El miedo a lo inexistente

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a un inquietante escenario de mercado cuya principal característica es la de un elevado nivel de incertidumbre.

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a un inquietante escenario de mercado cuya principal característica es la de un elevado nivel de incertidumbre. Por un lado, y principalmente en Europa desde el lado de los políticos, las diferencias de opinión y una aparente falta de objetivos claros y, por otro, los titubeos y los bandazos en la comunicación de los bancos centrales de todo el mundo, dificultan la ya de por sí complicada tarea de los inversores de centrar su actividad dentro de lo que pueda ser la política económica y principalmente monetaria en el futuro. La confusión generalizada es evidente. 

En Europa, por ejemplo, vemos cómo se van publicando las cifras de nivel de precios de los distintos países que componen la Eurozona, y como en una gran parte de ellos, incluido el nuestro, la dinámica de precios ya se mueve en territorio negativo, en zona de la tan temida aunque poco o nada conocida deflación. 

Sin embargo, todavía oímos y leemos a miembros del Banco Central Europeo, principalmente los alemanes, diciendo que el principal objetivo del emisor del euro es la de mantener los precios a raya, pero más bien por el lado de arriba, despreciando expresamente el riesgo deflacionista e, incluso, recordando que las políticas de expansión monetaria suponen un grave peligro para la estabilidad de precios. Absolutamente surrealista. Nos estamos hundiendo en el agua y en lugar de pedir una mano que nos saque, ellos gritan para que nadie se acerque.

El miedo a la hiperinflación debería ser objeto de estudio en las facultades de psicología. Quizás, en el futuro, la veamos dentro en los manuales académicos clasificada ya como una enfermedad mental grave. Aunque me temo que se tardará todavía algún tiempo en encontrar algún fármaco para esa dolencia, sobretodo porque para curarse hace falta voluntad y, si por algo se caracterizan quienes la sufren, es por su elevado grado de testarudez, o dicho de otra manera, de cuadratura de cabeza.

Un más que interesante artículo publicado el viernes pasado en el Financial Times, del prestigioso columnista Martin Wolf, saca a relucir este grave problema que sufrimos en Europa, y hace alusión a un informe publicado por el Banco de Inglaterra en su boletín trimestral, donde se apunta a una solución al respecto: la formación, el conocimiento de cómo funciona un sistema financiero. Si se tuvieran en cuenta algunas premisas básicas, el miedo desaparecería.

En este sentido, el antiguo y quizás por ello más sabio Banco de Inglaterra, nos dice que: los bancos no son solo intermediarios financieros. Por el hecho de que se incremente el ahorro no se aumenta la cantidad de dinero en el sistema. Se crea dinero cuando aumenta el crédito (algo que ahora no ocurre) y este incremento desaparece cuando el dinero se devuelve.

La capacidad de prestar (multiplicador del dinero) no están ligadas a las reservas bancarias. En el sistema monetario que tenemos, en donde el dinero es creado por el banco central, los bancos pueden aumentar sus reservas simplemente pidiéndoselo al banco central. Las condiciones del crédito las establece la ley de oferta y demanda y la situación general de la economía. El Banco Central marca solo una referencia mínima en los tipos de interés que se aplican.

Las operaciones de flexibilización cuantitativa QE de los bancos centrales, incrementan la base monetaria, al traspasar dinero situado en activos de renta fija al resto del sistema, pero su principal efecto está en la repercusión en el precio de estos activos que, a su vez, servirán de guía para condiciones de crédito. Sin las otras circunstancias en situación idónea, este incremento de la base monetaria no incrementa el crédito y, por tanto, en nada afecta al nivel de precios.

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Deberían algunos ir tomando algunas lecciones y ser algo más honestos y coherentes. Simplemente, que contrasten y verifiquen los efectos de estas políticas, en donde se ha llevado a cabo. No nos valen ahora las fobias y los complejos

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