El inversor minorista, inquieto también por la deuda española

Los fondos y aseguradoras están muy expuestos al activo

"En la última semana han sido frecuentes las visitas de clientes pidiendo información sobre los activos en los que está invertido su fondo. Querían saber si tenían mucha o poca deuda pública española. Esto es nuevo, nunca antes había pasado". Quien habla es un gestor de Barclays Bank. Un gestor como cualquier otro que en los últimos días se está viendo sorprendido por la demanda de algunos de sus clientes a propósito del posible riesgo futuro de las deuda española.

"Nuestra compañía tiene sus carteras invertidas en un 80 por ciento en deuda pública española. Por tanto, nuestro destino está estrechamente ligado a esta deuda. No podemos pensar en que pueda existir algún riesgo porque va en ello nuestra supervivencia". Ahora habla el consejero delegado de una importante compañía de seguros que maneja unos activos cercanos a los 15.000 millones de euros.

Son dos opiniones que expresan la preocupación que está empezando a suscitar la deuda pública española en el mercado español, donde hasta ahora no ha existido ningún temor ni reticencia hacia ella, sino todo lo contrario ante la alta rentabilidad que ofrecía. Pero en la última semana está cambiando el sentimiento, coincidiendo con un incremento del miedo al futuro y la adopción de decisiones más conservadoras ante un mes de agosto que se presenta lleno de incertidumbres.

Economía deprimida

Las declaraciones del ministro De Guindos a un medio de comunicación alemán no han ayudado a tranquilizar a los inversores. Más bien todo lo contrario teniendo en cuenta que la negativa de algunos ministros ante la posibilidad de aprobar o adoptar cualquier medida sólo ha sido el preanuncio de tal medida. De Guindos salió directamente al paso de la desconfianza que se empieza a instalar en los centros financieros europeos sobre las posibles dificultades que podría tener España para cumplir con los compromisos de su deuda. La mayor parte de los analistas internacionales se han puesto a distancia respecto a las grandes instituciones económicas internacionales ante el paquete de medidas que ha presentado el Gobierno español. Estos analistas coinciden al señalar que, necesarias o no, estas medidas deprimirán todavía más a la economía española y le impedirán generar recursos para hacer frente a sus compromisos financieros.

Esta inquietud tiene también su origen en la decisión de los dos grandes bancos españoles (Santander y BBVA) manifestada hace unas semanas por sus consejeros delegados de que no van a incrementar sus compras de deuda pública española por haber alcanzado los niveles máximos que permite su política de concentración de riesgo. En el caso del BBVA, la entidad tiene en su balance algo más de 27.000 millones de euros de deuda pública española.

España tenía a final del primer trimestre una deuda pública de 774.549 millones de euros, equivalente al 72 por ciento del PIB, el nivel más alto desde que se elaboran las series (1995). A finales del 2008 esa deuda equivalía al 39,80 por ciento del PIB. Eran otros tiempos y todavía la economía no había dado el frenazo que está experimentando ahora.

El temor, por vez primera, ha pasado Los Pirineos y se empieza a instalar peligrosamente en España entre los pequeños ahorradores e inversores. Les preocupa especialmente que la deuda pública española está presente en todos los fondos de pensiones, excepto, aquellos más minoritarios, de renta variable pura. Se trata, además, de un producto poco líquido que sólo es posible cambiar de gestora sino no se ha llegado a la edad de jubilación o no concurre una situación especial de paro o enfermedad.

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