Esa tropa
En la resaca de la crisis muchas personas votaron espoleadas por un reflejo primario de rabia: «Ahora se van a[…]
En la resaca de la crisis muchas personas votaron espoleadas por un reflejo primario de rabia: «Ahora se van a enterar». Convirtieron su voto en un arma arrojadiza para propinarle una patada al sistema. La devaluación de los salarios, la crecida del paro, la lamentable concatenación de escándalos de corrupción del PP y la prédica constante de las televisiones al rojo vivo propiciaron un voto protesta al partido neocomunista Podemos y sus franquicias regionales. En realidad esas opciones no ganaron las elecciones. Pero el sectario cordón sanitario del PSOE contra el PP brindó el poder de algunos ayuntamientos a las fuerzas populistas antisistema. El resultado es que están ocupando cargos públicos muchas personas que simplemente no saben hacer la o con un canuto. Epítome de tan aparatosa incompetencia es la alcaldía de Madrid, ocupada por una amable señora «progresista» de buena burguesía, que en la práctica no ha hecho más que ensanchar unas aceras y molestar a los conductores con un plan de peatonalización que en realidad no ha llegado a implantar. Hasta septiembre, último dato conocido, Carmena solo había logrado ejecutar el 18,4% del presupuesto, la herramienta que mide la acción de un gobierno. Sobredosis de cháchara buenista y paupérrima cosecha. Eso sí, sonríe mucho y envuelve sus disparates dialécticos en un cordial soniquete abuelil que le da votos.