Renta variable emergente: ¿Oportunidad pese a las amenazas?
El potencial sobre el activo sigue intacto si bien los expertos reconocen los riesgos
Las incertidumbres geopolíticas ligadas a la guerra comercial desatada por Estados Unidos, las pasadas citas electorales en mercados como Turquía o México y las próximas en otros como Brasil, y el proceso de normalización monetaria en la primera economía del mundo, que impulsa la fortaleza del dólar y tiene potencial para propiciar una rotación de flujos hacia Estados Unidos, son algunas de las amenazas que se ciernen sobre el mundo emergente.
A pesar de ello, los gestores siguen confiando en una historia de largo plazo con un gran potencial... y que en lo que va de año está ofreciendo retornos muy atractivos, de hasta el 16 por ciento, en el caso del fondo de JP Morgan AM que invierte en los mercados bursátiles de Oriente Medio, o el de Amundi posicionado también en Oriente Medio y el norte de África (ver tabla). De hecho son esos mercados, junto con el ruso, los que más alegrías han dado a los inversores en 2018. Pero, ¿qué pasará a partir de ahora?
Una historia positiva, pese a las amenazas
En general, y a pesar de los desafíos, los gestores confían en la historia bursátil emergente. «Creemos que la perspectiva para la renta variable emergente sigue siendo positiva por varias razones: las dinámicas de crecimiento emergentes parecen robustas y, además, el crecimiento sincronizado global debería ser un apoyo», dice Richard Carlyle, director de Inversiones de Capital Group New World Fund, que enumera otros motivos: «Los fundamentales de un gran número de países en desarrollo siguen siendo favorables. Recientemente, estos mercados han dado sorpresas positivas en las cifras de crecimiento. Las valoraciones de la renta variable emergente parecen atractivas cuando se comparan con los mercados desarrollados. Los precios de las materias primas están estables y parecen tener una valoración razonable. Los niveles de deuda generalmente no son alarmantes y, en algunos casos, son sustancialmente más bajos que en la mayor parte de los países desarrollados», añade como factores a favor.
Desde Pictet AM también hablan de atractivas valoraciones y crecimiento: «Las valoraciones de las acciones de emergentes siguen atractivas, a cotización/beneficios esperados de menos de doce y cotización/valor contable 1,6, es decir, con descuentos del 22 y 27 por ciento respecto a los mercados desarrollados. No están tan baratas como antes del rally de 2017, pero el descuento sigue siendo significativo», dice Klaus Bockstaller, director global de mercados emergentes de la firma. Además, aunque el crecimiento mundial, todavía fuerte, tiene menos recorrido al alza, «eso no significa desaceleración cercana, ni mucho menos recesión», añade.
En Aberdeen Standard Investments también piensan en el positivo momentum: «No se puede dar la espalda a más del 50 por ciento del PIB, la población y las reservas de divisas mundiales», dice Álvaro Antón, Country Head para Iberia de la gestora. «Las perspectivas macro son mucho más positivas que en períodos anteriores: los países emergentes están impulsados por la recuperación económica global (si no se tiene en cuenta China, crecerán por encima del 9 por ciento), las mejores ganancias corporativas, más crédito empresarial, menor endeudamiento de los países, una inflación menor y un flujo continuo de dinero de inversores institucionales. Finalmente, es buen momento de entrada, ya que estos mercados cuentan con un descuento significativo respecto a los mercados desarrollados», explica Antón.
«Los fundamentales han mejorado: en India la inflación se ha reducido desde el 10 en 2013 hasta el 4 por ciento actual y en Rusia ha caído desde el 16 hasta el 2 por ciento. En China la deuda se está estabilizando. Los grandes desequilibrios en relación a los déficits fiscales, balanza de pagos e inflación han disminuido. Y a pesar de esta mejora, la valoración sigue siendo razonable», comenta Ludovic Vauthier, director de renta variable emergente de Edmond de Rothschild AM, que se define como «cautelosamente optimista sobre la bolsa emergente, que todavía ofrece un mayor beneficio por acción que la de los países desarrollados».
