Giro en la actuación de los Bancos Centrales
Las últimas reuniones que han tenido tanto BCE como FED han denotado un punto de improvisación en los planes de actuación que llevarían a cabo ambas formaciones económicas.
Las últimas reuniones que han tenido tanto BCE como FED han denotado un punto de improvisación en los planes de actuación que llevarían a cabo ambas formaciones económicas. Actualmente, estrechamente ligadas a los datos macroeconómicos y a la consecución de objetivos en el corto plazo, sin tener en cuenta la repercusión en el largo plazo de las políticas económicas que están llevando a cabo.
Por un lado, la FED espera una continuidad de datos positivos para establecer un calendario concreto a la subida de tipos de interés, que supuestamente comenzaría en este mismo 2015, en el seno del FOMC aún no se ponen de acuerdo en que momento elegir. Los amigos de las políticas restrictivas querrían acelerar el proceso para este mismo verano y los partidarios de políticas monetarias laxas verían con buenos ojos el dilatar el plan de actuación hasta el 2016. El mensaje es claro por parte de Janet Yellen, se revisará y se analizará la posible subida de tipos "reunión a reunión". Esta situación no está generando actualmente ninguna incertidumbre en el mercado de renta variable norteamericana, pero los inversores seguirán pendientes de la FED en todas las reuniones que vienen. Analizando al detalle todos los comentarios que tengan lugar en la misma.
El porqué de actuar de dicha manera tiene cierto sentido, ya que precipitarse en la subida de tipos de interés provocaría presiones deflacionistas, lo que sería contrario a los intereses de la economía norteamericana. La FED quiere ser cauta y subir los tipos de interés cuando los datos sean estables y la inflación se estabilice en torno al 2%, objetivo que actualmente tendría prácticamente logrado de no ser por los precios tan reducidos de las materias primas, especialmente el petróleo. Por su lado, la divisa norteamericana está reaccionando de manera mucho más racional a los datos, el dólar se está apreciando de una manera importante, descontando ya la subida de tipos de interés y reaccionando de manera coherente ante unos datos macroeconómicos positivos que comienzan a mostrar el resurgir de la economía norteamericana.
Al otro lado del charco, el BCE cuenta los días para comenzar con su plan de actuación en lo que a compra de deuda pública se refiere, pero tal vez ya sea conocedor que dicha medida, será poco eficiente por varios motivos. El primero, y más importante, es más que probable que los tenedores de bonos soberanos, que en este caso son los bancos nacionales que componen la Unión Monetaria Europea, no quieran desprenderse de dichas posesiones en masa. Debido principalmente a que son en su mayoría activos que les están otorgando rendimientos satisfactorios en sus balances.
Nos encontraríamos con una ineficiencia de mercado, ya que la demanda por parte del BCE está valorada en 60 mil millones de euros y la oferta no llegaría a tal cuantía, lo que produciría un encarecimiento en los activos con los que quiere hacerse el Ente financiero europeo. El segundo motivo, y no por ello menos importante, es que la nuevas emisiones de bonos soberanos que se produzcan a partir de ahora y a la que acudirá también el BCE no serán cuantitativamente suficientes para dicha formación y para las estimaciones monetarias que tiene pensado destinar a dicha actuación. Parecen todo malas noticias, pero cuando se cierra una puerta se abre otra.
Que esta primera medida expansiva no tenga el impacto deseado, podría acelerar otras actuaciones, que en orden de prioridades por el impacto que podrían causar, sería dedicar de manera mucho más importante un capital amplio a la compra de ABS que otorgará la posibilidad de comprar deuda privada de empresas, lo que favorecería de manera mucho más directa la inyección de liquidez a la economía real y provocaría mejoras en datos económicos, como puede llegar a ser el desempleo, reactivado el consumo y atacando de lleno el problema que persigue atacar el BCE, la presión deflacionista que soporta su economía. No se trataría tanto de la cantidad, sino de la calidad, es decir, hacia qué empresas se vuelca el crédito, qué sectores serían estratégicamente mejores y establecer un plan de actuación, al igual que un ente regulatorio que marque las pautas de dicho plan por parte del BCE.
Debemos seguir pendientes de los bancos centrales como lo hemos estado haciendo en los últimos años, ya que serán quienes marcarán el camino a seguir en la economía y en los mercados.