Liquidez y crecimiento
Los principales bancos centrales del mundo llevan aplicando desde el inicio de la crisis medidas monetarias expansivas que en el[…]
Los principales bancos centrales del mundo llevan aplicando desde el inicio de la crisis medidas monetarias expansivas que en el pasado eran inimaginables. Además de las medidas tradicionales, como penalizar los depósitos que atesoran de los bancos o el excedente de liquidez, los bancos centrales han comprado activos en el mercado y han dado la garantía implícita de que mantendrían unas condiciones financieras expansivas en el futuro.
España es uno de los mejores ejemplos de cómo los bancos transmiten a la economía estas condiciones financieras tan favorables. En primer lugar, los bancos españoles han aplicado un descenso en los tipos de interés de los préstamos que conceden superior a la media europea hasta pulverizar mínimos históricos. En segundo lugar, su elevada disposición de fondos para prestar a familias y empresas se ha traducido en un ritmo de crecimiento de dos dígitos en los nuevos préstamos, lo que contribuye de forma decisiva al mayor dinamismo de la economía española frente a lo inicialmente esperado.
Sin ninguna duda los bancos españoles han cumplido el objetivo perseguido por el BCE. Y lo siguen haciendo. En la actualidad, acumulan el 22 por ciento de los préstamos a medio plazo de la autoridad monetaria, enfocados especialmente a la financiación a pymes en el caso de las operaciones conocidas como TLTRO II. Pero también mantienen un exceso de liquidez estimado en algo más de 6.000 millones de euros en el propio banco central, preparados para seguir proporcionando la financiación adicional que requiera la economía española.
De forma conjunta, la financiación del BCE obtenida por los bancos españoles supone el 4 por ciento de los pasivos totales. Se trata de una distribución de pasivos prudente si se tiene en cuenta el mayor peso relativo de los depósitos en los balances de los bancos españoles frente al promedio europeo. Según los datos del BCE, la ratio de préstamos sobre depósitos en los bancos españoles se situaba en 116 a mediados de 2017, muy por debajo de los niveles existentes antes de la crisis.
El organismo que encabeza Mario Draghi sigue defendiendo la importancia de mantener el carácter expansivo de la política monetaria actual. Pero con una estrategia cada vez más clara para el futuro que pasa por un ajuste progresivo, primero con la reducción paulatina del volumen de compras de deuda en el mercado y más adelante con el ajuste al alza de los tipos de interés oficiales.
Más pronto que tarde, la autoridad monetaria europea optará por subir el tipo de interés negativo que penaliza el exceso de liquidez de las entidades de crédito guardado en el propio banco central. El fin de los tipos de interés en terreno negativo no debe entenderse como el principio de una política restrictiva. Se trata más bien del fin de un factor distorsionador de los mercados y en general en la asignación de recursos frente a riesgos. En su momento, penalizar a los bancos por su exceso de liquidez sirvió para que la movilizaran y espoleó la concesión de préstamos. Pero a la luz de los datos sobre la evolución de los préstamos y las condiciones de financiación, este argumento ha perdido su validez a día de hoy.