Ni transparentes ni pasivos: la industria de los ETF muda de piel

American Century fue la primera en lanzar un vehículo de este tipo para el mercado estadounidense, en abril pasado; seguida de Legg Mason y Fidelity Investments, en las últimas semanas

Se les conoce como ANT (siglas abreviadas de Actively-managed non-transparent ETF) y, como su propio nombre anglosajón indica, son fondos cotizados de gestión activa y no transparentes.

Es decir que, a diferencia de la mayoría de ETF, no replican un índice y están dispensados de la obligación de publicar diariamente sus posiciones (deben hacerlo cada trimestre). Este eximente les permite mantener un mayor grado de secretismo sobre la estrategia de inversión, evitando ser copiados por la competencia. 

«Básicamente, son ETF activos en los que el gestor se guarda la fórmula de la Coca-Cola», explica José María Luna, de Luna Sevilla Asesores.

Tras recibir el visto bueno del regulador estadounidense a finales del 2019, los ANT se han convertido en el último grito en Wall Street, donde diversas gestoras se han apresurado a lanzar vehículos de este tipo, al calor de la novedad (y del rally que está viviendo Wall Street, por qué no decirlo).

La pionera fue la compañía estadounidense American Century, que lanzó dos ETF de este tipo a comienzos abril.

Pero los pesos pesados de la industria no se han hecho esperar. Legg Mason y Fidelity Investments han anunciado sendos lanzamientos; mientras que Goldman Sachs, JP Morgan y T. Rowe Price ya han avisado de que van a seguir sus pasos.

También Blackrock, la mayor compañía de gestión de activos del mundo, va a iniciarse en este segmento con el lanzamiento de tres ANT centrados en áreas que, a priori, tienen buenas perspectivas: la salud, la tecnología y las pequeñas y medianas empresas innovadoras.

De momento, este tipo de ETF no están disponibles en España pues la ley de instituciones de inversión colectiva no contempla la comercialización de productos así en el país. A nivel europeo, sí existen unas pautas de la ESMA que abren la mano en este sentido, pero la posibilidad nunca se ha planteado, según explica la CNMV.

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En todo caso, los inversores españoles pueden acceder a una modalidad de ETF de gestión activa que ya existía antes del nacimiento de los ANT.

Básicamente, son el paso previo a los nuevos vehículos surgidos en los Estados Unidos: fondos cotizados de gestión activa pero que mantienen la obligación de publicar las posiciones al final del día. Con las ventajas del ETF (menor coste, transparencia, liquidez, eficiencia y disponibilidad), supuestamente incorporan el valor añadido de la gestión activa.

Las gestoras de fondos tradicionales son las grandes promotoras de este tipo de ETF de gestión activa, que han lanzado para tratar de poner freno al espectacular avance que está viviendo la industria de los fondos cotizados (que ya gestiona 5,5 billones de dólares a nivel global, según la consultora especializada ETFGI).

«En el mundo de los ETF hay competidores muy grandes. Es un mercado bastante concentrado en el que los cinco primeros jugadores se quedan con gran parte del negocio. Cuando entras en un terreno así, o tienes un enfoque algo diferente o es difícil competir. No puedes llegar con un ETF pasivo sobre el mercado americano con dos puntos básicos de comisión», explica Lorena Martínez Olivares, responsable de ETF en JP Morgan España (una de las primeras multinacionales en traer los ETF activos al mercado patrio, a finales de 2018).

Actualmente, JP Morgan comercializa 22 ETF en España, de los cuales aproximadamente la mitad son de gestión activa o híbridos (indexados a un índice creado ex profeso para la causa), una oferta comercial que muestra la gran convicción que la casa tiene sobre el futuro de los ETF de gestión activa.

Fidelity International es otra de las gestoras tradicionales que comercializa productos de este tipo en nuestro país.

En el 2017 estrenó la gama Quality Income ETF, que replica índices creados por Fidelity, y esta misma semana ha anunciado el lanzamiento de tres ETF de gestión activa con criterios de inversión socialmente responsable.

«Estos fondos cotizados utilizan una estrategia activa sistemática y se nutren de los análisis propios de Fidelity», explica Marcos Arteaga, responsable de comunicación de la marca. 

En todo caso, los fondos cotizados de renta variable y gestión activa no son la única novedad en un mercado que cada vez ofrece una gama más completa a los inversores. Actualmente, pueden encontrarse ETF de bonos, de activos inmobiliarios, de temáticas punteras como la tecnología o la salud e, incluso, de generación de rentas.

ETF de todos los colores

«Siguen saliendo al mercado un numero adicional de vehículos que dan acceso a nuevas áreas del mercado que, hasta ahora, no habían sido cubiertas vía ETF (por ejemplo, los bonos corporativos). También se registran ETF que incorporan características extra como los diferentes tratamientos de ingresos, la cobertura de divisas... El gran beneficiado es el inversor que disfruta de más opciones para construir, ajustar y rotar sus carteras», explica Ana Concejero, responsable de SPDR ETF Spain.

Entre todos ellos, los de deuda son los que mayores perspectivas de crecimiento tienen, aunque los pasivos de renta variable americana seguirán siendo los reyes del cotarro, a juicio de los expertos (actualmente, los 10 mayores ETF del mundo replican el índice S&P 500).

Si bien, la inversión temática es una tendencia de crecimiento en el mundo de la inversión y no parece que los ETF vayan a quedarse al margen de la misma.

«El tema ya venía de antes pero los productos de megatendencias han cobrado aún más importancia con la crisis del coronavirus. La diversificación inteligente de las carteras no puede pasar por ver cuánto repartimos entre liquidez, bolsa, bonos y activos no líquidos. Tampoco sirve la diversificación geográfica. Ahora, esto pasa por los productos temáticos. Porque hay una enorme dispersión entre las empresas que se benefician de alguna temática y el resto», explica Luna. 

Llegados a este punto y ante la variedad de tipologías de producto, muchos inversores se preguntarán qué modalidad conviene más a la hora de invertir en un mercado concreto.

A este respecto, conviene recordar que los ETF cuentan con diversas ventajas que los hacen baratos, transparentes, eficientes y líquidos. Si bien, adolecen de una importante desventaja en nuestro país: no son traspasables fiscalmente, motivo por el que son más populares entre los inversores institucionales que entre los particulares.

En todo caso, la clave que va a determinar el éxito o el fracaso de un producto, tenga la carcasa que tenga, va a estar relacionada con el binomio rentabilidad-riesgo. «Al final, lo que importa es que el producto en cuestión tenga un buen resultado y que la gestión sea coherente», recuerda Luna.

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