Distinto actor, misma estrategia
Palabras, palabras y más palabras. Esa parecía ser la tónica habitual que estaban tomando los máximos responsables económicos a nivel global a la hora de abordar las diferentes políticas económicas.
Palabras, palabras y más palabras. Esa parecía ser la tónica habitual que estaban tomando los máximos responsables económicos a nivel global a la hora de abordar las diferentes políticas económicas. Hasta que no quedó más remedio que pasar a la acción y que dichos discursos fueran algo más que simple palabrería.
Lo cierto es que los tiempos fueron medidos de manera muy adecuada, principalmente por parte de la FED que siempre ha parecido estar unos pasos por delante del BCE, cuya actuación ha sido un poco más tosca y arcaica.
Aunque en este caso los medios si han sido puestos en duda, para llegar al fin, la realidad es que en Estados Unidos ya se ha conseguido la meta que se propuso, una vez comenzó su política expansiva y en Europa la temperatura de los datos macroeconómicos mejora de manera muy notable, llegándose incluso a poner en duda la continuidad de una política expansiva, que puede estar viviendo sus últimos momentos.
Pero sin apenas tener tiempo para digerir el cambio, el mercado tiene que estar preparado, y parece que lo está, para pasar por la misma tesitura que vivió en el pasado. Y es que el nuevo presidente de La Casa Blanca, parece haber tomado por buena la costumbre instaurada de primero hablar y más tarde actuar.
La diferencia puede ser sustancial, ya que desde que Trump entrara en el poder las medidas propuestas han sido tomadas como un catalizador positivo y el mercado las ha ido descontando a modo de consecución de nuevos máximos históricos, dentro principalmente del mercado norteamericano.
Independientemente de la resolución del Obamacare del pasado jueves. Y que dicho evento determine las futuribles actuaciones de Donald Trump.
El momento delicado podría darse cuando no se lleguen a acometer las reformas que han proyectado la confianza dentro de la renta variable.
Aunque lo realmente preocupante son las ya conocidas grietas existentes dentro del propio partido gobernante. El apoyo a Trump no es unánime y todo acto legislativo se puede convertir en un gran reto como ya hemos podido comprobar.
Desde una perspectiva de inversión, si se da un frenazo en la maquinaria de modificaciones propuestas por Trump, toda la oleada de optimismo podría desencadenar en un gran recorte bursátil. El castillo de ideas y no actuaciones por parte de Trump se derrumbaría.
A tener en cuenta en los próximos meses y la clara agenda en lo que sería la ampliación y recortes que llevaría a cabo Trump sería el siguiente:
Dentro del consumo discrecional, que es actualmente dé un 27% del total del presupuesto federal, el incremento de defensa vendría de los presupuestos destinados para el funcionamiento de departamentos y agencias ejecutivas.
Se incrementaría el presupuesto un 6% de Asuntos de Veteranos, un 7% más en el Departamento de Seguridad Nacional y un 9% en el Departamento de Defensa.
Mirando el lado de las reducciones cabría destacar el casi un 30% de la Agencia de Protección Ambiental y Departamento de Estado.
A lo que habría que sumarle más de un 10 % en cada uno de los departamentos de Agricultura, Trabajo, Salud y Servicios Humanos, Comercial, Educación , Interior , Transporte, Vivienda y Urbano.
Si alguna de estas patas de lo que sería el nuevo proyecto falla, deberíamos estar muy atentos a las circunstancias negativas que se darían para poderlas aprovechar.
El diálogo vuelve a escena y ya ha teñido de verde los mercados. Veremos la calificación que da el "soberano mercado" a las actuaciones o no por parte del gobierno estadounidense.