sobre desarrollo de fuentes de energía asequible y no contaminante, que puedan abastecer la creciente demanda mundial de electricidad, y que estén basadas en energías renovables, limpias y no contaminantes); 11 (sobre el desarrollo de ciudades y comunidades sostenibles) y 13 (de acción por el clima, que busca reducir las consecuencias de los gases de efecto invernadero).
Las cifras hablan por sí mismas. Considerando solo lo que se conoce como bonos verdes etiquetados conforme a los estándares internacionales, en los últimos 5 años el volumen emitido anualmente se ha quintuplicado, pasando de 33.000 millones de dólares en 2013 a los 168.000 registrados a cierre del año pasado. Entre 2016 y 2017 el mercado se dobló y las previsiones apuntan a un nuevo incremento récord en 2019, con un alza superior al 30 por ciento, que situaría el volumen total del año en 230.000 millones de dólares. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer para alcanzar el billón de dólares antes mencionado.
El primer bono verde data de julio de 2007, una emisión de 600 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones, pero no es hasta 2014 cuando se empiezan a ver volúmenes de emisión realmente significativos en el mercado. En el origen de este boom se encuentra en el Acuerdo por el Cambio Climático de París en 2015, junto con los informes publicados por el Green Finance Study Group del G20 para «identificar las barreras institucionales y de mercado para el desarrollo de las finanzas verdes».
El sector público jugó un papel muy relevante en el impulso de estos instrumentos financieros durante los primeros años. Sin embargo, la iniciativa privada ha tomado el relevo y actualmente ya levanta el 70 por ciento de las nuevas emisiones verdes del planeta.
Doce años después de aquella primera emisión son ya una cuarentena de países los que se han adherido a esta corriente. Estados Unidos y China son las principales potencias emisoras, ya que concentran algo más del 40 por ciento del total.
Papel destacado de España
España se ha convertido en un referente mundial en finanzas sostenibles. Según las estadísticas de distintos organismos internacionales, ocupamos la séptima posición en el ranking mundial de jurisdicciones emisoras (datos de Climate Bonds Iniciative a cierre de 2018). Esta situación nos coloca por delante de países cuyas economías son de mayor tamaño que la nuestra.
Esta posición es fruto de las importantes operaciones llevadas a cabo por emisores como Iberdrola, ADIF, Gas Natural Fenosa, BBVA, Telefónica, ICO o las comunidades autónomas, que han estado en la vanguardia del mercado y son líderes mundiales, señal de que en nuestro país se está haciendo un buen trabajo. Además, BME es miembro de la iniciativa Sustainable Stock Exchanges de Naciones Unidas, que persigue la promoción y el desarrollo de las finanzas sostenibles para el cumplimiento de los objetivos mundiales de sostenibilidad de la ONU.
BME colabora con la definición de índices sectoriales específicos, como el FTSE4Good IBEX, que se compone de valores seleccionados pertenecientes al índice IBEX 35; y el índice FTSE Spain All Cap, de entre las compañías que cumplen con los criterios de buenas prácticas en responsabilidad social corporativa, al tratarse de cotizadas que trabajan por la sostenibilidad medioambiental. Asimismo, el Instituto BME realiza una multiplicidad de cursos que buscan generalizar el conocimiento sobre el mundo de los mercados financieros.
Gonzalo Gómez Retuerto es director general de BME Renta Fija