Claire Peck, especialista de producto de renta variable emergente en JP Morgan AM, explica que la historia de confianza en estos mercados se ha visto removida por un gran número de eventos desestabilizadores, tanto fuera como dentro de los emergentes, pero no cree que «ninguno de estos eventos sea suficiente para hacer descarrilar las tendencias positivas que apoyan la renta variable emergente». Sin embargo, sus efectos suponen en conjunto, dice, una preocupación: «Las acciones emergentes han cedido sus ganancias en el año y vuelven por debajo de la valoración media de largo plazo. Creemos que los fundamentales y las valoraciones siguen apoyando la tendencia de subida, pero debemos ser conscientes de que los riesgos para un mercado alcista han crecido», advierte. En cualquier caso, continúa creyendo que estos mercados pueden batir en rentabilidad a los desarrollados, «debido a que el crecimiento y la previsión de beneficios siguen apoyando, y el rally del dólar está contenido».
También Roger Merz, director de MTX, boutique de Vontobel, cree que, pese a la historia positiva, los riesgos han crecido: «Continuamos siendo constructivos respecto a los mercados emergentes. Se espera que los beneficios de las compañías aumenten un 10-15 por ciento en 2018. A pesar de los recientes vientos macroeconómicos en contra, aún no se han vuelto negativos. Las valoraciones, en comparación con las de los países desarrollados, también son atractivas», explica, pero no pasa por alto el riesgo de una escalada de las disputas del comercio global -no sólo para los mercados emergentes, sino desde una perspectiva global- y la dependencia de los flujos de los inversores. «Nuestro conjunto de oportunidades sigue siendo amplio, pero definitivamente los riesgos son más elevados que en 2017», añade.
Tensiones comerciales y elecciones
Entre esos riesgos despuntan las tensiones comerciales, los procesos electorales y la fortaleza del dólar ante las subidas de tipos en EE.UU. En general, los expertos creen que las tensiones comerciales serán importantes pero afectarán a países concretos y sus consecuencias son difíciles de predecir. «Las tensiones de política comercial de EE.UU. pueden afectar especialmente a México y China, pero el resultado es difícil de predecir y depende de las represalias y/o alivio de tensiones», dicen desde Pictet AM.
«Los riesgos potenciales en un futuro incluyen unas mayores tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, tensiones geopolíticas y volatilidad, que podrían aparecer derivadas de las elecciones que se celebran este año en algunos países en desarrollo», recuerda Carlyle, que cree que las elecciones pueden tener un gran impacto en los mercados ya que las políticas que adoptan los gobiernos definen su organización y previsiones económicas. «Las crisis financieras en México entre 1970 y 1990 coincidieron con las elecciones», recuerda. Con todo, el impacto es variado: «El calendario de elecciones en países emergentes ya ha comenzado, pero el impacto ha sido variado. El mercado sudafricano subió más de un 4 por ciento en un día tras la noticia de que Ramaphosa había sido elegido presidente en febrero. Los mercados no reaccionaron a la victoria de Putin en Rusia en marzo. En México, muchas de las políticas radicales de Andrés Manuel López Obrador parecen haberse moderado recientemente y pensamos ahora que su agenda política podría ser menos ambiciosa de lo que se creía y más gradual. En Turquía los mercados han celebrado la victoria de Erdogan», comenta el experto.
«Las elecciones pueden tener mucha influencia medida a través de volatilidad. Sin embargo en el caso de México, el presidente electo es un «pragmático» y desde Aberdeen Standard Investments pensamos que no debería ser negativo para los mercados. Asimismo, Erdogan en Turquía tiene una actitud positiva frente a inversores. En este último caso, la renta fija, y la lira turca, han celebrado su elección», recuerda asimismo Antón. «Esos impactos son sólo regionales y a corto plazo. Los mercados también tienen tendencia a sobrerreaccionar en estas situaciones, pero esto puede abrir oportunidades para los inversores activos», dicen en Vontobel AM.
