El mito se hace carne: un día en el juicio del Chapo

Los pasillos brillantes y deshabitados, las salas con alfombra industrial y las paredes revestidas de madera de los juzgados federales[…]

Los pasillos brillantes y deshabitados, las salas con alfombra industrial y las paredes revestidas de madera de los juzgados federales de Brooklyn no parecen el escenario propio de un milagro. Pero cada mañana se produce uno en la octava planta: el mito, la leyenda del Chapo se hace carne. El narco al que dedicaron corridos como cantares de gesta a héroes medievales, el atroz, el generoso, el violento, el imbatible líder del cártel de Sinaloa, el que sentencia a muerte a enemigos y cubre de oro a los socios, el favorito de Netflix, el compinche de políticos y militares, el «Robin Hood» de la Sierra Madre se convierte cerca de las nueve y media en un armazón de piel y huesos con apariencia humana. Cada mañana, la puerta de la derecha de la sala se abre y entra Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, de 61 años, acusado de multitud de delitos por su vinculación al narcotráfico.

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