El dilema naranja

En la medida en que la política funciona como una teoría de física de espacios, por los que en vez[…]

En la medida en que la política funciona como una teoría de física de espacios, por los que en vez de cuerpos se mueven las ideas -o los sucedáneos que a menudo las relevan-, la irrupción fulgurante de Vox va a meter a Ciudadanos en un problema. También al PP, por supuesto, al que hace una competencia directa pero digerible porque en cierto modo lo complementa. Al partido naranja, sin embargo, la principal dificultad que le crea la aparición de esta emergente fuerza no tiene que ver tanto con la disputa de los votos como con una cuestión de estrategia. Por un lado es obvio que la existencia de Vox contribuye a centrar a Cs y a distanciarlo de un concepto que le incomoda como es la adscripción sin matices al bloque de derechas; por otro, sin embargo, lo sitúa ante la áspera disyuntiva de aceptar o no su apoyo para desbancar a la izquierda. Con el agravante de que no será sólo Andalucía el escenario del dilema: en el ciclo que ahora comienza, el efecto expansivo de la formación nueva se va a extender a las elecciones locales, a las regionales y a las europeas. En toda España hay varios cientos de miles de ciudadanos muy cabreados a la espera de que les llegue el momento de sumarse a la experiencia.

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