China por mucho y Grecia por poco
Las incertidumbres, como las desgracias, nunca vienen solas. Se retroalimentan. Por eso no es una casualidad que los problemas de[…]
Las incertidumbres, como las desgracias, nunca vienen solas. Se retroalimentan. Por eso no es una casualidad que los problemas de las bolsas chinas coincidan en el tiempo con las inacabables negociaciones entre la Unión Europea y Grecia. La burbuja de los mercados chinos era una amenaza desde hace mucho tiempo, pero nadie quería creer en ella, seguramente porque sus consecuencias sobre el resto de los mercados podrían ser todavía más intensas que la salida del país heleno del euro. Sin embargo, ya se han producido los primeros síntomas de un pinchazo cuyos efectos burbujeantes han empezado por inquietar a las propias autoridades chinas que han adoptado una serie de decisiones drásticas que deberían calmar los mercados. Pero no es seguro que las medidas tengan el efecto sedante deseado porque en esta ocasión se trata de una triple burbuja: inmobiliaria, crediticia y bursátil. Tener pocos recursos financieros es un grave problema, como nos muestran las dificultades a las que se tienen que enfrentar los ciudadanos griegos; pero contar con excesivo dinero, supone también un grave riesgo difícil de gestionar, a la vista de lo que ocurre con China. La evolución de la economía es más un capricho que una ciencia cuando los responsables de gestionarla incluyen múltiples e interesados objetivos en sus decisiones.
Ahorradores e inversores afrontan una semana "más difícil todavía" en la que el anhelado posible acuerdo con Grecia no significaría la recuperación de los índices por las incertidumbres que se ciernen ahora sobre los mercados asiáticos. Tales incertidumbres se manifiestan amenazantes a sólo unas semanas del mes de agosto, periodo que los mercados suelen elegir para desarrollar los procesos más preocupantes. Es creciente en este ambiente el número de inversores que han decidido esperar a septiembre para efectuar nuevos cambios en su cartera. No hay duda de que aquellos que decidieron poner a buen recaudo los buenos beneficios cosechados durante el primer trimestre adoptaron una decisión inteligente.