El gran triunfo de Obama: movilizar a los electores

La participación supera a los anteriores comicios

Se disputaban la victoria dos candidatos con dos propuestas bien distintas. Nunca los demócratas fueron tan criticados por su intervencionismo, de la misma forma en que los republicanos lo han sido por su liberalismo. La bipolarización y, de alguna forma, el creciente radicalismo político tiende a caricaturizar a Obama y Romney, prisioneros en cualquier caso y durante algunos años todavía de la crisis económica.

Obama pedía más tiempo para llevar a cabo su programa, muy consciente de que las esperanzas que generó se volvieron en buena parte en frustración. Romney respondía que él sabía cómo gobernar para mejorar la situación económica, aunque se perdía a la hora de concretar sus actuaciones e ir más allá de su propuesta de profundo ajuste fiscal. Obama se presentó como el mejor gestor político y Romney como el exitoso y experto empresario.

Disputar la presidencia a quien ocupa ya el cargo no es lo mismo que hacerlo contra un nuevo candidato. Y cuando a pocos días de las elecciones se produce una catástrofe, el comandante en jefe aprovecha la ocasión para hacer ver su liderazgo.

Victoria antes del recuento

Al cierre de los colegios electorales, Obama ya había conseguido su primera victoria: lograr una gran participación, incluso superior a la de hace cuatro años. Movilizar a su electorado, y entre ellos a los hispanos, resultaba fundamental. Y lo consiguió.

Massachusetts dio el primer empujón a Obama en la noche electoral, aunque todos los sentidos estuvieron puestos en Ohio, Virginia y la siempre sorprendente Florida. Romney debería ganar en los tres estados para tener posibilidades de triunfo. Obama sólo precisaba ganar en uno. Finalmente, Ohio se decantó por el demócrata y ya no hizo falta conocer más resultados.

Ganador con mucho paro

Obama ha logrado lo que ningún otro presidente: revalidar su cargo con una tasa de paro superior al 7,2 por ciento. Son tiempos de crisis, sin duda, pero muchos dudaron de que pudiera ganar las elecciones con tal lastre. Tiene ahora ante sí otros cuatro años para poner en marcha el programa que prometió hace cuatro años. Pero, tampoco lo tendrá fácil: la Cámara de Representantes seguirá bajo control republicano y no parece que Romney y los suyos estén dispuestos a dar un sólo día de tregua a los demócratas.

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Europa respira tranquila, porque no quería cambios en estos momentos de crisis económica. Y los mercados es posible que se muestren menos volátiles y menos confusos sabiendo que Obama estará otros cuatro años en la Casa Blanca.

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