La línea Hindenburg
Creer que Christian Gálvez es un experto en Leonardo es como creer que el vinagre de Módena es vinagre de[…]
Creer que Christian Gálvez es un experto en Leonardo es como creer que el vinagre de Módena es vinagre de Módena. O que en «El tatuador de Auschwitz» todo lo que se cuenta es verdad. Ni siquiera es cierto el número tatuado, que hay que tener tino. Christian Gálvez, al que la asociación que reúne a los historiadores de arte ha criticado por su exposición sobre Leonardo en el Palacio de las Alhajas, dice que se «ha tenido que enfrentar a mogollón de prejuicios». Te lo juro por Taburete. Critican su intrusismo por montar una exposición contribuyendo a difundir bulos. Por ejemplo, que el autorretrato de Da Vinci expuesto lo sea. Y encima lo respalda la Biblioteca Nacional. Por su parte, Heather Morris ha dicho sobre su novela que el libro no pretende ser una obra académica histórica de no ficción. «Eso se lo dejo a los académicos e historiadores». Qué pena que Simone Veil esté muerta. Aunque tuvo tiempo de criticar a Roberto Benigni: «Ningún niño estuvo junto a su padre en ningún campo, y ningún deportado vivió una liberación parecida al happy end milagroso y ridículo con el que termina la película». Y hasta a Steven Spielberg por «La lista de Schindler»: «Caricaturiza la realidad histórica porque fueron cincuenta personas como máximo las que pudieron beneficiarse del acto de valentía de Schindler. Está lejos de ser poco, pero no se corresponde con el argumento de la película».