¿Es tiempo de volver a la renta variable emergente?
Se han alcanzado las bolsas de los mercados desarrollados y el repunte de la volatilidad en los mismos, junto con[…]
Se han alcanzado las bolsas de los mercados desarrollados y el repunte de la volatilidad en los mismos, junto con una cada vez mayor convicción en la mejora de los fundamentales del mundo en desarrollo, están digiriendo el apetito de los inversores hacia la renta variable de los países emergentes. De hecho, el atractivo crece: los datos de Trendscout, herramienta de fundinfo y que adelanta tendencias en la industria basándose en los clicks que los inversores hacen en documentos de fondos, muestran que en todo el mundo los inversores profesionales se están fijando en fondos de bolsa emergente, con el objetivo de impulsar los retornos. El siguiente paso, dicen los expertos, será la llegada del inversor minorista.
«Si consideramos los flujos de inversión, los inversores institucionales profesionales llevan ya dos-tres años en plena fase de reconexión con los emergentes. Pero en EE.UU. y en Europa especialmente en el segmento de los inversores individuales, todavía estamos en una fase incipiente. Queda mucho recorrido por delante», explica Kim Catechis, responsable global de Mercados Emergentes en Martin Currie, filial de Legg Mason.
Roger Merz, gestor del Vontobel Fund-mtx Sustainable Emerging Markets Leaders en Vontobel AM, habla de flujos favorables, pero con un gran potencial también por delante: «Según EPFR y UBS, los fondos de bolsa emergente registraron salidas acumuladas de 155.000 millones de dólares en el periodo de tres años y medio comprendido entre principios de 2013 y mediados de 2016. Desde entonces, 80.000 millones han vuelto, lo que todavía deja margen para más entradas en el caso de que se recuperasen completamente las salidas».
También da cifras esclarecedoras Ludovic Vauthier, codirector de renta variable internacional en Edmond de Rothschild Asset Management, que explica que los inversores en renta variable todavía no están completamente expuestos a emergentes: «Entre 2011 y ahora, mientras los fondos de emergentes han captado 8.000 millones de dólares, los de mercados desarrollados han recibido 583.000 millones. Así, no se puede decir que los fondos de emergentes estén todavía sobrevalorados. Durante los últimos dos años, el crecimiento de los beneficios ha sido mayor en los mercados emergentes que en los desarrollados», añade.
«Vemos más interés de los inversores pero todavía la aversión al riesgo hacia los emergentes es demasiado alta, debido en parte a las preocupaciones sobre el impacto de las subidas de tipos de la Fed», comentan Juliana Hansveden, gestora responsable del fondo Emerging Stars Equity, y Emily Leville, cogestora del fondo en Nordea, convencidas de que sin embargo los fundamentales en muchas economías, junto con la percepción de que son demasiado arriesgadas, «crea una atractiva oportunidad en un horizonte de medio y largo plazo».
Una oportunidad para volver
Y es que los expertos coinciden en que es un buen momento para volver a las bolsas emergentes, gracias tanto a sus mejores fundamentales, al potencial crecimiento en los beneficios empresariales y a las valoraciones como a factores técnicos. Para Aitor Jauregui, responsable de negocio de BlackRock para España, Portugal y Andorra, además las caídas registradas en las plazas bursátiles de todo el mundo a comienzo del año son una buena oportunidad para incorporar activos «de riesgo» como los valores emergentes, aunque siempre bajo la idea de diversificación. «Las reformas económicas, la mejora de los fundamentales empresariales y los niveles razonables de las valoraciones están apuntalando la renta variable emergente. La expansión por encima de la tendencia que registra el universo desarrollado es otro elemento a su favor», dice, aunque también señala riesgos: una marcada apreciación del dólar estadounidense, las tensiones en el plano comercial y las citas electorales.
«Los emergentes continúan presentando a largo plazo unos fundamentales muy atractivos, tanto en términos absolutos como relativos. Si los comparamos con las economías desarrolladas, vemos mayores tasas de crecimiento, poblaciones más jóvenes, tasas de ahorro más elevadas, niveles de endeudamiento más reducidos y cambios positivos en la productividad. Aunque el panorama macroeconómico puede variar de país a país, las tasas de crecimiento siguen siendo en general superiores. Las valoraciones, pese a estar por encima de la media a largo plazo, siguen siendo razonables y están más que justificadas dadas las mejoras en los rendimientos. Sobreponderaríamos a largo plazo la renta variable emergente», añaden en Nordea.
«Ya llevamos tres años de evidente recuperación en las principales economías de los mercados emergentes, así como en la rentabilidad empresarial. De hecho, desde los resultados trimestrales de junio de 2016, las compañías comenzaron a sorprender al sobrepasar las expectativas de ganancias. Desde entonces, hemos sido testigos de la continuación de esta recuperación, junto con el mantenimiento de una economía robusta», añaden en Martin Currie.
