Bruno Hortelano falla en su intento por el récord en los 100 metros
«¿Pero son centésimas, segundos o qué?». La pregunta le llega desde la grada a Alberto Armas, el mánager de Bruno[…]
«¿Pero son centésimas, segundos o qué?». La pregunta le llega desde la grada a Alberto Armas, el mánager de Bruno Hortelano, el ideólogo de la cita que reunió en Getafe a un público diverso, curioso y con ganas de aplaudir. Armas y Hortelano consiguieron, inédito el hecho, que la gente siguiera una jornada de atletismo en un polideportivo de municipal del sur de Madrid, cinco filas de gradas de hormigón a la sombra, llenas a reventar, y otras tantas al sol, vacías por los 34 grados que caían a plomo.
Ambiente festivo, de carrera popular como popular es el atletismo. Un deporte del pueblo que necesita muy poco: unas zapatillas, una camiseta y mucha voluntad. En el polideportivo Juan de la Cierva había más de dos mil personas, entrada libre, tarde agradable, pendientes de un tipo que conecta con la gente, cae bien y tiene mensaje cuando habla. Hortelano, el superviviente del accidente cuyo guante negro es el símbolo de la resistencia al dolor y la fe en el ser humano, supo perder en el Europeo de Berlín, donde acudió como punta de un iceberg y regresó con una medalla de bronce en el relevo 4x400. Supo a poco, pero él lo transformó en un ejemplo de superación.
Media hora antes de la reunión atlética, Hortelano estira los isquiotibiales mientras escucha música cañera en un altavoz portátil. Acompaña la tonadilla con la cabeza y gesticula hacia la grada, que empieza a coger color. Se acerca hasta su posición la alcadelsa de Getafe, Sara Hernández, con un importante séquito de autoridades locales, que quiere saludarlo y desarle suerte. El presidente de la Federación Madrileña, Isidro Arranz, que organiza el evento, va de un lado a otro con ánimo de anfitrión. «Sentiros como en casa», dice a la gente.
Hortelano asiente, saluda y estira. Nunca ha participado en un mitin tan barato. Cinco jueces y un encargado de la logística, que cobran 31 euros por la tarde, suponen un desembolso de 250 euros para las arcas de la Madrileña.
Su agente, Alberto Armas, explica que el atleta no quería dar por terminada la temporada después del Europeo, como ha hecho la mayoría. «Estábamos bucando una carrera de 100, pero no queremos riesgo de lesión», cuenta.
Armas las caza al vuelo. Ha programado la reunión un miércoles, jornada sin fútbol, sin competencia, sin otra actividad de elite que la Vuelta a España, y lo ha hecho en la Comunidad de Madrid, foco de atención periodístico, más de treinta medios atentos a las evoluciones de Hortelano, que sigue saludando y sonriendo. Un tipo al que cuesta verlo en tono malencarado.
Bruno Hortelano no tiene adversarios en la tercera serie, en la que participa. En realidad, la cita se denomina técnicamente control de la Federación. Tienen que celebrarse al menos tres pruebas para que pueda ser homologada. Entre los dos intentos de Hortelano (los 100 metros y los 200), se disputa una prueba de salto de longitud. En las series de 100, corren veteranos del campeonato de España y el paralímpico reciente campeón de Europa Gerard Descarga.
Pero el ejercicio de marketing es sensacional. La grada está a reventar, la gente quiere aplaudir, hay periódicos, radios, televisiones y webs en directo, y la carrera de 200 metros la verá toda España por la tele. Han aparecido globos naranjas en el graderío, pero falta la tensión de la competición, la adrenalina del todo o nada.
Hortelano sale por la calle 4 en la carrera de 100 metros. Despega como un avión ante sus adversarios/teloneros y corre solo la recta a la sombra del polideportivo municipal. La cadera y las rodillas altas, los brazos armoniosos, el tronco tenso sin repunte de cuello en la meta porque no hace falta. La marca no pasa la historia, 10:31 segundos. Queda lejos su récord español (10.06), conseguido hace dos años en Moratalaz. Hortelano no será hoy el vigésimo atleta europeo de la historia en bajar de los 10 segundos en los 100 metros.
No hay desilusión en el velocista, como tampoco la hubo en Berlín, donde lanzó un mensaje conmovedor. «Mi éxito es estar aquí», dijo entonces. «Estoy muy satisfecho y disfrutando del día, gracias de corazón por venir a verme».