Por qué las gestoras miran hacia Asia: un mercado millonario
Asia es un mercado en el que una gestora no se puede permitir no estar. En ella encontramos los dos países en desarrollo más potentes: China e India. Este experto comparte la profunda transformación por la que están pasando estas sociedades en crecimiento
De una oficina que comenzó con una única persona, en Singapur en 1992, la presencia de Aberdeen Asset Management en la región de Asia se expande actualmente a través de 12 delegaciones en 10 países distintos, en los cuales trabajan más de 500 personas. Esa primera presencia nació de la mano de Hugh Young, quien sigue en el equipo de Asia como director general de Aberdeen AM en Asia. Han crecido de manera orgánica a lo largo de los años, con alguna que otra adquisición, pero siempre entrando con su nombre propio, no de la mano de 'joint ventures'. Aberdeen AM gestiona más de 75.000 millones de dólares invertidos la región. «Parte de la marca de Aberdeen es nuestra presencia e historia en Asia», reconoce Donald Amstad, director de desarrollo de negocio de Asia de Aberdeen AM.
¿Por qué es Asia el mercado en el que una gestora debe estar presente en estos momentos?
Es un mercado importante simplemente porque es emergente. Los dos países más grandes en desarrollo están en Asia: China e India. Cada uno tiene una población de 1.200 millones de personas. Son gigantes en crecimiento. Hay una enorme oportunidad en ambos, tanto como mercados en los que invertir como una fuente potencial de clientes. También hay nichos importantes en Corea, Filipinas, Tailandia, Indonesia, Myanmar y Vietnam. Son muchas personas entrando en una especie de estilo de vida de clase media urbana; algo con lo que la mayoría de europeos ya están familiarizados. Si hay un 'leitmotiv' en Asia diría que es la urbanización. En China, el 55 por ciento de la población vive en ciudades; más de 100 de esas ciudades tienen más de 5 millones de habitantes. Es un cambio extraordinario. La población en China también se está enriqueciendo. Hace 50 años su PIB per cápita era de unos 100 dólares, ahora son 8.000 dólares. Se están acercando a los estándares occidentales. El mejor ejemplo de lo que está pasando lo vemos en el turismo. Diría que el 50 por ciento de los que se alojan en el mismo hotel que yo, aquí en Madrid, son turistas de China. Hace 10 años 5 millones de chinos salieron del país de vacaciones; el año pasado esa cifra ascendió a 130 millones. Esta transformación está ocurriendo por toda Asia.
Percibe ese apetito por gastar por parte de la población asiática, pero ¿están dispuestos a ahorrar; a invertir?
Vaya que si ahorran. Es parte de su cultura, el ahorro. Los Gobiernos en Asia no proveen esa red de seguridad social que tienen los países de Occidente. Es la diferencia entre mi madre, una viejecita que vive en el norte de Londres, y mi suegra, una pequeña señora china que vive en Kuala Lumpur, Malasia. La primera tiene todas sus necesidades cubiertas por el contribuyente británico; la segunda no recibe ni un céntimo del Gobierno de Malasia. Son dos mentalidades muy distintas. Por eso las tasas de ahorro en Asia son muy altas. Desde la perspectiva de la industria de la gestión de activos hay un potencial de clientes ahí fuera a los que podemos ayudar a invertir parte de ese ahorro.
¿Cómo percibe el sentimiento de la población china? ¿Es viable ese 6,5 por ciento de objetivo de crecimiento?
Creo que lo es. La visión que tenemos sobre el terreno en China es que se está ralentizando. Pero es como un coche. Si conduce su vehículo a toda velocidad por una zona abarrotada se va a estrellar. Cuando China crecía casi a un ritmo de doble dígito, eso era demasiado rápido. El gran evento de este año en China es de carácter político. En noviembre de este año se anunciará el nuevo Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China. El sentimiento en China es más de «esperar y ver» lo que pase ese mes. Será la gran oportunidad del presidente Xi Jinping para marcar la dirección del país. A partir de ese momento podremos hacernos esas preguntas: ¿Hacia dónde quiere llevar Xi el país?, ¿es un reformista? La percepción de Occidente está cambiando. Hay mucha percepción negativa de China. Que si el sector inmobiliario está en una burbuja, que si lo está la deuda... No digo que China esté libre de riesgo. La diferencia es que el Gobierno es enormemente poderoso política, económica y financieramente.
¿Cómo definiría al cliente en Asia?
No existe ese concepto de «inversor asiático». Son muy diversos. Cada país tiene su banco central y la mayoría tiene un fondo soberano apoyando, así como fondos de pensiones públicos. Trabajamos principalmente con inversores institucionales. Intentamos llegar al cliente retail a través de la banca, que actúa como distribuidores. En Asia, especialmente en Hong Kong y en Singapur, están presentes los grandes bancos privados: UBS, JP Morgan, Credit Suisse. El modelo de banca privada en Asia es muy distinto al de Europa. En el segundo, la banca privada suele gestionar el patrimonio de una familia, para preservarlo a lo largo de varias generaciones. En Asia, el papel de la banca privada es ofrecer capital. Los que han amasado importantes fortunas no lo quieren preservar; lo quieren multiplicar. Acuden a la banca privada para comprar activos con apalancamiento.
¿No le parece muy arriesgado que hagan eso?
Puede que lo sea, pero estamos hablando de personas que se pueden permitir asumir riesgos. Hablamos de multimillonarios.
Los inversores asiáticos, como los europeos o americanos, ¿tienden a invertir más en sus mercados locales?
Para nada. Están abiertos a absolutamente todo. Si hay un denominador común es que hay grandes poblaciones de origen étnico chino en casi todas las regiones. Y tienen un apetito tremendo por el riesgo.
¿Qué oportunidades les gustan?
Diría que mercados emergentes. Hay la sensación de que los vientos han cambiado y eso es bueno para los fondos de deuda y de renta variable emergente. En los últimos cinco años, especialmente los países ligados a la evolución de las materias primas, han pasado de un superávit a un déficit, sus divisas se depreciaron, con lo que se exportó inflación y para combatirlo los bancos centrales han tenido que subir los tipos. Esa combinación ha machacado a muchas de estas economías. Ahora ya estamos en el pico de la inflación, con lo habrá recortes de tipos, y con ello llegan los ralies tanto en la deuda como en la bolsa.