«En los mercados emergentes, se espera que el crecimiento de los beneficios sea del 16 por ciento, frente al 14 por ciento de los mercados desarrollados. Esta tendencia se ve favorecida en el corto plazo por la debilidad del dólar, por unos mercados emergentes todavía sin sobrevalorar y un perfil de crecimiento de beneficios todavía más elevado», explican desde EdR AM, que hablan de cuatro razones para ser positivos en estos mercados: China, Brasil e India están realizando reformas fundamentales; China está subiendo rápidamente en la cadena de valor al fomentar la innovación no solo a través de compañías de Internet, sino de coches eléctricos y biotecnología; ya no hay grandes desequilibrios en los principales mercados y estamos en un «escenario perfecto tanto para exportadores de materias primas (como Brasil, Indonesia o Rusia) como para importadores (India, China, Corea) en el que los precios actuales no están dañando demasiado sus balances comerciales y creando inflación».
«Hay una serie de factores estructurales a largo plazo que parecen favorables. El mundo en vías de desarrollo tiene una clase media creciente e ingresos en aumento, lo que debería beneficiar a las firmas financieras y de consumo. También existen oportunidades para beneficiarse de nuevas temáticas seculares como la expansión de la computación en la nube y la interconectividad digital en el sector tecnológico, o el impulso de la industria automovilística hacia la electrificación. A nivel de compañías, el entorno macroeconómico más amplio y comercial es favorable, lo que debería sustentar la demanda doméstica y reforzar los beneficios empresariales. Ya estamos viendo mejores beneficios y márgenes más elevados, junto a una mejor gestión del capital», añaden en Aberdeen Standard Investments.
Precios atractivos
Otro de los argumentos son sus precios, atractivos frente a los mercados desarrollados pero también frente a sus métricas históricas: «Se están negociando cerca de sus valoraciones históricas, permaneciendo así atractivas frente a la mejora de la rentabilidad empresarial ya que el mercado no se ha reevaluado completamente. Además, las acciones de los mercados emergentes todavía se negocian con un descuento del 30 por ciento frente a los mercados desarrollados en base al ratio de CAPE (Shiller-PE)», dicen en Vontobel.
Los riesgos
Pero, ¿cuáles son los riesgos? Las políticas de la Fed, los procesos electorales, las guerras comerciales y algunos conflictos, sin olvidar el problema de deuda y desaceleración en China, siguen sin embargo siendo riesgos a tener en cuenta: «Históricamente, el riesgo sería la eliminación repentina de un estímulo externo, como la evaporación de la demanda del consumidor estadounidense o el cierre repentino de la financiación de los mercados de capital desarrollados (como en 2008). Actualmente, la evaluación de los emergentes se está ejecutando sin estímulos externos, por lo que es menos probable que su trayectoria se descarrile. Los riesgos radican en las elecciones nacionales importantes (hay ocho en lo que queda del año 2018), en la vulnerabilidad macroeconómica específica de ciertos países y en la posibilidad de que las escaramuzas geopolíticas se conviertan en conflictos complejos», comenta Catechis.
«Unos tipos más altos en Estados Unidos es el mayor riesgo a tener en cuenta, no solo para los emergentes sino también para los mercados globales de renta variable. Los mercados en desarrollo más dependientes del mercado doméstico lo harán mejor en un entorno de tipos de interés más altos. Aquí incluimos países como la India e Indonesia», dicen en Nordea.
Como riesgos, en Schroders destacan la desaceleración de China (aunque no esperan un bajón repentino y significativo, explican que «no está claro qué ritmo de desaceleración será aceptable» para los mercados), la reducción de la liquidez global y la política comercial de EE.UU. «La posibilidad de que la política comercial de EE.UU. dé un giro proteccionista sigue preocupando, sobre todo en lo relativo a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La incertidumbre que se deriva de ello para México puede afectar a la confianza del mercado, a los planes de inversión empresarial y a las perspectivas para el comercio y podría tener consecuencias negativas para la visión del mercado sobre la renta variable emergente», explica Tom Wilson, responsable de bolsa emergente en Schroders. «Las políticas proteccionistas comerciales y económicas de Trump son riesgos evidentes que tenemos que vigilar de cerca pero no creemos que se materialicen. Trump quiere generar crecimiento y trabajo en EE.UU. Si va a empezar una guerra comercial con sus principales socios, sería negativo para la economía y el empleo estadounidense. Los emergentes se verían negativamente impactados solo si hay una escalada en la guerra comercial», añaden en Vontobel AM.
«Más allá de los riesgos geopolíticos (Corea del Norte, Rusia y los países occidentales, una guerra comercial...), los dos riesgos principales son una gran subida de los tipos, que comprimiría múltiplos y aumentaría los costes de financiación, y grandes cambios en los precios de las materias primas», destacan en EdR AM.