La amenaza del dólar y el flujo de capitales hacia EE.UU.
A todo ello se une la amenaza de una potencial rotación de flujos hacia EE.UU., animada por unos tipos más altos que están incrementando el atractivo de los mercados americanos frente a los del mundo en desarrollo, y que pueden disparar la volatilidad de las divisas emergentes. «Por los movimientos del dólar y ante el retiro gradual de liquidez de los bancos centrales, podemos esperar mayor volatilidad en divisas de emergentes, aunque estos países parecen decididos a mantener estable su moneda, con una política monetaria prudente», defiende Pictet.
En Capital Group son positivos, debido a la mejor preparación de estos mercados y a que la subida de tipos en EE.UU. se explica por un buen entorno: «La mayoría de los emergentes están en una mejor situación ahora que hace unos años y deberían tener mejor capacidad para soportar un dólar fuerte y mayores tipos en Estados Unidos. Aunque los niveles de deuda de los gobiernos son ahora mayores, muchas economías emergentes han modificado su deuda para que esté denominada en divisa local», explica Carlyle. «La Fed ha subido los tipos motivada por la evidencia de un crecimiento global saludable, y mientras esta tendencia continúe y la Fed sea clara, el entorno para los emergentes debería seguir siendo positivo», añade.
Para Aberdeen Standard Investment, el dólar y los tipos más altos tampoco, en principio, son grandes riesgos: «Sí constituyen riesgos a corto plazo, pero no estimamos que la Fed ni otros bancos centrales del G4 suban los tipos de forma muy significativa. Una subida hasta un 3,5-4 por ciento este año sí sería un riesgo, pero no lo vemos. Hay una diferencia clara con crisis anteriores: el mundo hoy depende más de China de lo que dependía antes, y los balances de los países emergentes están mejor preparados que en momentos anteriores», añade Antón.
En Edmond de Rothschild AM hablan del riesgo, aunque son optimistas: «Existe un significativo riesgo por la divisa, y ésa es la razón por la que infraponderamos países con un débil déficit por cuenta corriente (Turquía y Argentina). Tenemos en cuenta las tensiones entre China y América, que parecen constituir la mayor parte de las restricciones proteccionistas que se han puesto en marcha. Específicamente, hemos orientado la selección de compañías hacia empresas con una exposición más doméstica, más que a otras más orientadas al comercio global», explican. En su opinión, la fortaleza del dólar «está poniendo en riesgo la estabilidad de algunos países emergentes. Sin embargo, éstos todavía tienen un potencial significativo de crecimiento y una historia de éxito para aquellos que sepan encontrarla».
«Las economías de los mercados emergentes son, en general, menos vulnerables al fortalecimiento del dólar que hace algunos años. Pero las diferencias entre los países son grandes. El fortalecimiento del dólar y el aumento de los tipos de interés en dólares son más un riesgo desde una perspectiva de flujos. El mayor atractivo de los activos estadounidenses podría provocar flujos de salida en los mercados emergentes», advierten en Vontobel AM.
Entre los más pesimistas, Odeniyaz Dzhaparov, gestor del DWS Russia: «Un dólar fuerte es un riesgo para los mercados emergentes. A menos que la tendencia se invierta o se estabilice, es difícil ver que les vaya bien. Con el endurecimiento de la Fed no es tan sencillo. Es un problema para los países que dependen en gran medida de la financiación extranjera. Por lo general, estos países también tienen problemas fiscales. La Fed puede hacer que sus miserias sean más pronunciadas a menos que aborden las debilidades con medidas económicas sólidas».
Desde JP Morgan AM también reconocen el riesgo del dólar y la correlación negativa entre los movimientos de la divisa y las acciones emergentes, pero defienden que el dólar está en el segundo año de un ciclo de retroceso, mientras la mayoría de divisas emergentes están baratas.