Cambio de política de la reserva federal

La economía global comienza a dar señales más positivas, aunque todavía siguen siendo insuficientes para proclamar, de manera rotunda, la salida de la peor crisis económica y financiera que hemos conocido.

La economía global comienza a dar señales más positivas, aunque todavía siguen siendo insuficientes para proclamar, de manera rotunda, la salida de la peor crisis económica y financiera que hemos conocido. Como en muchos otros aspectos de la economía y de los mercados, las reacciones o los efectos suelen moverse dentro del terreno de la paradoja. Quizás motivado por una de las características más propias de los que se dedican a la inversión, como es el de la anticipación que, en algunos casos, se convierte en excesiva, y podríamos denominarla como la anticipación sobre la anticipación.

Nadie quiere llegar el último y se aceleran las operaciones por un mero murmullo que, en la mayoría de los casos, carece de fundamento. Me refiero a la retirada parcial y gradual de los estímulos monetarios que en su día decidió implementar la Reserva Federal para salvar a la economía estadounidense y, de paso, a la del resto del mundo. De lo que no cabe ninguna duda es que el efecto de la pócima en los Estados Unidos ha sido más que satisfactoria. Se han creado desde entonces más de 6 millones de puestos de trabajo, y la economía crece a un ritmo moderado pero crece. 

Por supuesto que, aún así, y aunque la evidencia de las cifras es palmaria, todavía hay quienes le critican por lo "heterodoxo" de la política y por los potenciales efectos secundarios que podría tener en el futuro. En mi opinión, es preferible prevenir posibles efectos no deseados en el futuro que estar padeciéndolos desde ahora y de manera indefinida por la inacción.

Justo en estos momentos estamos viendo como la Reserva Federal se enfrenta a esa segunda tarea, la de retirar la medicación al enfermo sin que éste pueda sufrir una recaída y sin que se produzca cualquier otro desequilibrio funcional por haberse habituado a los remedios.

Y como comentaba al principio, la labor no es nada sencilla, entre otras razones, porque los mercados financieros actúan a veces por impulso, y lo que en principio sería una buena noticia, la retirada de los estímulos porque ya no son necesarios, se puede convertir en desorden por el incremento de la incertidumbre.

En este sentido, la Reserva Federal maneja, y ha manejado, los tiempos y la comunicación de manera magistral, y eso es lo que hemos vivido en los últimos meses. El miedo a una caída fulminante del precio de los bonos, con su consecuente subida de tipos de interés, es la principal preocupación, y para ello los componentes de la Fed se han dedicado durante tiempo a informar al mercado de que la retirada de estímulos no significará subidas del tipo de referencia, ni tan siquiera un cambio en el sesgo que, actualmente, tienen hacia una política monetaria expansiva. 

Las subidas de tipos de interés, inevitablemente se irán produciendo, y veremos como las rentabilidades de los bonos estadounidenses irán subiendo hacia niveles más en línea, con sus niveles históricos, sin que por ello tenga que producirse ningún retroceso en la actividad económica. La consecuencia de este proceso será el fortalecimiento del dólar norteamericano y la continuación de la caída del precio de las materias primas. El oro, después de la consolidación que ha tenido en las últimas semanas, debería reanudar su movimiento, a la baja, y podríamos verlo en el futuro más cerca del precio de los 1000 dólar por onza. 

Y esperemos que la cotización de nuestra divisa contra la norteamericana también caiga hasta niveles más acordes con los fundamentales, que sería los cercanos a 1.20. A las exportaciones españolas no les vendrían nada mal.

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