Los poderes antimonopolio ponen el foco en los ETF
Los Estados Unidos se plantean endurecer la regulación que se aplica a las gestoras de indexados. Europa vigila
Hace unas semanas, la conferencia anual de economistas especializados en competencia (celebrada este año de manera virtual debido al Covid-19) dedicó uno de sus paneles más destacados a la propiedad cruzada de los fondos índice.
Es un problema del que usted quizá no haya escuchado hablar, pero que se ha convertido en «un tema súper hot» en el sector, en palabras de Juan José Ganuza, director de mercados, regulación y competencia de Funcas, que asistió al evento.
Básicamente, este fenómeno tiene que ver con el auge de los productos de gestión pasiva en todo el mundo gracias a sus reducidas comisiones y al elevado poder de diversificación que aportan, lo que los ha convertido en accesibles para todo tipo de inversores.
La consecuencia indirecta de este éxito es que las tres principales gestoras de estas carteras (Blackrock, Vanguard y State Street) tienen posiciones muy fuertes en todos los competidores del mercado.
Tres gestoras al poder
Por poner un ejemplo español, Blackrock y Vanguard poseen participaciones en todos los bancos cotizados, que alcanzan el 10% en BBVA, el 6% en el Santander y el Sabadell; y el 5 por ciento en Bankinter.
La preocupación de los economistas, en ese sentido, es que estas participaciones cruzadas entre competidores estén afectando a la competencia porque, según sus modelos, si te preocupa el beneficio del rival cuando decides tu política de precios, compites de una forma mucho menos agresiva.
«Hay una evidencia empírica de que la competencia en los Estados Unidos se ha reducido. Se han incrementado los márgenes empresariales. Es un problema potencialmente muy grave», explica Ganuza.
Por ello, las autoridades estadounidenses (donde el fenómeno es más acusado) han decidido tomar cartas en el asunto y se plantean varias opciones.
En concreto, la Comisión Federal de Comercio baraja dos vías para incrementar la vigilancia sobre los fondos índice junto con el Departamento de Justicia (los dos organismos con poderes de la competencia en el país).
Más vigilancia
La primera es menos agresiva y se limitaría a solicitar a las gestoras que informen de sus posiciones agregadas para arrojar más luz sobre el fenómeno.
La segunda, en cambio, resultaría más onerosa para estas empresas pues consistiría en retirarles la exención que actualmente les permite operar sin someterse al escrutinio de los poderes de la competencia.
«Cuando una empresa quiere comprar otra, tiene que reportar a las agencias que lo va a hacer y éstas hacen un escrutinio para ver si la fusión pone en riesgo la competencia».
«Pero hay excepciones para que esto no se aplique a los fondos cuando compran acciones».
Dueños del 20% del S&P 500
«Aunque, al ser tan grandes, Vanguard, Blackrock y State Street empiezan a tener porcentajes del capital que tendrían que informar. Si entre las tres poseen el 20% de todas las empresas del S&P 500 es algo que las agencias tienen que mirar. No pueden ignorarlo», explica José Azar, profesor del IESE y uno de los mayores expertos mundiales en este tema.
Precisamente, este es el argumento que ha esgrimido el funcionario de la Comisión Federal de Comercio que está detrás de la iniciativa.
«Es insostenible suponer que no necesitamos una notificación de adquisición cuando una empresa o las mismas empresas poseen individualmente o en conjunto un porcentaje significativo de las acciones con derecho a voto de los competidores», avisa Bilal Sayyed.
Y es que en el derecho a voto (y su ejercicio) reside una de las cuestiones clave. Hasta ahora, los fondos pasivos se limitaban a replicar las posiciones de un índice sin implicarse en la gestión de sus participadas, por lo que era poco esperable que se produjera una reducción de la competencia.
Sin embargo, su escaso activismo les generaba no pocas críticas por su falta de implicación en la gestión y, en respuesta, gestoras como la gigantesca Blackrock se comprometieron a promover iniciativas de inversión socialmente responsable entre sus participadas, como una mayor lucha contra el cambio climático, por ejemplo.
A vueltas con el activismo inversor
En este contexto, los expertos no tienen claro qué opción conviene más. «No sabemos cómo deberían involucrarse estas gestoras. Por un lado, los beneficios de la industria se maximizan con el monopolio».
«Pero, por el otro, es necesaria la presión de los accionistas para mejorar la gestión de la empresa. Es un tema complicado, la cuadratura del círculo, y es ahí donde los economistas están haciendo investigaciones», explica Ganuza.
Azar, por ejemplo, trabaja en un cambio de perspectiva, pues cree que el fenómeno de las participaciones cruzadas se ha estudiado a nivel sectorial y no de mercado.
El debate se abre en España
«Por un lado, que las aerolíneas tengan los mismos dueños genera efectos anticompetitivos en el sector. Pero el hecho de que los mismos dueños tengan al resto de empresas del mercado puede ser procompetitivo, al convenirles que bajen los precios de los vuelos. El efecto total es ambiguo», dice.
Lo que sí tiene claro Azar es que se trata de un tema que hay que vigilar de cerca, también desde Europa, donde podríamos encontrarnos con este problema dentro de algunos años.
En España, al menos, el debate está sobre la mesa. «La Comisión Nacional de la Competencia está alerta de lo que pueda pasar», asevera Ganuza, un experto con conocimiento de causa pues colaboró con el organismo en la organización de unas jornadas sobre este tema, en diciembre pasado.