Cuente el Gobierno con este humilde servidor

Las fichas del destino, las piezas del tablero o como queramos llamarlo, vuelven a estar, un año después, en la[…]

Las fichas del destino, las piezas del tablero o como queramos llamarlo, vuelven a estar, un año después, en la casilla de salida, en feliz expresión del profesor Fernando de Haro, periodista de referencia en COPE, cada tarde, junto a Pilar Cisneros, ojos de arrecife que atisban precipicios y corales. Ha pasado un año y algo más de aquella asonada de opereta que consistió en simular un referéndum, proclamar una república y suspenderla a los siete segundos y huir por las trampillas en virtud de una vertebrada tradición catalana consistente en escapar de uno mismo así se ha cometido el error y el delito. Un año después, analizándolo con calma, todo ha vuelto a la situación que precedieron a los días «gloriosos» en los que el golpismo catalán amagó con ser valiente: un gobierno regional vuelve a amenazar al Estado al que pertenece y se dispone a quebrar todas las leyes a mano esgrimiendo los mismos argumentos, los mismos, que han llevado a la cárcel o a la fuga a los actores del Golpe. En esta ocasión, un perfecto demente de balbuceo fascistoide, amenaza con la desobediencia y la proclamación unilateral de la dichosa Republiqueta así se consuma no sé qué señal ciudadana, aunque sea mediante métodos violentos, de pura guerra entre facciones armadas. Es, a efectos reales, casi peor que un año atrás: en ese momento las llamadas a la revuelta contemplaban violencia pero no enfrentamientos armados entre sociedades o Fuerzas Armadas; en este día, mesnadas de animales de encefalograma discutible se sienten dispuestos a sacrificar el orden, la convivencia y la paz ciudadana en aras de una revolución imposible en la que ni siquiera cree la mayoría de sus conciudadanos. El próximo día 21, con el Consejo de Ministros anunciado en Barcelona, la gran fiesta se prepara como las verbenas de San Juan, hogueras aquí y allá, carreras, gritos, golpes y toda la artillería necesaria para hacerle la vida imposible al ciudadano, sea de los nuestros o de los otros: «un corte de carretera es una forma de abrir caminos», creo que han dicho en alguna de sus publicaciones. Siempre habrá imbéciles que se lo crean.

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