Grecia: síntomas (y declaraciones) que adelantan su posible quiebra

Otra, la enésima, semana clave para Grecia. Y comienza con noticias preocupantes: el Gobierno ha aprobado un decreto por el[…]

Otra, la enésima, semana clave para Grecia. Y comienza con noticias preocupantes: el Gobierno ha aprobado un decreto por el cual ha ordenado a las autoridades locales que envíen todo su "cash" disponible al banco central. Quizás, para reunir el dinero y hacer frente a sus compromisos más inmediatos con el FMI, fundamentalmente, pero también con sus pensionistas y los trabajadores del sector público. 

El viernes tiene lugar un decisivo Eurogrupo en el que los socios a la par que acreedores del país tendrán que analizar las reformas propuestas por el país y darles su aprobación si consideran que son suficientes. Las declaraciones vertidas por los tres principales miembros de la antigua troika, ahora "instituciones" o "Grupo de Bruselas", es decir, el FMI, Alemania (más que la Comisión Europea) y el Banco Central Europeo invitan a pensar que la respuesta será negativa. El acuerdo no será posible. De ahí que el Gobierno haya tomado la decisión de la que hablábamos: Grecia está reuniendo toda la liquidez de que dispone el país para evitar el impago. No va a tener ayuda externa.  

En primer lugar, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, comentaba al Financial Times, que se está acabando la "luna de miel" entre Grecia y sus acreedores. Según el rotativo británico, Lagarde ha transmitido al ministro de Finanzas griego, YanisVaroufakis, que debe acelerar las reformas porque se está acabando la paciencia con Grecia y su nuevo Gobierno. De acuerdo con ciertas filtraciones, el Gobierno griego le pidió al FMI retrasar los pagos (el 9 de abril tenía que devolver 450 millones de euros), pero la institución se negó a ello. Hay más fechas y más vencimientos en las próximas semanas. 

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, por su parte, en la reunión del FMI y el Banco Mundial en Washington estos últimos días, puso de manifiesto que la zona euro está ahora mucho mejor preparada para asumir un "shock" procedente de Grecia. También lo hizo el pasado miércoles, en la reunión ordinaria de política monetaria del BCE. Hay instrumentos que ya están sobre la mesa para absorber las turbulencias que tendrían lugar en el mercado, como es, fundamentalmente, el programa de compra de bonos. Aunque la semana pasada vimos que no fue suficiente para frenar la subida de las primas de riesgo de los países de la periferia. No sabemos qué sucedería con ellas de haber noticias serias procedentes de Grecia, bien en forma de impago, bien en forma de accidente financiero (quiebra de un banco) o, incluso, de una decisión unilateral de salida del euro. 

También como muestra de la dureza del BCE, Vitas Vasiliauskas, miembro de su consejo de gobierno, ha dicho que sería partidario de que la liquidez de emergencia de la que "disfrutan" los bancos del país acabara para el verano. Argumenta que es una herramienta sólo temporal, que no puede convertirse en la vía habitual de supervivencia de ningún sistema financiero. 

Schaeuble, el más duro

Las declaraciones del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, también fueron gruesas. El viernes pasado vino a decir que la pelota está en el tejado de Grecia, que a ese país le corresponde presentar las reformas que se le han pedido. Los acreedores no realizarán más concesiones. Por todo eso, reconoció que es difícil llegar a un acuerdo esta semana y que en realidad nadie lo espera. Aunque asume que en diez años se tendrá que hablar de una reestructuración de la deuda griega, ahora mismo considera que es el tiempo de las reformas para que Grecia logre aumentar su competitividad. 

Todas estas declaraciones escuchadas en el marco de las reuniones de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Washington muestran un empeoramiento de la situación de Grecia. El país cada día está más aislado. Más aislado y más presionado. Porque también se escucha desde distintos foros que Alexis Tsipras debería rebajar sus expectativas y las de sus votantes, aunque ello le costara la pérdida del apoyo del ala más radical de Syriza. En su lugar, dicen, podría conseguir el respaldo de fuerzas más "centradas" del parlamento. Pero esto, por el momento, no parece muy probable. Sí, en cambio, la convocatoria de elecciones anticipadas o de un referéndum, según declaraciones de Yannis Dragasakis, viceprimer ministro griego. 

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Una quiebra dentro del euro

El tiempo corre en contra de Grecia. Hace unas semanas, Financial Times avisaba de que el país se quedaría sin fondos a finales de abril. Y está llegando esa fecha. Quizás se pueda apurar un poco más: hasta el 11 de mayo, cuando tiene lugar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, y pudiera llegarse, entonces sí, a un acuerdo definitivo. 

