Francia: un plan contra el paro que no puede despreciarse
Una sociedad no puede permanecer impotente ante un paro creciente
Fue el primer ministro francés, Lionel Jospin, el que inmediatamente después de ser elegido tras un grave revés electoral de Chirac, obligó la Unión Europea a adoptar medidas para paliar el creciente paro, especialmente en los países del sur. Jospin, un intelectual antes que político, decidió que los parados deberían dedicarse a asuntos laborales de tipo social; como limpiar bosques, seguridad escolar o asesoramiento de padres, que en aquellos momentos constituía un problema para la sociedad francesa. Aquel plan fue criticado por la oposición y por quienes se oponen a cualquier tipo de subvención, sin reparar que la subvención más cara de los presupuestos estatales es la que atiende a los desempleados.
Con un espíritu semejante, François Hollande acaba de presentar un plan de futuro para el empleo dirigido a menores de 26 años sin cualificación o poco cualificados, prioritariamente, en zonas urbanas de mayor paro. Con este programa se piensa crear 100.000 empleos en 2013 y otros 50.000 en 2014. Los contratos de estos trabajos estarán financiados al 75 por ciento por el Estado y tendrán una duración mínima de un año y máxima de tres años. Sin embargo, se incentivarán los contratos que tengan continuidad indefinida.
Los contratos deben tratar de atender a actividades que el gobierno considera "de futuro y de utilidad social". Así se consideran las actividades relacionadas con ayuda a las personas, sector social y medico-social, agricultura biológica, actividades de medio ambiente y desarrollo numérico.
La propuesta, como en el caso de la de Lionel Jospin, ha provocado la inmediata reacción negativa de todos los partidos, tanto de izquierda como de derecha, mientras que patronal y sindicatos esperan a la aprobación del plan por el Consejo de Ministros para conocer todos los detalles.
Más allá de los aspectos criticables de este plan (los contratos de Jospin eran de cinco años), lo que resulta importante es el esfuerzo para dar una solución a los colectivos más afectados por el crecimiento del paro. Algo hay que hacer y es probable que sustituir subvenciones o aparentes ayudas a la formación, que no sirven para integrar a los parados porque no existen empleos, por contratos laborales puede ser una buena solución. El hecho de que estos contratos se dirijan a "actividades de futuro" es una buena opción por mucho que siempre serán criticables las actividades elegidas.
Una sociedad no puede permanecer impotente ante un creciente paro como el que ya asumen algunos países, especialmente España. Cualquier esfuerzo para enfrentarse a él, aunque pueda resultar fallido, debe ser tenido muy en cuenta.