Fondos: pensar a pequeña escala en periodos convulsos
La renta variable estadounidense ha firmado una etapa increíble de alrededor de una década, explica Nicolas Janvier, director de Renta[…]
La renta variable estadounidense ha firmado una etapa increíble de alrededor de una década, explica Nicolas Janvier, director de Renta Variable Estadounidense, EMEA en Columbia Threadneedle.
"Hemos asistido a un periodo de globalización de más de diez años en el que las compañías que encabezan el índice S&P 500 se han visto en una situación que, en apariencia, les venía como anillo al dedo y en virtud de la cual empresas de gran tamaño y elevada calidad —como Amazon, Alphabet, Apple y Microsoft— se han situado en la cresta de una ola tecnológica".
Además, esta ola ha tenido un alcance mundial: el crecimiento más marcado no ha tenido lugar en los Estados Unidos y en Europa, sino en China y en la India.
Aun así, quienes se han beneficiado de este fenómeno han sido los gigantes tecnológicos estadounidenses.
Un nuevo factor: la desglobalización
No obstante, en los últimos años —desde el estallido de la pandemia de COVID-19, a lo que se suma ahora el conflicto entre Rusia y Ucrania— "hemos empezado a observar la aparición de un nuevo entorno caracterizado por la desglobalización, el aumento de los precios, una inflación elevada y persistente, la subida de los tipos de interés y la entrada en recesión", añade Janvier.
Podemos ver que las conexiones mundiales tejidas durante las últimas décadas, especialmente en el ámbito de las cadenas alimentarias y el abastecimiento energético en Europa, por ejemplo, están empezando a resultar problemáticas. Depender de otros países —y especialmente la dependencia de Rusia para cubrir las necesidades nacionales de gas— no es recomendable.
La situación de Estados Unidos resulta algo diferente. El país cuenta con una relativa seguridad energética debido a sus elevados niveles de producción a escala nacional, además de importar un volumen de alimentos inferior al de Europa.
Sin embargo, continúa experimentando subidas de tipos y bien podría enfrentarse a una recesión, aunque está mostrando resiliencia.
El consumidor estadounidense cuenta con una ingente reserva de poder adquisitivo gracias al enorme paquete de estímulos de 5 billones de USD implementado para hacer frente a la COVID-19 y que buscaba proteger a los hogares y a las empresas de la perturbación económica provocada por la pandemia.
Esta «hucha» —propiciada por la COVID-19 y que provocó que los ahorros pasasen a representar casi un 35 por ciento de la renta disponible— todavía no se ha agotado, por lo que observamos una continua demanda de bienes y servicios que se sitúa en niveles elevados.
Las grandes capitalizaciones frente a las pequeñas capitalizaciones
Así, cabría preguntarse cuáles son las implicaciones de toda esta situación para las compañías estadounidenses. Las compañías estadounidenses de gran capitalización continuarán siendo excelentes negocios: creemos que Amazon seguirá creciendo, al igual que Microsoft y sus servicios basados en la nube.
No obstante, dar la espalda a la globalización y adoptar un enfoque más centrado en el mercado nacional podría resultar un planteamiento bastante atractivo para las compañías estadounidenses de pequeña capitalización.
"Si analizamos la exposición a los ingresos generados en el extranjero por capitalización bursátil, por ejemplo, veremos que las pequeñas capitalizaciones constituyen empresas mucho más orientadas al mercado nacional", recuerda el analista.
Asimismo, "hemos observado que el dólar estadounidense mantiene su solidez". En fechas recientes, el repunte del dólar y las caídas respectivas del euro y la libra esterlina conllevaron que el dólar estadounidense y el euro alcanzasen la paridad por primera vez en 20 años y que la libra no quedase muy lejos del nivel de paridad con el dólar.
No obstante, la fortaleza del dólar también tendrá consecuencias para los beneficios empresariales, puesto que las compañías estadounidenses que obtienen una proporción significativa de sus ingresos del extranjero descubrirán que la solidez de dicha divisa mermará sus beneficios cuando conviertan los ingresos obtenidos en divisas extranjeras a dólares estadounidenses.
En gran medida, se trata de un problema que afecta a las compañías de gran capitalización. En el caso de las pequeñas capitalizaciones, el efecto puede ser prácticamente el contrario, es decir, que su base de ingresos siga revistiendo solidez, al registrar la mayor parte de su crecimiento en los Estados Unidos, pero que sus cadenas de suministro continúen siendo internacionales.
La fortaleza del dólar implica una ligera acentuación de su poder adquisitivo.
Más información de Columbia Threadneedle en la guía de gestoras.