En China, burgueses; en EE.UU., obreros

"Se dice que hace falta más consumo, pero en realidad lo que necesitamos es más inversión y más empleo". Esto[…]

"Se dice que hace falta más consumo, pero en realidad lo que necesitamos es más inversión y más empleo". Esto nos contaba el otro día José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Y parece que Estados Unidos se ha puesto a ello. O si no se ha puesto, se reúnen todas las condiciones para que se produzca esa gran transformación en una economía tradicionalmente consumista pero desde hace varias décadas completamente desindustrializada. 

Si el símbolo de los primeros años de la crisis, además de la caída de Lehman Brothers, fue la desoladora imagen de Detroit, la foto que ilustrará su fin muy bien puede ser el proceso de reindustrialización que está viviendo el país. 

Numerosas multinacionales estadounidenses que se deslocalizaron en las décadas pasadas sobre todo en países emergentes están haciendo el camino de vuelta, porque allí donde los costes eran muy bajos ahora están subiendo (los trabajadores chinos llevan tiempo pidiendo subidas de salarios), mientras que en EE.UU. están bajando. Por un lado, el ejército industrial en la reserva, esto es, una tasa de paro en niveles históricamente elevados para ese país, a la que hay que sumar la tasa de subempleo (personas que trabajan a tiempo parcial cuando en realidad desearían hacerlo a jornada completa) garantizan contención salarial. Y, por otro lado, y quizás más importante: los costes energéticos prometen bajar por la explotación del gas de esquisto, el fracking. EE.UU. podría con él alcanzar la independencia energética. Tampoco hay que olvidar la depreciación del dólar respecto al resto de las monedas, muy especialmente respecto a las emergentes, gracias a la actividad de la Reserva Federal. 

Todavía hay muchas dudas respecto a este nuevo combustible. Jordi Padilla, de Popular Gestión Privada, nos decía, un poco escéptico, que hemos visto demasiadas burbujas hincharse y explotar en los últimos años, y muchas cosas que han generado grandes expectativas para luego quedarse en nada. Además, está el impacto medioambiental. Pero la historia nos dice que los sindicatos, entre el medio ambiente y los puestos de trabajo, se quedan con los segundos. Y las empresas, con los beneficios. 

Si Estados Unidos logra mantener costes energéticos estructuralmente bajos se dará la vuelta a la tendencia iniciada en los setenta cuando comenzaron a cerrarse plantas intensivas en uso de energía: acereras, fabricantes de aluminio, la industria del transporte... podrían volver al paisaje norteamericano.

El mercado parece estar creyéndoselo. Eso nos dice Padilla. Wall Street sigue en máximos porque intuye que todos estos factores van a provocar que los beneficios empresariales, también en récord en estos momentos, continúen al alza. Por eso, como apunta Padilla, los riesgos para el crecimiento económico del país se limitan a que bata expectativas. Y según las previsiones que acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional, se espera que en 2014 EE.UU. ya crezca a un ritmo del 3%. 

El resurgir de la clase obrera en EE.UU.

Para la economía estadounidense todo esto es muy importante. Pero también para la estructura de su sociedad, que puede volver a llenarse de obreros. ¿Se imaginan recuperar esa palabra? 

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Hace poco decíamos que estábamos en una sociedad postlaboral, pero Estados Unidos, la primera economía del mundo, puede poner en cuestión ese nuevo paradigma. Después de haber destruido en la década pasada más puestos de trabajo que durante los años de la Gran Depresión, poniéndonos en el mejor de los supuestos, el país podría alcanzar el pleno empleo una vez avanzado su proceso de reindustrialización. Y, además, lo haría con puestos de trabajo como los que genera la industria: más estandarizados que los que proporciona el sector servicios, pero también de más calidad porque, y no hay que olvidarlo, la industria crea el caldo de cultivo más propicio para la actividad sindical. 

En un entorno de crecimiento económico, avanzado este proceso, insistimos, pueden comenzar, incluso, a mejorar los salarios. Europa tendría un buen espejo donde mirarse. 

Otra cosa es la que sucederá con los países emergentes. Un informe recientemente publicado por Morgan Stanley advierte de que el crecimiento sostenible de EE.UU. basado en estos presupuestos podría suponer malas noticias para China, Brasil, Corea... 

Debemos dar credibilidad a este proceso porque China se está preparando. Crece menos (esta semana nos dio un buen susto con su dato de PIB), pero también de manera más saludable. En su última balanza comercial publicada nos dimos cuenta de que ya es menos dependiente de las exportaciones y más de su consumo doméstico. 

El reto de EE.UU. es crear clase trabajadora, productores. El de China, fabricar clase media que consuma. Qué ironía.

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