¿Es infinito el potencial de la Bolsa?
El Tesoro español ha logrado esta semana el sueño de todo deudor: pedir dinero, que te lo concedan y, además,[…]
El Tesoro español ha logrado esta semana el sueño de todo deudor: pedir dinero, que te lo concedan y, además, te paguen por ello. Si es difícil explicar a un lego en asuntos financieros que la renta fija no es tan fija, más complicado es aún hacerle comprender que puede no rentar nada e incluso haya que pagar por comprarla. Las Letras del Tesoro español a seis meses se han colocado con una rentabilidad negativa de 0,002%. Y si uno va a una entidad financiera a comprar deuda a dos años de países de la zona euro se encontrará con rentabilidad negativa en todos los países, salvo España e Italia. Sorprendentemente, Portugal está también en tipos negativos.
Si hay oferta, debe existir demanda. Ello significa que muchos inversores institucionales y personales compran deuda sin rentabilidad porque están apostando más por la seguridad que por la rentabilidad. Pero hay mucho más que eso.
Esta anómala situación, por mucho que se esté generalizando, es consecuencia de la compra de activos que está llevando a cabo el Banco Central Europeo (BCE) en su intento de estimular las economías de la Unión. Tales compras por un volumen de 60.000 millones de euros mensuales hacen bajar los tipos de interés de los activos de Deuda Pública. Y en una tormenta perfecta, con un trimestre de altos beneficios bursátiles pueden convertirse en rentabilidades negativas ante el deseo de muchos de pagar una pequeña prima (la rentabilidad negativa del bono) por asegurarse las ganancias obtenidas durante los tres primeros meses del año.
Mi amigo José Antonio con el que debatía sobre esta situación se hacía una serie de preguntas de las que dos de ellas, al menos, son importantes tener en cuenta:
Si las rentabilidades de los bonos son negativas ¿Qué hacen los bancos y compañías de seguros con esos activos en su cartera? ¿Eso implica que el potencial de la Bolsa es infinito? Mi amigo piensa que podemos estar escribiendo la historia de la Burbuja.2, cuyas consecuencias probablemente suframos cuando los bancos centrales "decidan parar la música y hacernos entonces pagar la fiesta".