Inversión para la jubilación

El debate existente en España respecto a las pensiones públicas puede hacernos perder cierta perspectiva sobre cómo invertir con el[…]

El debate existente en España respecto a las pensiones públicas puede hacernos perder cierta perspectiva sobre cómo invertir con el fin de lograr un monto suficiente para hacer frente a la jubilación con holgura financiera.

Ya hace tiempo que en esta columna desarrollé los conceptos de capital humano y capital financiero. El capital humano es la parte de nuestro patrimonio equivalente al valor presente de todos los emolumentos que vamos a recibir por nuestras habilidades de trabajo. Una vez agotado, que es el concepto financiero de la jubilación, nuestro capital financiero ha de cubrir nuestras necesidades.

En esta ocasión quiero realizar una serie de recomendaciones necesarias para acometer ese largo camino hasta lograr un capital financiero suficiente como para afrontar la jubilación.

La primera recomendación es que seamos conscientes de que es un proyecto a largo plazo. No sé si será verdad, pero comentan que una vez preguntaron a Albert Einstein cuál era la fuerza más poderosa del universo y él respondió que el interés compuesto. Pues bien, el interés compuesto tiene dos elementos: el tiempo y el tipo de interés. 

El tiempo es uno de nuestros grandes aliados y recordemos que la revalorización no es lineal sino exponencial. 

El segundo elemento es el tipo de interés; a efectos de nuestras inversiones es más bien la tasa de retorno, ya que nuestra cartera se debe componer no solo de inversiones de renta fija. Cuanto mayor sea la tasa de retorno, tanto mejor resultado nos dará nuestro gran aliado -el tiempo-. Lo que ocurre es que en economía nada es gratis, y un mayor retorno, siempre que dispongamos de una cartera eficiente, supone más riesgo. En el camino de la inversión para la jubilación debemos asumir tanto riesgo como sea posible conforme a nuestras circunstancias personales. E insisto en las circunstancias personales; el perfil de riesgo nunca debe ser producto de las vicisitudes del mercado.

¿Cuánto deben pesar los activos de riesgo? Existe una regla discutible -así que no la tomemos como un dogma de fe, sino como una referencia- que dice que si dividimos entre renta fija y variable, debemos tener en esta última un porcentaje equivalente a 100 menos nuestra edad -así, por ejemplo, una persona de 35 años debería tener el 65 por ciento en acciones-.

Más arriba hablábamos de una cartera eficiente. Desde un punto de vista de la teoría financiera, una cartera eficiente es la que está adecuadamente diversificada. Todo valor (ya sea una acción o un bono, por ejemplo) tiene un riesgo sistemático, también llamado de mercado, y otro no sistemático, también llamado singular (porque corresponde exclusivamente a ese valor, no al resto) o diversificable (porque puede ser fácilmente eliminado por medio de la diversificación). La teoría nos dice que el riesgo no sistemático no tiene remuneración alguna y ello precisamente porque la diversificación lo elimina.

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Esto nos lleva a nuestro segundo gran aliado, la diversificación. La diversificación nos permite minimizar los riesgos para cada rentabilidad determinada o, visto desde la otra óptica, para cada nivel de riesgo maximizamos la rentabilidad. Y la diversificación debe ser entre las distintas clases de activos (debemos ir más allá de las tres categorías clásicas de liquidez, renta fija y renta variable y profundizar más allá) y dentro de ellas. 

La tercera consideración es que no es fácil batir al mercado, ya sea eligiendo los momentos de entrada o de salida, ya sea por seleccionar los mejores valores. En este sentido la realidad empírica es clara. Además, la creencia de que la capacidad de batir al mercado puede llevar a asumir riesgos superiores a los posibles, a tener rendimientos menores a los de mercado y a desorientarnos respecto a nuestras auténticas metas de inversión. 

Y, por último, no invirtamos en mercados financieros lo que hemos obtenido endeudándonos. Los mercados financieros están para rentabilizar lo que nos sobra, no para especular con lo que nos falta.
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