'La enfermedad holandesa'

A principios de los sesenta se descubrió un importante yacimiento de gas natural en aguas territoriales holandesas. Sin duda, un[…]

A principios de los sesenta se descubrió un importante yacimiento de gas natural en aguas territoriales holandesas. Sin duda, un factor positivo para el País, a medio plazo, pero también con enormes consecuencias negativas que se sintieron, a corto plazo, en términos de apreciación de la moneda y pérdida de competitividad de sus exportaciones. Al final, el sector manufacturero y de servicios exportador se vio muy penalizado por la riqueza nueva materializada, lo que, a la larga, condicionaba el crecimiento potencial del país.

Realmente encontrarán muchos ejemplos en la historia de las consecuencias negativas de una riqueza repentina mal gestionada. La denominada "maldición de las materias primas" de muchos países en desarrollo puede llegar a ser un caso extremo, en países con democracias no maduras que se corrompen, o dictaduras que se retroalimentan con el dinero fácil obtenido de la riqueza natural. En un intento de evitar, o al menos matizar este efecto negativo intergeneracional (la riqueza natural enriquece a la generación actual, pero puede suponer un importante lastre para las futuras) se crean en los cincuenta, pero alcanzan su madurez en los noventa, los denominados Fondos Soberanos.

Y los hay de muchos tipos, relacionados con riquezas naturales no reciclables, o derivadas de la acumulación de reservas por entrada de inversiones, en muchos casos, de corto plazo. Desde el Fondo Soberano noruego, con unos activos de 730bn. $, hasta el SAMA saudí de 675 bn., el de Abu Dhabi de 620 bn. o los chinos CIC con 575 bn. y el SAFE con 570 bn. En conjunto se estima un volumen total de capitales de 3.4 tr. en los fondos relacionados con el petróleo y gas, y otros 2.4 tr. del resto en los más de 70 fondos existentes. Un volumen de dinero de esta magnitud no puede pasar desapercibido en un mundo como el actual, donde la liquidez y precio de los activos en muchos países desarrollados depende del apoyo que les otorgan los respectivos bancos centrales. De hecho, se puede afirmar que los recursos gestionados por estos fondos (recuerden que las reservas de divisas a nivel mundial superan los 6 tr. $) son en parte la contrapartida de la deuda acumulada por los países desarrollados en los últimos veinte años. Sería más que deseable que ese dinero volviera a la economía real.

He escuchado a la Ministra de finanzas noruega que califica como "predecible" el modelo de gestión a medio y largo plazo del Fondo Soberano de su país. Transparencia y huyendo de inversiones cortoplacistas, buscando "maximizar la rentabilidad real a largo plazo". Con un 40 % de posición en Europa, reconoce que redujo este porcentaje más del 12 % el año pasado. Esta ha debido ser la regla de comportamiento para el conjunto de los fondos soberanos a nivel mundial, aunque el principio de transparencia del Fondo Noruego no es compartido por muchos de ellos.

Así, se estima que más del 45 % de su inversión el año pasado se destinó a Europa con un descenso del 5 % sobre el año pasado. En la segunda mitad del año pasado se superó el riesgo de ruptura del Euro para centrarse sólo en los riesgos de insolvencia de los países. ¿Cómo reaccionaron los fondos soberanos? No hay muchos datos sobre la inversión de los fondos soberanos en los doce últimos meses de mayor confianza en la zona, aunque todo lleva a pensar que han tenido parte del protagonismo en la recuperación de los precios de los activos, desde las bolsas hasta el riesgo país. La subida del Euro en los mercados de divisas es un buen reflejo del mayor interés internacional hacia Europa. Y primando a los países más castigados por la Crisis del Euro. Con todo, no estoy nada convencido de que muchas de estas inversiones sean de largo plazo (otra regla del Fondo Noruego no generalizada), lo que me lleva a recomendar no confundir esta calma financiera con confianza: es simplemente una cuestión de rentabilidad relativa. La confianza se recuperará con medidas que aumenten el crecimiento potencial y faciliten la integración europea.

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