Cómo maximizar el precio de una empresa
Me encuentro a diario con empresarios que se niegan a vender su compañía cuando ésta gana más. Sin embargo, no[…]
Me encuentro a diario con empresarios que se niegan a vender su compañía cuando ésta gana más. Sin embargo, no dudan en hacerlo si sus resultados comienzan a fallar. Claro error.
Las empresas se valoran estimando sus beneficios futuros. Cuando la empresa está en su mejor etapa de beneficios se puede proyectar un futuro prometedor y maximizar su precio. Cuando está pasando una mala etapa es mucho más difícil hacer creíble un futuro ilusionante.
La economía tiene ciclos. La clave es vender durante un ciclo económico alcista, no sólo porque la empresa factura y gana más en esa fase, sino también porque los compradores son más optimistas y porque hay mayor abundancia de dinero.
En los momentos alcistas las empresas que cotizan en bolsa están dispuestas a pagar más porque sus acciones también cotizan a múltiplos superiores.
Otro elemento externo que afecta al valor de una empresa son los tipos de interés. Cuando los tipos están altos las empresas valen menos y cuando están bajos valen más. Ello es porque el valor se calcula descontando los flujos de fondos que va a generar la empresa durante el resto de su vida. Se descuenta sobre la base los tipos de interés más una prima que representa el riesgo que tiene esa empresa de no cumplir sus previsiones. Si los tipos de interés son bajos, se descuenta a una tasa menor. Al ser más bajo el denominador, la cifra resultante en la valoración es mayor. Por eso, con tipos bajos las empresas valen más que con tipos de interés altos.
Es evidente que cuando vendes una empresa, no es lo mismo negociar con alguien que tiene los bolsillos llenos, que con un comprador que gana poco dinero y tiene mucha deuda. Por muy interesado que esté, no podrá pagar mucho dinero porque no lo tiene ni se lo van a prestar. Sin embargo, muchos vendedores negocian con el primero que se les acerca a comprar.
El mejor comprador no es primero que aparece, ni el más evidente o cercano. Una empresa en otro sector, afín o ubicada en la otra cara del mundo puede pagar muchísimo más.