Las posturas de Grecia y sus acreedores están tan alejadas que, de acuerdo con el influyente columnista de Financial Times Wolfgang Münchau, el impago está cada vez más cerca. "Entiendo que algunos oficiales de la Unión Europea están al menos contemplando la posibilidad de un 'default' de Grecia, pero sin un 'Grexit'", comenta. La gran pregunta es quién sufrirá el impago del país. Y Münchau dice que no lo harán los ciudadanos griegos, porque para Syriza sería suicida tomar una decisión así. Tampoco los acreedores privados, porque el país los necesitará en el futuro. Lo más lógico es que impague al BCE y al FMI. 

Si Grecia impaga, sea cual sea el acreedor que sufra, las agencias de calificación rebajarían su "rating" a "default" y, entonces, los bancos no podrán financiarse en el BCE. El Gobierno griego los tendrá que sostener mediante un férreo control de los movimientos de capitales, con un corralito. Pero eso no tiene por qué tener como consecuencia su salida de la Unión Monetaria. Una quiebra dentro del euro puede ser la respuesta más acertada para Grecia. O la única posible. Lo ha dicho hasta Vitor Constancio, vicepresidente del BCE. 

Con la amenaza de las terribles consecuencias de un Grexit está jugando YanisVaroufakis, como pudimos ver ayer en la entrevista que en La Sexta le hizo Jordi Évole. Según el ministro de Finanzas griego, un Grexit provocaría que los inversores, que todo el mundo, comenzaran a preguntarse qué país será el siguiente en salir. La Unión Monetaria habrá dejado de ser irreversible. 

Un impago dentro del euro podría ser la mejor salida para la Unión Monetaria, también para la propia Grecia y para el Gobierno de Alexis Tsipras. Si hay algo por lo que no querría pasar a la historia Tsipras y compañía sería por ser quienes decidieron sacar a su país de ese club de ricos que sigue siendo el euro. 

Un impago dentro de la Unión Monetaria podría ser la mejor salida. O, quizás, la única. Según una nota publicada por Royal Bank of Scotland esta mañana, sin el cobro de una parte de los 7.200 millones de euros del segundo rescate retenidos por los socios comunitarios, Grecia no podrá hacer frente a alguna parte de sus compromisos más inmediatos, que son, por un lado, 1.700 millones de euros en pensiones y salarios a finales del mes de abril; y vencimientos en mayo por valor de 3.800 millones de euros. Porque el 1 de mayo tiene que pagar 202 millones de euros al FMI; el 8 de mayo, vencen 1.400 millones de euros en letras; el 12 de mayo debe devolver 770 millones de euros al FMI; y el 15 de mayo ha de pagar otros 1.400 millones de euros al Fondo Monetario. 

Aunque puede ganar algo más de tiempo si, efectivamente, llega a un pacto energético con Rusia que le puede inyectar hasta 5.000 millones de euros. 

Señales que dan "los mercados"

¿Estamos viendo en el mercado síntomas de que Grecia podría impagar? Sí. Unos cuantos. 

En primer lugar, estamos viendo una fuerte subida de la rentabilidad del bono griego a tres años, que ya supera el 28%. En su plazo a cinco años, ha escalado por encima del 19% y en el diez años, acaba de superar el 13%.

En segundo lugar, el riesgo de impago de Grecia ha subido, de acuerdo con la cotización de los CDS (seguros contra el impago), hasta el 80%. 

Pero también observamos síntomas de lo poco que, en general, preocupan los problemas de Grecia entre los inversores que no tienen activos helenos en cartera. Para ello, podemos comparar la deuda griega con la que se considera más débil entre las otras de la periferia, la portuguesa. El diferencial entre ambos bonos, tomados en su plazo a diez años, ha pasado de los poco más de 200 puntos básicos el pasado mes de septiembre, hasta superar los 1.000 puntos básicos en los últimos días. Y ello no sólo porque el rendimiento de la deuda griega no ha dejado de subir en este periodo, sino porque el del bono luso no ha hecho más que bajar (a excepción de las últimas jornadas de la semana pasada). 

Todo esto no refleja más que la cotización en el mercado de la fortísima salida de capitales que estamos viendo en el país. En los últimos seis meses, entre el último trimestre de 2014 y el primero de 2015, habrían salido del país 62.000 millones de euros, una cifra equivalente al PIB de un trimestre, de acuerdo con cifras del banco central heleno recogidas por Bloomberg. 

Y, por último, también como síntoma de que cierto miedo hay en el parqué, de que hay dinero que quiere protección, por si acaso, como dicen algunos expertos, el impago de Grecia o su salida del euro pueda convertirse en un fenómeno comparable con la quiebra de Lehman Brothers, hemos visto un fuerte avance de los activos más seguros, como la deuda alemana. Así, su rendimiento en su plazo a diez años se encuentra ya por debajo del 0,10%.

Las cosas no han cambiado después de que haya trascendido comentarios de portavoces de la Comisión Europea que dicen que este fin de semana las negociaciones han avanzado porque los interlocutores griegos parecen más preparados. 

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