China, ¿hacia la transición política y una nueva dirección económica?

Definida como la segunda economía mundial en 2010, China ha iniciado ahora una lenta transformación estructural

Definida como la segunda economía mundial en 2010, China ha iniciado ahora una lenta transformación estructural. El proceso parece haberse ralentizado considerablemente en los últimos meses, en línea con lo ocurrido en la economía. Sin embargo, sin estas reformas, el país tendrá dificultades para mantener su alto ritmo de crecimiento. Además, las autoridades son conscientes de la dirección que debe ser tomada, pero la ejecución es arriesgada. Incluso desde 2007-2009, las autoridades chinas han trabajado duro para impulsar la economía en el inicio de la crisis financiera, reduciendo la presión sobre los precios minoristas y, finalmente, poniendo freno a la especulación el mercado inmobiliario, alimentado por las enormes cantidades de crédito distribuidas en 2008.

Los últimos tiempos no han sido tan fáciles para los líderes del país, que deberían centrarse ahora en restablecer el equilibrio de la economía china -donde la inversión se encuentra sobre-representada (46% de la actividad económica) y el gasto en consumo está infra-representado. Incluyendo los gastos de vivienda, los hogares solo gastan el 50% del PIB y esta cifra apenas llega al 40% si se excluye la vivienda. En estas condiciones, el modelo económico chino llegará pronto a sus límites. Todo apunta a que el paso siguiente en el crecimiento del país necesitará de dinámicas diferentes, incluyendo un claro foco en el consumidor.

Todavía existen necesidades de infraestructuras que deben ser resueltas, pero ya se han hecho enormes esfuerzos de inversión. Sin embargo, el ritmo de crecimiento en esta área está destinado a reducirse a medida que el modelo de desarrollo se extienda. Otro factor a tener en cuenta es que en términos económicos, el volumen de inversiones no puede seguir creciendo a tal ritmo sin implicar el riesgo de malgastar los recursos del país.

El nombramiento de Xi Jinping como secretario general del Partido Comunista Chino y Presidente de la República y de Li Keqiang como Primer Ministro marcan el inicio de un período de incertidumbre para el gobierno. No obstante, ambos hombres eran los segundos de a bordo de los anteriores líderes y la continuidad debería prevalecer al menos por el momento. Pero, en el largo plazo, esta transición podría ser una oportunidad para revisar el modelo actual en cierta profundidad.

En diferentes momentos de su historia, China ha llevado a cabo transformaciones a gran escala de manera satisfactoria. El Estado tiene importantes medios y herramientas a su disposición, pero esto no será suficiente para promover las reformas a menos que el impulso para el cambio sea fuerte y el enfoque pragmático. Sin duda, existe reticencia al cambio dentro del Partido Comunista Chino y los nuevos líderes tendrán que desplegar sus mejores habilidades diplomáticas.

Pierre Ciret, Economista en Edmond de Rothschild Asset Management

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