Emergentes en clave de retorno absoluto
Los emergentes se han relacionado con la palabra crisis. Sin embargo, también son sinónimo de oportunidad
La caída de la liquidez global y la guerra comercial entre Estados Unidos y China han sido dos de los catalizadores que han generado cierto revuelo en los mercados emergentes. Asimismo, un entorno económico marcado por subidas de tipos y una bajada en las expectativas de crecimiento a nivel global han favorecido que algunos inversores den la espalda a estos mercados. Además, la apreciación del dólar y el clima de inestabilidad política y económica en algunos de estos países se han visto reflejados en la fluctuación de sus monedas: todos recordamos la caída de la lira turca y su efecto en la economía del país otomano.
Presentado este escenario, es complicado mantener la convicción en estos mercados. Sin embargo, en Schroders consideramos que los emergentes y, en concreto, la renta fija emergente, siguen ofreciendo potencial y que la clave está en acertar con la estrategia. Antes de ser testigos de las correcciones de estos últimos meses, nuestro principal escenario se basaba en un efecto encadenado: la recuperación en Estados Unidos y, posteriormente, en Europa, junto con la estabilización de los mercados emergentes, eran bases sólidas para pensar en una recuperación aún más significativa de estos últimos en los próximos años -focalizando la inversión en la deuda local de estas economías-. En la actualidad, adoptamos una posición más cautelosa, aunque seguimos viendo opciones de inversión atractivas.
Los países etiquetados como «emergentes» se han caracterizado por estar relacionados a la palabra «crisis». Sin embargo, como inversores, «emergente» también es sinónimo de «oportunidad» y, siempre que se gestione el riesgo subyacente de este tipo de mercados, puede ser una buena alternativa si queremos obtener rentabilidades atractivas para nuestras carteras.
De todo el universo emergente, nos enfocamos sobre todo en aquellos países en los que se han acometido reformas estructurales de la mano de un profundo saneamiento en el sector financiero. Y, todo ello, con el propósito de generar crecimiento económico. Ponemos como ejemplo los avances en países como India, Indonesia, Suráfrica o Rusia. Incluso Brasil o México. Estos países han cursado por la senda del crecimiento ordenado y estructural y sus perspectivas son prometedoras.
Argentina y Turquía son casos diferentes. Si bien han tenido un denominador común (la contracción de la liquidez global), el flujo de capitales en Argentina estaba destinado a financiar la normalización de su economía; mientras que en Turquía financió la política de intervencionismo, con el objetivo de controlar el Estado e intentar perpetuar a su presidente en el poder. Prueba de esta diferencia es que, después de varios cambios significativos, Argentina puede estar en el inicio del camino hacia la recuperación, mientras que no parece probable que Turquía pueda sortear la crisis en un futuro próximo.
En conclusión, a pesar de que la guerra arancelaria se ha dejado sentir en la deuda emergente y puede hacer tambalear a China, no podemos obviar que, en términos absolutos, la renta fija emergente sigue siendo la deuda que más rentabilidad ofrece hoy en día. Está claro que los emergentes no están hechos para personalidades sensibles pero, una estrategia realizada con la mayor flexibilidad y diversificación posible y con la capacidad de proteger las inversiones de las bajas que, de tanto en tanto, se pueden registrar en estos mercados -todos ellos elementos propios del retorno absoluto-, ofrece la posibilidad de adoptar un enfoque conservador en una clase de activo arriesgada, a la vez que obtienes rentabilidades atractivas a largo plazo.
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