La economía española
Pese a todas las vicisitudes políticas de los últimos años, la economía española ha tenido un buen desempeño. Estimamos que[…]
Pese a todas las vicisitudes políticas de los últimos años, la economía española ha tenido un buen desempeño. Estimamos que en 2018 creció un 2,5 por ciento, inferior a la cifra de los tres años anteriores, que superaron la cota del 3 por ciento. En 2019 y 2020 esperamos que este indicador se expanda al 2,4 por ciento y el 2 por ciento respectivamente.
Pese a la pérdida de momento, estas cifras comparan favorablemente, ya que el mundo también está inmerso en una desaceleración, y especialmente Europa, el principal socio comercial de España.
Y es que lo que ocurre en el resto del mundo afecta, y creemos que afortunadamente, a España, pues es un país muy abierto al exterior. En este sentido, quizás exageramos si le llamamos el milagro español, pero pensemos que el déficit por cuenta corriente, el equivalente al saldo exterior, presentaba un déficit muy abultado en 2009, pues las importaciones y las exportaciones eran el 32,4 por ciento y el 21,9 por ciento del PIB respectivamente. Pues bien, desde 2013 esta variable presenta superávit, el cual ha persistido desde entonces. Y la corrección se ha hecho por la parte adecuada, por el lado de las exportaciones. Pensemos que en 2018 importaciones y exportaciones supusieron el 32,4 por ciento de nuevo y el ¡33,8 por ciento! respectivamente.
En la última parte de 2018 la economía española ha mostrado incluso una aceleración, pero lejos de destacarlo como una fortaleza, debemos preocuparnos, pues obedece sobre todo a la expansión del gasto público en la última parte del año. Y como sabemos, en economía nada es gratis. El impulso del crecimiento por un impulso del gasto tiene consecuencias, pues consiste traer crecimiento futuro al presente con un importante sacrificio (aunque no se puede dar una cifra robusta, utilizamos un promedio de 0,5 por ciento; la falta de robustez se debe a que no es lo mismo actuar en ingresos, en gastos, en el tipo de unos y otros, sus consecuencias en eficiencia, etc.). El déficit público fue de un 3,1 por ciento en 2017 y estimamos que hubiera sido de un 2,1 por ciento 2018 por la pura variación cíclica. Las decisiones de política fiscal en este ejercicio han supuesto que este indicador finalice en el 2,7 por ciento, un 0,6 por ciento más de lo que hubiera sido en ausencia de las mismas. Y el efecto depresor en la economía viene de una doble vía: la de un mayor nivel de deuda y la de una mayor prima de riesgo exigida por el superior endeudamiento.
Respecto a la prima de riesgo, en estos momentos la diferencia de rentabilidad de la deuda pública española con respecto a la alemana en sus referencias de 10 años está en 1,10-1,15 puntos, que nos parece escasa habida cuenta de la diferencia de calidad macroeconómica entre una y otra nación. No recoge toda la bondad de Alemania frente a España, aunque es entendible en este contexto de tipos de interés tan bajos y tras la amplia actuación del Banco Central Europeo en la compra de bonos.
Muchos clientes españoles nos preguntan por la economía española para ver si están adecuadamente posicionados. Nosotros hacemos un seguimiento intenso de la misma porque patrimonialmente es muy relevante para ellos, pero sobre todo porque impacta en la seguridad de su empleo y en el valor de sus inmuebles, que suelen ser una parte relevante de su patrimonio. Pero precisamente por esto, creemos que los inversores españoles deberían enfocarse en diversificar globalmente sus inversiones financieras. Precisamente estas tienen la gran virtud de aportar esta característica al patrimonio, sobre todo cuando los riesgos asociados al empleo y los inmuebles están muy concentrados geográficamente y no admiten fácil diversificación. Por ello, recomendamos que en bonos contemplen una perspectiva global, con bonos gubernamentales de países desarrollados, de compañías y de países emergentes, lo cual es compatible con que todo ello tenga como divisa de referencia el euro. Y en renta variable, además de todos los argumentos anteriormente descritos, concurre la realidad de que los índices españoles no solo están geográficamente concentrados, sino que además también lo están en pocos sectores y en pocas compañías. Recuerden: la diversificación es lo único que es gratis en los mercados financieros.