Brexit a ciegas
El precio pagado el miércoles por Theresa May para salvar su puesto de primera ministra ha sido muy alto: ha[…]
El precio pagado el miércoles por Theresa May para salvar su puesto de primera ministra ha sido muy alto: ha renunciado a presentarse a las siguientes elecciones mientras perdía el apoyo de un tercio de los diputados conservadores, los más anti-europeos. Tras su victoria pírrica, camina a tientas por el laberinto del Brexit. La única táctica que le queda es ganar tiempo y agitar el espantajo de llegar al 29 de marzo de 2019 sin ratificar el acuerdo con la UE. Por ahora no le salen los números para presentar el pacto con Bruselas a la Cámara de los Comunes. Confía en que Jeremy Corbyn nunca aclare sus ideas y se dispone a utilizar la incertidumbre para presionar al Parlamento. Pero la amenaza de «un (mal) acuerdo o el caos de una ruptura sin acuerdo» es un arma de doble filo. Da alas a los impulsores del segundo referéndum, aún más sabiendo que, gracias al Tribunal de Luxemburgo, la notificación del artículo 50 que desencadena la salida es fácilmente reversible.