El peligro de la mentira en la información bancaria
Corremos el riesgo de admitir con absoluta normalidad la existencia de noticias falsas como una mera interpretación de la verdad.[…]
Corremos el riesgo de admitir con absoluta normalidad la existencia de noticias falsas como una mera interpretación de la verdad. Tal comportamiento recibió un importante impulso con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos, pero se ha extendido por doquier en muy poco tiempo, especialmente en campañas electorales, donde no existe respeto a la verdad cuando de lo que se trata es de defender una propuesta. Malo es que la manipulación de la verdad invada el mundo de la política, pero más peligroso para el bolsillo es que tales comportamientos lleguen al mundo financiero en su relación con la clientela. Es muy preocupante que el departamento de Conducta de Mercado y reclamaciones del Banco de España haya tenido que pedir a las entidades bancarias que rectifiquen 160 anuncios en el primer trimestre de este año por resultar engañosos. Tal cifra significa que, tal vez por obra y gracia de ese ambiente permisivo con la mentira en el que vivimos, se ha duplicado este año la publicidad engañosa, respecto a la cifra de 2018.
El retorno a los productos tradicionales de muchos ahorradores, como consecuencia de las malas expectativas de los mercados bursátiles, obliga a que el Banco de España mantenga un mayor control sobre los mensajes con los que las entidades financieras pretenden captar dinero. Por otra parte, no tiene ningún sentido que el sector bancario convoque un concurso para elegir una empresa que le ayude a mejorar su cuestionada reputación, mientras lleva a cabo crecientes prácticas poco transparentes en su publicidad. Habrá que recordar mil veces que la base del negocio bancario es la confianza y ello sólo puede conseguirse sin tratar de hurtar datos tan fundamentales como el TAE en un intento de camuflar comisiones para que pasen inadvertidas a la clientela. El descubrimiento de una mentira, o de una verdad a medias, provoca entre los clientes bancarios una reacción de rechazo todavía mayor que la del votante cuando descubre que un partido ha querido captarle con una información falsa. Que alguien tome nota.